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Tras las devastaciones causadas por las inundaciones y las lluvias en el Perú, las sobrevivientes de la violencia de género encuentran seguridad y servicios en un refugio apoyado por el UNFPA

El ciclón Yaku y el fenómeno meteorológico de El Niño han obligado a más de 110.000 personas a abandonar sus hogares y a usar refugios temporales como La Molina II Una trabajadora del UNFPA camina hacia un edificio. Hay inodoros portátiles y un cordel de ropa fuera del edificio. © UNFPA Perú
  • 21 Agosto 2023

PIURA, Perú – Desplazamiento. Violencia. Estigma y discriminación. Desafortunadamente, estos son algunos de los desafíos que enfrentan las mujeres en el Perú. 

“Soy una de las que sufre estos problemas cotidianos de las mujeres”, adelantó María Mercedes Albán Taboada. Trabaja en un refugio apoyado por el UNFPA (el organismo a cargo de la asistencia en materia de salud sexual y reproductiva de las Naciones Unidas) para mujeres y niñas en Piura, una región del noroeste del Perú. 

En los últimos meses, las lluvias torrenciales y las destructivas inundaciones causadas por el ciclón Yaku y el fenómeno climático de El Niño han llevado a más de 110.000 personas a abandonar sus hogares en el Perú y han dejado a cientos de miles más en necesidad urgente de asistencia humanitaria. 

En este contexto, las mujeres de Piura denunciaron 2.640 incidentes de violencia entre enero y abril de 2023, aproximadamente la mitad del total registrado en 2022.

Las investigaciones muestran que hay riesgo de que la violencia de género aumente para las mujeres y las niñas en medio de los desastres climáticos. Lamentablemente, las condiciones de crisis también dificultan que las sobrevivientes de violencia tengan acceso a la atención y el apoyo que necesitan. 

Es en esta brecha que los líderes comunitarios, como la Sra. Albán, se esfuerzan, con apoyo del UNFPA, a fin de salvaguardar la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas cuando más lo necesitan. 

Seguridad y solidaridad para las y los sobrevivientes 

A pesar de la amenaza generalizada que la violencia de género representa para las mujeres y niñas de todo el mundo (se prevé que alrededor de un tercio de las mujeres sufran abuso físico o sexual en algún momento de sus vidas), los expertos creen que la gran mayoría de los incidentes no se denuncian. Las encuestas realizadas en el Perú, por ejemplo, han demostrado que menos del 30 % de las mujeres presentan denuncias ante las autoridades.

La Sra. Albán dice que ha sido testigo de que las mujeres van a las comisarías de policía y llenan toda la documentación necesaria para presentar quejas, pero cambian de opinión al último minuto. 

“No cuentan con nadie que les dé apoyo o la certeza de que no están solas”, explicó.

Sin embargo, con el apoyo del UNFPA, la Sra. Albán y otras personas han podido ofrecer un lugar seguro donde alojarse y acceder a servicios esenciales después del ciclón Yaku a las mujeres y niñas obligadas a abandonar sus hogares o que han quedado vulnerables a la violencia. 

En el albergue La Molina II, donde trabaja la Sra. Albán, la gestión de casos de denuncias de violencia de género cuenta con el apoyo de equipos de expertos en trabajo jurídico, psicológico y social. Las mujeres y las niñas también reciben kits de dignidad para ayudar con sus necesidades diarias de higiene e información sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos. 

Desde abril de 2023, el UNFPA ha brindado apoyo a nueve refugios en el norte de Perú y a más de 1.500 mujeres afectadas por la crisis climática. 

Dándolo todo

Tres mujeres. Dos son cuidadoras y llevan ropa del UNFPA.
María Mercedes coordina con los proveedores de atención en La Molina II, en Piura. © UNFPA Perú

En La Molina II, la Sra. Albán causa revuelo cuando llega. Al bajar del autobús, varios niños corren ansiosamente hacia ella, seguidos por sus madres, muchas de las cuales son sobrevivientes de violencia de género.  

“María conoce de primera mano los problemas de la zona y conoce a la mayoría de las mujeres y sus necesidades en el refugio”, señaló Cristel Damián, coordinadora de violencia de género del UNFPA. “Es un gran apoyo para nuestro trabajo tener líderes como ella, con habilidades sociales y vocación de servicio incondicional”. 

La Sra. Albán dijo que puede ser frustrante no poder hacer más por las mujeres con las que trabaja. Ella ha dado refugio a muchas personas en su casa y, lamentablemente, ha visto como algunas personas no han podido escapar del ciclo de acoso y hostilidad que llevan a cabo sus agresores. 

Sin embargo, está decidida a no dejar de apoyar a las mujeres que buscan su ayuda para erradicar la violencia de sus vidas. Por ese motivo trabaja con el UNFPA y coincide con el objetivo de la organización de eliminar todas las formas de violencia de género y prácticas nocivas.

“Me encanta saber que hay personas que dan todo para luchar contra la violencia hacia las mujeres”, recalcó. 

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