¿CÓMO podemos medir la autonomía?

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Aunque todavía no disponemos de mediciones adecuadas, sí se sabe que a nivel global hay una pérdida generalizada de autonomía corporal.

El mundo está empezando a generar mediciones. La comunidad internacional ha acordado hacer un seguimiento de dos indicadores —en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)— que miden la toma de decisiones y las leyes sobre la atención de salud reproductiva y la información al respecto, aunque apenas representan un primer paso.

Deben saber cómo funciona su cuerpo.

solamente el

55%

de las niñas y mujeres

son capaces de tomar sus propias decisiones

El poder de tomar decisiones

El indicador 5.6.1 de los ODS analiza tres preguntas hechas a mujeres:

  • ¿Quién suele decidir sobre la atención de su salud?

  • ¿Quién suele decidir sobre sí usted debería o no utilizar anticonceptivos?

  • ¿Puede decir que no a su marido o pareja si no desea mantener relaciones sexuales?

Se considera que únicamente las mujeres que toman sus propias decisiones en estos tres ámbitos tienen autonomía para decidir sobre su salud reproductiva y están empoderadas para ejercer sus derechos reproductivos.

Estos datos solo están disponibles en aproximadamente uno de cada cuatro países, pero muestran un cuadro alarmante: solamente el 55% de las mujeres y niñas a nivel mundial son capaces de tomar sus propias decisiones en las tres dimensiones de la autonomía corporal.

Leyes que empoderan

El indicador 5.6.2 de los ODS examina las leyes y reglamentos que garantizan a hombres y mujeres un acceso pleno y en pie de igualdad a servicios de salud sexual y reproductiva, así como a información y educación en la materia. Engloba lo siguiente:

Atención materna

Acerca de

71%

de los países

tienen leyes que garantizan el acceso general a la salud materna*

  • Atención materna

  • Productos básicos de supervivencia

  • Situación jurídica del aborto

  • Atención posterior al aborto

*De los 79 países que han presentado informes completos

Anticoncepción y planificación familiar

Acerca de

75%

de los países

tienen leyes que promueven un acceso completo y equitativo a anticonceptivos*

  • Anticoncepción

  • Consentimiento para los servicios de anticoncepción

  • Anticonceptivos de emergencia

*De los 104 países que han presentado informes completos

Educación sexual integral e información en la materia

Acerca de

56%

de los países

tienen leyes que garantizan el acceso general a la salud*

  • Ley sobre la educación sexual integral

  • La educación sexual integral en los planes de estudios

*De los 98 países que han presentado informes completos

Salud y bienestar sexuales

Acerca de

80%

de los países

tienen leyes que promueven la educación sexual y el bienestar

  • Asesoramiento y diagnóstico del VIH

  • Tratamiento y atención del VIH

  • Confidencialidad del estado de salud de los hombres y las mujeres que viven con el VIH

  • Vacuna del VPH

*De los 101 países que han presentado informes completos

El indicador mide si existe una ley favorable y si hay restricciones, como limitaciones de edad o requisitos de permiso del cónyuge.

Acerca de

71%

de los países

tienen leyes que garantizan el acceso general a la salud materna*

  • Atención materna

  • Productos básicos de supervivencia

  • Situación jurídica del aborto

  • Atención posterior al aborto

*De los 79 países que han presentado informes completos

Las mediciones son insuficientes

Si bien estas mediciones son fundamentales, apenas dejan entrever la situación de la autodeterminación corporal de las personas en todo el mundo.

El primer indicador, el 5.6.1, solo dispone de datos de 57 países. Además, las preguntas únicamente se hicieron a un subconjunto de mujeres, como las que mantienen relaciones de convivencia o las que están en edad reproductiva. Por lo tanto, no puede ofrecer una imagen completa de la toma de decisiones reproductivas de las mujeres.

El segundo indicador, el 5.6.2, también es limitado. La existencia de leyes o normas no siempre significa que se apliquen o se hagan cumplir. Además, el indicador no cubre las leyes que rigen otras cuestiones importantes, como la violación en el matrimonio, la autodeterminación en materia de identidad de género, las intervenciones quirúrgicas genitales en el caso de los niños intersexuales y la actividad sexual con personas del mismo sexo.

Asimismo, hay muchas cuestiones relativas a la autonomía corporal que siguen siendo objeto de debates importantes y que los acuerdos sobre derechos humanos y el derecho internacional no han resuelto, como el trabajo sexual voluntario, la gestación subrogada y el aborto. Puesto que estas cuestiones se relegan habitualmente a un segundo plano, los investigadores y los legisladores no suelen conocerlas bien.

