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Siria: Los derechos de las mujeres y las niñas penden de un hilo cuando el conflicto cumple 12 años y los terremotos profundizan el sufrimiento
- 16 de marzo de 2023
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SIRIA – “Para la mayoría de las personas en Siria, la vida futura tiene muy pocas perspectivas de mejorar”, lamentó Rima, una joven de Alepo, al conversar con el UNFPA. “La gente se está rindiendo”.
Rima es una de los 7,7 millones de mujeres y niñas en Siria que necesitan asistencia humanitaria tras haber vivido 12 años de violencia incesante, desplazamiento, fiascos económicos, epidemias, incluido el cólera, y reiteradas violaciones de sus derechos humanos.
Los devastadores terremotos que azotaron el mes pasado, pocas semanas antes de este sombrío aniversario, se convirtieron en otra emergencia mortal que agregar a una de las crisis humanitarias y de protección más complejas del mundo.
Incluso antes de los terremotos, más de 15 millones de personas necesitaban asistencia urgente en Siria, y el 90 % de la población vivía en la pobreza, el número más alto desde que comenzó la crisis en 2011. Siria también tiene el mayor número de desplazados internos en el mundo, que suman 6,8 millones, y el mismo número ha huido a los países vecinos. Casi la mitad de los desplazados son mujeres y niñas, que enfrentan las crecientes consecuencias de la falta de vivienda, la discriminación, la indigencia financiera y un aumento de los riesgos de explotación y abuso.
“La situación de las y los sirios en toda la región es peor de lo que ha sido en años”, explicó Laila Baker, Directora Regional del UNFPA para los Estados Árabes. “Las hostilidades continuas y nuevas así como las violaciones desenfrenadas de los derechos humanos han convergido para poner vidas en riesgo. Como en todas las crisis humanitarias, las mujeres y las niñas son las que están en peor situación”.
Los servicios de salud y protección no resisten tanta tensión
Los terremotos no hicieron sino exacerbar una situación irresoluble, ya que pusieron en mayor peligro y trajeron mayores dificultades a las vidas y la supervivencia de casi 9 millones de personas.
Baby Nour nació en circunstancias traumáticas cuando su madre, Reham, y sus familiares huyeron de su casa y se refugiaron junto a decenas de otras familias en una mezquita en Alepo tras los terremotos.
Aunque recibió atención postnatal de un equipo móvil apoyado por el UNFPA que visita el refugio regularmente, Reham admitió que “las condiciones de vida no son saludables para mí ni para mi bebé. La temperatura es muy baja por la noche y el aire no es limpio debido al hacinamiento. Tampoco hay suficiente comida”.
Más de una década de bombardeos, escasos fondos e inseguridad generalizada han puesto de rodillas el sistema de salud del país: más de la mitad de las instalaciones han cerrado o solo funcionan parcialmente, y los trabajadores sanitarios han renunciado en masa. “Hay desabastecimientos de medicamentos para tratar cosas tan básicas como la gripe, mucho menos algo tan complicado como una cesárea”, agregó Baker.
Desde que ocurrieron los terremotos se estima que 133.000 embarazadas, así como madres lactantes y niñas que están menstruando, están encontrando graves problemas para acceder a la atención, el apoyo y los suministros esenciales. De las 40.000 mujeres que van a dar a luz en los próximos tres meses, unas 6.600 tendrán complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto y necesitarán atención médica de emergencia que salve vidas, que ahora es peligrosamente escasa.
Una variedad de desastres
La violencia de género en Siria existía antes de los terremotos, y las mujeres y las niñas informaron de un aumento de la violencia sexual y doméstica, incluso por parte de sus parejas íntimas, abuso físico y psicológico, aumento de la violencia digital y aumento de las tasas de matrimonio forzado e infantil. Es probable que estas violaciones solo aumenten con el último desastre, ya que muchas mujeres y sus familias se han visto obligadas a vivir en refugios improvisados, inseguros y superpoblados, lo que las expone a una mayor explotación y abuso.
En el curso de los últimos 12 años, el UNFPA y sus asociados han apoyado el acceso a los servicios de salud y han garantizado la protección contra la violencia de género a través de espacios seguros para las mujeres y las niñas. Solo en 2022, el UNFPA prestó servicios de salud sexual y reproductiva a más de 2 millones de personas en toda la región, mientras que más de 815.000 se beneficiaron de programas diseñados para prevenir y responder a la violencia de género, incluidas casi 290.000 adolescentes.
En este momento, el UNFPA y sus asociados están distribuyendo medicamentos y suministros esenciales a los centros de salud y protección en las zonas afectadas por el terremoto en el noroeste, y los equipos móviles viajan a lugares de difícil acceso para llegar a las mujeres y niñas vulnerables, pero hay que hacer mucho más para proteger a millones de personas de la espiral que lleva de la crisis a la catástrofe.
Se necesita más ayuda después de una década de sufrimiento
Los terremotos expusieron las fallas y las profundas desigualdades que impulsan la crisis en Siria. Muchas más personas viven hoy en las calles o en refugios, sin poder reconstruir sus hogares o medios de vida. Los centros de salud y las estructuras de apoyo están dañados o destruidos. Salvaguardar los derechos sexuales y reproductivos, la salud y la dignidad de las y los sirios en toda la región exigirá una dedicación mancomunada e intransigente por parte de la comunidad internacional.
Además de los 24,8 millones de dólares necesarios para restablecer los servicios después de los terremotos, el UNFPA está pidiendo 141,2 millones de dólares como parte de su respuesta regional a la crisis en Siria en 2023. Los fondos se necesitan urgentemente para cubrir el enorme aumento de las necesidades de salud y protección reproductiva y permitir que el UNFPA siga defendiendo los derechos de las mujeres y las niñas en Siria y de los desplazados en el resto de la región.