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“Un sueño por lograr”: Hacer que Myanmar sea más inclusivo de cara a la discapacidad
- 05 Enero 2023
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YANGON, Myanmar – “Solicité un trabajo en una tienda de costura local. Cuando vieron mi discapacidad física, rechazaron mi solicitud sin dar razón alguna”, relató Myo, una mujer de 19 años habitante de Yangón, Myanmar.
“El hecho me entristeció bastante, ¿por qué no querrían darme una oportunidad?”
Según una encuesta de 2019, casi seis millones de personas en el país son personas con discapacidad. Como ocurre en todo el mundo, los miembros de esta comunidad en Myanmar enfrentan un acceso desigual a la atención médica, la educación, las oportunidades y el empleo, una discriminación que ha empeorado en medio de la crisis política del país y la pandemia de COVID-19. En los últimos años, las personas con discapacidad (mayores de 15 años) tenían más del doble de probabilidades de estar desempleadas.
Para los casi 3,5 millones de mujeres y niñas de Myanmar con discapacidad, la desigualdad de género agrava estos desafíos, ya que pueden enfrentar un doble prejuicio al acceder a información y servicios de salud reproductiva, por ejemplo, debido a que el estigma relacionado con las normas de género se combina con actitudes sesgadas respecto a su capacidad para ejercer la autonomía corporal.
“No hay igualdad de oportunidades y derechos para las mujeres en nuestra sociedad, pero es aún peor para las mujeres y niñas con discapacidad”, planteó Myo Myo.
Permitir la participación plena
Los desafíos superpuestos e interseccionales aumentan las vulnerabilidades de las mujeres y niñas con discapacidad en todo el mundo. En algunos países, la proporción de personas con discapacidad que viven bajo la línea de pobreza es el doble que la de la población en general, y las investigaciones del UNFPA muestran que las mujeres con discapacidad tienen hasta diez veces más probabilidades de sufrir violencia de género.
Las denegaciones de información y servicios de salud sexual y reproductiva para esta comunidad son extremadamente frecuentes. A más de la mitad de las mujeres con discapacidad intelectual se les ha dicho que no se supone que tengan hijos.
“La gente piensa que no somos capaces de hacer nada”, lamentó Sabai, de 20 años, que vive en Yangón. “Queremos mostrarles nuestra capacidad, que podemos hacer muchas cosas como las demás personas”.
Sobre el terreno en Myanmar, el UNFPA trabaja con organizaciones locales para empoderar a las mujeres y a las y los jóvenes con discapacidad para que participen plenamente en la vida pública. Entre las iniciativas apoyadas se incluyen aquellas que promueven la toma de conciencia sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos y la violencia de género, y que desarrollan habilidades empresariales, entre otras.
Tanto Myo Myo como Sabai han asistido a sesiones de capacitación respaldadas por el UNFPA sobre el desarrollo de habilidades vocacionales, y han recibido dinero inicial para ayudarles a iniciar sus propios negocios.
“Junto con organizaciones internacionales y locales, podemos promover la concienciación para cambiar las percepciones de la comunidad y poner fin a la discriminación contra las personas con discapacidad”, afirmó Myo Myo.
Lo que significa ser “capaz”
La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) reafirma que a todas las personas con discapacidad se les deben garantizar los derechos humanos y las libertades fundamentales. Myanmar ratificó la CDPD el 7 de diciembre de 2011. A pesar de esto, persisten las violaciones de derechos contra las personas con discapacidad en el país, tal como sucede en todo el mundo.
A nivel mundial, activistas y defensores están trabajando para cambiar esas realidades. “Nuestras intervenciones contribuyen significativamente a iniciar y promover una sociedad que incluya a las personas con discapacidad en Myanmar”, destacó Eri Taniguchi, Representante Adjunta Interina del UNFPA en Myanmar.
Entre las mujeres con discapacidad en las que esas intervenciones han tenido un impacto se cuentan Myo Myo y Sabai, que hoy dirigen pequeñas empresas. Myo Myo cose, hace punto y ganchillo desde casa, y Sabai vende rollos de arroz y pescado a la parrilla en una tienda que abrió, y entrega pedidos en su bicicleta eléctrica.
“Como todas las demás personas, tengo un sueño que lograr. Quiero mostrarle al mundo que somos “capaces”, lo que significa que tenemos la capacidad de aportar a nuestra comunidad”, dijo Sabai.