Ilustraciones

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Tu cuerpo manual del usuario

Olga Lourenço está acostumbrada a tropezar con la resistencia de la sociedad cuando imparte educación sexual integral, pero no se deja intimidar.
Ilustración original de Naomi Vona; fotografía © UNFPA/C. Cesar.

Son pocos los padres o líderes comunitarios que se oponen a que un estudiante lleve a casa libros de texto de química o de cálculo. Sin embargo, las lecciones de educación sexual integral —información precisa y apropiada para la edad sobre el propio cuerpo, la salud sexual y reproductiva y los derechos humanos— con frecuencia se consideran tabú. Muchas escuelas no imparten educación sobre el tema, o solo proporcionan información incompleta. Por consiguiente, los alumnos están poco preparados para los cambios que se están produciendo en su cuerpo y para protegerse de posibles peligros.

“Libramos una lucha constante para que se incluya este tema en el plan de estudios”, comenta Olga Lourenço, coordinadora del Proyecto CAJ, un programa patrocinado por el UNFPA que proporciona formación en materia de preparación para la vida y educación sexual integral a los jóvenes de Angola. “Debido a nuestros tabúes y prejuicios, prácticamente no se habla sobre la salud sexual y reproductiva integral”.

Quienes se oponen a la educación sexual integral a menudo sostienen que promueve la actividad sexual; sin embargo, los estudios muestran que no es así. Por el contrario, los datos demuestran que este tipo de educación, cuando se imparte de acuerdo con las normas internacionales, mejora los conocimientos de los jóvenes y constituye una estrategia fundamental y rentable para prevenir embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, en particular el VIH. Algunos estudios muestran que en realidad puede retrasar la iniciación sexual de los adolescentes (UNESCO, 2016).

Lourenço explicó que, al carecer de información precisa cuando era niña, en realidad se sentía presionada a mantener relaciones sexuales a los 15 años, sin estar preparada para ello. “Mis amigas ya tenían novio y una vida sexual activa. Se reían de mí porque era la ‘virgen del grupo’”, explica. “En cierta manera, esto me afectó psicológicamente... Creo que, de alguna forma, violaba mi autonomía corporal”.

Dipika Paul, investigadora de larga data en el ámbito de la salud sexual y reproductiva y asesora de Ipas en Dhaka (Bangladesh), ha sido testigo de las consecuencias de la falta de acceso a la educación sexual en su propia comunidad. “Cuando estudiaba, en séptimo grado solo había un capítulo sobre la menstruación”, recuerda. “El docente tampoco se sentía cómodo al tratar ese tema”.

Sin educación sexual integral, los jóvenes son vulnerables a los mitos y la información errónea. Los niños y los hombres, en particular, “tienen lagunas en sus conocimientos, conceptos equivocados”, señala Paul. Explica que ha visto que algunos hombres prohíben a su esposa usar anticonceptivos porque creen que “el DIU viaja por cualquier lugar del cuerpo, que pueden sentir dolor a causa del DIU, y no es verdad”.

Los alumnos que reciben educación sexual integral no solo están empoderados para tomar decisiones sexuales más saludables, sino que también están mejor equipados para buscar ayuda si es necesario. “La información que transmito puede cambiar considerablemente la vida de una persona”, afirma Lourenço.

Recuerda que una niña, al recibir educación sexual a través de un programa de tutoría, reveló que tenía una herida crónica en el pecho; ella lo consideraba vergonzoso, pero no una emergencia. Otra joven reveló que vivía con su tío, quien había abusado de ella. “La chica se encerró y no hablaba con nadie por miedo a que la expulsaran de la casa y a acabar en la calle”, describe Lourenço. Los tutores consiguieron servicios para las dos niñas, pero Lourenço no deja de pensar en lo que podría haber ocurrido: “¿Qué hubiera sido de estas niñas si no hubiéramos intervenido?”.

La educación sexual integral también puede desempeñar un papel importante en la prevención de la violencia por razón de género. Cuando las lecciones se imparten de conformidad con las normas internacionales, incluyen mensajes acerca de los derechos humanos, la igualdad de género y el respeto en las relaciones (UNESCO et al., 2018). Los expertos exigen cada vez más que esta información sitúe la prevención de la violencia como una responsabilidad de los posibles autores, en lugar de las víctimas y las supervivientes (Schneider y Hirsch, 2020).

“En primer lugar, deben saber cuáles son sus derechos y deberes en la sociedad”, afirma Lourenço, y explica que esta es la base de la educación sexual integral tal como ella la enseña. “En segundo lugar, deben saber cómo funciona su cuerpo, para que puedan tomar decisiones por sí mismas y evitar que otros las tomen por ellas”.

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