El mundo está envejeciendo a gran velocidad. Las personas de 60 años o más representan el 11% de la población mundial y, de aquí a 2050, esta cifra aumentará hasta el 22%. El envejecimiento constituye un triunfo del desarrollo: la gente vive más debido a una mejora de la nutrición, el saneamiento, la atención médica, la educación y el bienestar económico. Aunque el envejecimiento de la población plantea retos sociales y económicos, con un conjunto de políticas adecuado, las personas, las familias y las sociedades pueden abordar estos retos y recoger sus beneficios. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) trabaja para concienciar sobre el envejecimiento de la población y la necesidad de aprovechar sus oportunidades y abordar los retos que plantea. El UNFPA también respalda la investigación y la recopilación de datos para proporcionar una base sólida para las políticas y la planificación, y se asegura de que los problemas relativos al envejecimiento de la población se integran en los programas de desarrollo nacional y las estrategias de reducción de la pobreza.

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Un mundo que envejece

El envejecimiento de la población constituye una de las tendencias más significativas registradas en el siglo XXI. Una de cada nueve personas del mundo tiene 60 años o más. Mientras las tasas de fecundidad continúen reduciéndose y la esperanza de vida siga aumentando, la proporción de la población formada por personas de edad crecerá de forma constante. Y pese a que el envejecimiento de la población constituye un fenómeno mundial, está avanzando más rápido en los países en desarrollo —incluso en aquellos que cuentan con una gran población de jóvenes—.

Las contribuciones de las personas de edad a la sociedad tienen un valor incalculable. Muchas de estas contribuciones no pueden medirse en términos económicos —como su labor de cuidadores, voluntarios o su transmisión de las tradiciones culturales a las generaciones más jóvenes—. Las personas de edad también son importantes como líderes y en ocasiones desempeñan una función significativa en la resolución de conflictos dentro de la familia, de las comunidades e incluso en situaciones de emergencia.

Sin embargo, también suelen ser vulnerables. Puede que su red de apoyo social no sea sólida, que carezcan de ingresos o que sean objeto de abusos y discriminación. Las mujeres de edad, sobre todo, son vulnerables a la discriminación, la exclusión social y la negación del derecho a heredar propiedades. Por lo general, las mujeres viven más que los hombres y pueden experimentar una mayor pobreza a medida que envejecen.

Conservación de la salud, la seguridad y la independencia de las personas de edad

Pese a que muchas personas de edad avanzada gozan de buena salud, el envejecimiento va acompañado de cambios biológicos que incrementan el riesgo de padecer una enfermedad o una discapacidad. Para garantizar el bienestar físico y emocional de las personas de edad, y de todas las personas en general, es fundamental adoptar un enfoque de la atención médica para todo el ciclo de vida —que empiece a edad temprana, continúe durante los años reproductivos y se prolongue hasta la vejez—. Las políticas y los programas públicos deberían abordar además las necesidades de las personas de edad empobrecidas que no pueden permitirse la atención médica.

También es importante contar con un entorno adaptado a las personas de edad, para garantizar su seguridad, su salud y su independencia. Por ejemplo, el hecho de que la vivienda sea asequible y el transporte accesible puede contribuir a que las personas de edad sigan siendo miembros activos de la sociedad. Es asimismo fundamental señalar, investigar y prevenir la discriminación, el abuso y la violencia contra estas personas.

Muchas personas de edad, con el tiempo, acaban requiriendo cuidados, responsabilidad que normalmente recae en sus familias. Pero el descenso de la fecundidad y la rápida urbanización han modificado las relaciones familiares tradicionales, en ocasiones aumentando las cargas de la red de apoyo familiar tradicional. A medida que aumente el número de personas mayores, las familias necesitarán apoyo para prestar estos cuidados. Y es cada vez más importante garantizar la protección social de las personas de edad avanzada. Las pensiones sociales pueden reducir la pobreza a la que se enfrentan demasiadas personas de edad y ayudar no solo a estas, sino a todas sus familias, e incluso contribuir a romper el ciclo de pobreza intergeneracional. Estas pensiones empoderan además a las personas de edad y pueden equilibrar las relaciones de género al proporcionar una fuente de ingresos tanto a hombres como a mujeres.

¿Qué está haciendo el UNFPA?

El trabajo del UNFPA se centra en cinco áreas fundamentales: el diálogo político, la creación de capacidad, la recopilación de datos, la investigación y la promoción de intereses. El UNFPA facilita el desarrollo de políticas con base empírica para garantizar que se abordan los problemas de las personas de edad. Asimismo, respalda la investigación que tiene  en cuenta las diferencias culturales y las cuestiones de género sobre el envejecimiento de la población, y conciencia respecto a la necesidad de abordar las oportunidades y los retos que supone este fenómeno.

El UNFPA también colabora con el Instituto Internacional sobre el Envejecimiento, con sede en Malta, para abordar los retos que plantea el envejecimiento de la población y capacitar a los responsables políticos en el desarrollo de políticas adaptadas a las personas de edad, así como en la aplicación y el control del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento. Este plan, adoptado en 2002, pretende crear una «sociedad para todas las edades», en la que las personas de todos los lugares puedan envejecer con seguridad, dignidad y plenos derechos.

Actualizado 18 de noviembre 2014