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En la catástrofe provocada por los humanos en Yemen, las mujeres y las niñas pagan el precio más alto
- 26 Febrero 2021
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IBB, Yemen – La partera Lena al-Shurmani recuerda cuando conoció a Abia* en el campamento Al Mawa, en Ibb. Abia tenía 15 años y ocho meses de embarazo. "Estaba muy preocupada", recordó la Sra. al-Shurmani. "Tenía un útero prolapso y estaba gravemente desnutrida".
Abia también estaba preocupada.
"Desde que quedé embarazada, vivía con miedo constante", admitió al UNFPA. "He oído decir que muchas niñas de mi aldea perdieron la vida y sus bebés a mi edad".
El aumento de los combates había obligado a su familia a huir de Taizz al campamento. Allí, relató Abia, "no podíamos permitirnos viajar a un hospital, y no sabíamos dónde había uno".
Esas preocupaciones eran bien fundadas: cuando Abia entró en el labor de parto, comenzó a sangrar profusamente.
Seis años de implacable conflicto han convertido a Yemen en el sitio donde tiene lugar la mayor crisis humanitaria del mundo. Más de 20 millones de personas necesitan asistencia humanitaria.
El sistema de salud pende de un hilo: sólo la mitad de los centros sanitarios de Yemen funcionan y, entre los que aún funcionan, sólo el 20 % presta servicios de salud maternoinfantil. Una mujer muere en el parto cada dos horas.
La hambruna que se cierne sobre el país podría empeorar las cosas. Ya más de un millón de embarazadas y madres lactantes están gravemente desnutridas, una cifra que probablemente se duplique a medida que aumente la inseguridad alimentaria.
Sin embargo, la ayuda humanitaria vital ha sido insuficientemente financiada de manera crónica.
En 2020, más de 80 de las 180 instalaciones de salud apoyadas por el UNFPA cerraron debido a las deficiencias de financiación, lo que provocó que más de 1 millón de mujeres perdieran el acceso a la atención crítica y parto seguro. Se han documentado muertes maternas prevenibles en distritos donde se han cerrado estas instalaciones.
Para el 1.º de marzo, los Gobiernos de Suecia y Suiza, en conjunto con las Naciones Unidas, están convocando una Reunión de Alto Nivel sobre Promesas de Contribuciones para la Crisis Humanitaria del Yemen. El UNFPA está pidiendo más de USD 100 millones para prestar servicios de atención de salud reproductiva y servicios a las sobrevivientes de la violencia, así como socorro de emergencia hasta fines de 2021.
Al final, Abia tuvo suerte.
Después de que comenzó a sangrar durante el parto, su marido salió apresuradamente a buscar a la Sra. al-Shurmani. La partera llegó donde Abia alrededor de las 2 de la madrugada.
“Perdió la conciencia muchas veces durante el parto. Realmente temía por su vida", recordó la Sra. al-Shurmani.
Por suerte pudo controlar el sangrado.
Abia sobrevivió y dio a luz a una niña sana. "Estoy muy agradecida con la partera", manifestó después. "Ella viajó lejos en medio de la noche para salvar mi vida y la de mi bebé".
El año pasado, a pesar del enorme déficit de financiación, el UNFPA pudo llegar a 3 millones de personas con vitales servicios de salud reproductiva y de protección de las mujeres. Esos esfuerzos fueron apoyados por Canadá, el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia, la Unión Europea, Islandia, Japón, los Países Bajos, Noruega, Arabia Saudita, Suecia, Suiza, los Emiratos Árabes Unidos y Fondo Humanitario para el Yemen.
Esos servicios sólo son posibles gracias a los extraordinarios esfuerzos de mujeres como la Sra. al-Shurmani que, capacitada por el UNFPA para identificar y ayudar a las sobrevivientes de violencia de género, trabaja en un equipo de extensión que presta servicios de salud, atención psicosocial y otros tipos de apoyo.
"Mi trabajo está dirigido a las familias desplazadas más vulnerables y pobres, que viven en campamentos y asentamientos espontáneos, especialmente porque no pueden acceder a los servicios sanitarios", explicó.
Su trabajo es a menudo agotador. "Uno de los principales desafíos que enfrento es salir de noche sin medios de transporte, lo que me obliga a caminar a pie con mis compañeras y compañeros".
El trabajo tiene además una carga emocional. La Sra. al-Shurmani ha visto cómo aumentan drásticamente las vulnerabilidades de las mujeres y las niñas. Las tasas de matrimonio infantil también van aumentando, a medida que las familias luchan contra la pobreza y la inseguridad. Un estudio reciente del UNFPA en tres gobernaciones mostró que 1 de cada 5 niñas desplazadas de entre 10 y 19 años estaban casadas. Entre las comunidades de acogida, la proporción era de 1 de cada 8.
Abia era una de esas niñas, pues se casó hace poco más de un año, a los 14 años. El equipo de extensión de la Sra. al-Shurmani pudo proporcionarle atención psicosocial, ropa cálida y remisiones a asistencia de emergencia con alimentos y dinero en efectivo.
Lo lamentable es que ese equipo de extensión es el último que aún está operando. Otros tres equipos de divulgación apoyados por el UNFPA en Ibb y Taizz han dejado de prestar servicios debido a la escasez de fondos.
Unas 350.000 mujeres perdieron el acceso a los servicios de violencia de género en 2020, tras el cierre de 12 espacios seguros apoyados por el UNFPA. Se estima que 6,1 millones de mujeres y niñas necesitan esos servicios.
“No solo necesitamos financiación para mantener los servicios, sino que además necesitamos urgentemente ampliar nuestra capacidad para salvar las vidas de las mujeres y las niñas”, recalcó Néstor Owomuhangi, Representante del UNFPA en Yemen.
*Se ha cambiado el nombre para fines de privacidad y protección