Noticias
Ayudar a las mujeres y niñas a reclamar su autonomía corporal en la República Democrática del Congo
- 09 Junio 2021
Noticias
BUKAVU, República Democrática del Congo – Lisa* quedó huérfana de niña y fue criada por su hermana y su cuñado. Mientras crecía en Bukavu, una pequeña ciudad en Kivu del Sur, las amenazas de conflicto y la violencia sexual generalizada nunca estuvieron lejos. “El lugar más seguro para mí era el hogar”, explicó al UNFPA,
pero eso cambió cuando llegó a la adolescencia.
“Un día, los oí susurrando y mirándome. Pronunciaron varias veces la palabra "regalo". Más tarde, me di cuenta de lo que eso significaba: el regalo era yo”, recordó Lisa. “Me casaron con un hombre que tenía tres veces mi edad. Yo tenía apenas 14 años”.
El matrimonio infantil está muy extendido en la República Democrática del Congo; alrededor del 37 % de las niñas se casan antes de cumplir 18 años, según datos de las Naciones Unidas. Para algunos, el matrimonio infantil es visto como una manera de asegurar la protección contra la violencia sexual, pues el marido de una niña se hace responsable de su seguridad. A menudo no se considera la posibilidad de que su marido sea el perpetrador de esa violencia.
En otros casos, como el de Lisa, una niña es considerada un producto transable con una vida útil.
La violencia de género, incluidas la violencia doméstica, la violencia sexual relacionada con los conflictos y las prácticas nocivas, están ampliamente extendidas en muchas partes del país. El matrimonio forzado es una de esas formas de abuso.
Lisa fue víctima del matrimonio forzado no sólo una sino cuatro veces.
“Llegó el momento en que ya no era joven, y dijo que ya no me quería, me dijo que me fuera”, relató sobre su primer marido.
Sus parientes la ridiculizaron y luego la regalaron a otro hombre, y después a otro. Su valor como novia disminuyó con cada unión forzada.
Hoy en día, es la única proveedora de sus siete hijos.
Ella relató esta historia a la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem, quien se reunió con Lisa y otras sobrevivientes de la violencia en un patio escolar en Bukavu.
Las sobrevivientes forman parte del Grupo de Trabajo sobre Protección de la Infancia, una organización que trabaja con el UNFPA para fortalecer los esfuerzos encaminados a proteger a niñas y niños del abuso y la explotación. Juntos, ellas y ellos y el UNFPA están exhortando a las comunidades a salvaguardar los derechos y las opciones de las mujeres y las niñas.
“La autonomía corporal es una base sobre la que se construyen todos los demás derechos humanos”, remarcó la Dra. Kanem. “Sin embargo, vemos que se ha violado repetidamente en prácticas que descarrilan la vida, como el matrimonio infantil, una forma de violencia de género que priva a las niñas de su infancia y amenaza su salud a largo plazo”.
En Bukavu, la Dra. Kanem también visitó el Hospital Panzi, un refugio seguro para sobrevivientes de violencia sexual.
El hospital fue fundado por el Dr. Denis Mukwege en 1999, cuando la guerra asoló el la zona rural. El Dr. Mukwege vio cómo las mujeres y las niñas quedaron atrapadas en los fuegos cruzados de crisis tras crisis, el modo en que se utilizó la violación como arma de guerra, la forma en que la región sigue enfrentando una de las tasas más altas de violencia sexual contra mujeres y niñas.
Como cirujano ginecológico, trató a las sobrevivientes cuyos órganos reproductivos habían quedado destruidos por violaciones de pandillas y armas. Los tratamientos médicos podían curar los cuerpos destrozados, pero el Dr. Mukwege veía persistir el trauma emocional. Adoptó un enfoque holístico (el pionero Modelo Panzi) que integró los tratamientos médicos con asesoramiento psicológico, asistencia legal y apoyo socioeconómico.
“No podemos simplemente tratar al dedo o al oído”, dijo el Dr. Mukwege, quien se convirtió en activista en favor de los derechos humanos y a quien, en 2018, se le otorgó el Premio Nobel de la Paz. “Tenemos que ver a la persona como un todo”.
El UNFPA está colaborando con la Fundación Panzi y otros asociados para prestar apoyo a las supervivientes. Uno de esos programas, un centro de ventanilla única, se inspira en el modelo Panzi, que integra la asistencia médica, psicosocial y jurídica para mujeres y niñas.
El UNFPA y la Fundación Panzi también han unido sus fuerzas para aumentar la capacidad de los proveedores de servicios de salud, como médicos y enfermeras, en el manejo de la fístula obstétrica. Entre 2013 y 2019, el UNFPA ayudó a 50.000 sobrevivientes de violencia sexual en el país a recibir tratamiento médico, y casi el mismo número de personas recibió apoyo psicosocial.
Durante la visita de la Dra. Kanem, el UNFPA y la Fundación Panzi convinieron en seguir fortaleciendo sus esfuerzos conjuntos.
Reflexionando sobre la prolongada crisis en el país y la continua violencia contra las mujeres y las niñas, la Dra. Kanem lamentó que con demasiada frecuencia, "la paz se mide por el silencio de las armas. Sin embargo, la paz y la prosperidad sólo pueden lograrse cuando ganamos la batalla contra la impunidad, y las mujeres y las niñas pueden vivir libres de daños”.
*Se ha cambiado el nombre