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Enfrentando la crisis oculta de salud mental en Yemen
- 08 Enero 2024
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Gobernación de Ibb, Yemen – “Quería ser partera, porque las parteras son respetadas. Pensé que ser partera me daría la libertad de ayudar y guiar a otras mujeres para que tuvieran vidas plenas”, agregó Kholoud al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas a cargo de la salud sexual y reproductiva.
No obstante, su talento y su energía fueron usados en su contra durante muchos años. Cuando tenía solo seis años, su padre tomó una segunda esposa, una madrastra que era física y verbalmente abusiva hacia los ocho hijos.
“A pesar del abuso, estaba decidida a ir a la escuela y completar mi educación. Cuando terminé la escuela secundaria, supliqué a mi padre que me permitiera estudiar obstetricia. Él estuvo de acuerdo a regañadientes, a pesar de los esfuerzos disuasivos de mi madrastra”.
Cuando terminó sus estudios, un hombre le ofreció su mano en matrimonio cuando tenía apenas 17 años. “No sabía nada de él, pero no dudé en escapar de casa.”
Trabajaba como partera en un centro de salud cercano, pero solo tres años después estalló el conflicto, y con este se cerraron todos los centros de salud.
Una espiral de abuso
Pronto el esposo de Kholoud también perdió su trabajo; con tres hijos y sin ingresos, los niveles de estrés y ansiedad en casa aumentaron rápidamente.
“Mi esposo comenzó a explotarme: tomó todo mi dinero y pertenencias y las vendió para abrir una pequeña clínica en el pueblo”, dijo.
“Me obligó a trabajar día y noche, sin siquiera un descanso para estar con mis hijos”. Una carrera que había prometido dignidad y libertad se convirtió en una pesadilla. “Él mantenía a los niños en la clínica para que yo los cuidara mientras trabajaba. Tomaba todos mis ingresos y me presionaba para que ganara más dinero”.
Kholoud estaba a punto de colapsar. “Estaba completamente agotada. Cuando ya no podía trabajar, comenzó a insultarme y maldecirme constantemente... Finalmente llegué al punto de ruptura”.
Su padre se la llevó a una de las pocas instalaciones de salud mental que quedaban en Taiz, a seis horas de distancia. Aunque su salud comenzó a mejorar, el viaje y el costo de 2.000 dólares de la intervención resultaron demasiado, y ella tuvo que interrumpir el tratamiento a la mitad.
Su esposo la encontró y le exigió que regresara. Ella regresó para proteger a sus hijos, pero admitió que la explotación y humillación constantes “me rompieron. Terminé peor que antes”.
Una línea directa para ayudar
Kholoud buscó refugio en casa de su hermana. Cuando oyeron un anuncio de radio sobre la línea directa de salud mental del UNFPA, su hermana llamó inmediatamente. Al día siguiente Kholoud llegó a un centro de salud mental en Ibb, apoyado por el UNFPA y financiado por la Unión Europea. Recibió medicamentos gratuitos y fue tratada durante cinco meses.
Cuando se recuperó, fue remitida a un espacio seguro del UNFPA para mujeres y niñas que, además de protección y asesoramiento, le brindó apoyo jurídico para que pudiera divorciarse y reclamar la custodia de sus hijos.
“Cuando pierdes toda esperanza y la voluntad de vivir, entonces de repente te llega el alivio… Así es como me salvó el centro de salud mental”, agradeció Kholoud.
Hoy Kholoud tiene 28 años y alquila una pequeña casa para ella y sus hijos. Ha recuperado su vida profesional como partera en un hospital cercano, que el centro de salud le ayudó a conseguir. Su trabajo es crítico en un país donde una mujer muere cada dos horas durante el embarazo y el parto.
Al fin, capaz de ofrecer atención de partería en un entorno seguro, Kholoud siente un renovado sentido de propósito. “Por fin estoy libre de explotación, abuso y agotamiento. La gente aprecia mi trabajo y me respeta”.
Las necesidades de salud mental se disparan a medida que se profundiza el conflicto
Los conflictos y las privaciones han cobrado un gran número de víctimas entre millones de yemeníes, en particular entre las mujeres y las niñas. Alrededor del 80 % de la población padece inseguridad alimentaria, y 21,6 millones de personas necesitan asistencia con urgencia.
Se estima que 7 millones de personas necesitan apoyo de salud mental, pero solo 120.000 tienen acceso ininterrumpido a estos servicios. Solo hay 46 psiquiatras en todo el país, uno por cada 700.000 personas.
La violencia de género se ha visto exacerbada en gran medida por el conflicto, y con las limitadas opciones de alojamiento y el colapso de los mecanismos de protección, las niñas son cada vez más vulnerables al matrimonio forzado y de menores, la trata de personas y el trabajo infantil.
El UNFPA dirige los servicios de respuesta a la violencia de género en el Yemen, asegurando que las sobrevivientes puedan acceder a servicios de protección y apoyo, asistencia médica y atención psicosocial de base comunitaria cuando estén disponibles.
En los últimos cinco años, el UNFPA ha establecido seis centros de apoyo psicológico con financiación de la Unión Europea, Noruega y los Estados Unidos. Solo en 2023, más de 100.000 personas recibieron apoyo psicológico a través de la línea directa y en persona en los centros, más de tres cuartas partes de las cuales fueron sobrevivientes de violencia de género.