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¿Qué es la CIPD y por qué es importante?

La CIPD marcó una revolución para la salud y los derechos sexuales y reproductivos. © Foto de la ONU
  • 29 de marzo de 2019

NACIONES UNIDAS, Nueva York - Este año marca el 25.º aniversario de la CIPD, un hito de los derechos en materia de salud sexual y reproductiva. Esta semana, líderes de todo el mundo se reúnen en las Naciones Unidas para examinar los avances realizados desde esa histórica reunión. ¿Pero qué fue la CIPD? ¿Qué significa para sus derechos en el día de hoy?


El Secretario General Boutros Boutros-Ghali (segundo desde la izquierda) y la Directora Ejecutiva
del UNFPA, Nafis Sadik, asistieron a la CIPD en 1994. © UN Photo

¿Qué fue la CIPD?  

CIPD son las siglas de la Conferencia Internacional Sobre la Población y el Desarrollo, una reunión que tuvo lugar en El Cairo en 1994, en que 179 gobiernos aprobaron un revolucionario Programa de Acción e hicieron un llamamiento en favor de que los derechos en materia de salud sexual y reproductiva ocuparan un lugar central en las acciones nacionales y mundiales orientadas a impulsar el desarrollo económico y político.

Concretamente, el Programa de Acción planteaba que todas las personas debían tener acceso a servicios integrales de salud reproductiva, incluida la planificación familiar voluntaria, servicios de embarazo y parto seguros, y la prevención y tratamiento de las infecciones de transmisión sexual.

También reconocía que la salud reproductiva y el empoderamiento de las mujeres están entrelazados, y que ambos son necesarios para el progreso de la sociedad.

"La plena participación de la mujer en condiciones de igualdad, en la vida civil, cultural, económica, política y social a nivel nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación por motivos de sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional", afirmaba el Programa de Acción.

Hoy, la "CIPD" se utiliza a menudo como abreviatura para referirse al consenso mundial de que los derechos en materia de salud sexual y reproductiva son derechos humanos, que son un requisito previo para el empoderamiento de las mujeres, y que la igualdad de las mujeres es condición previa para asegurar el bienestar y la prosperidad de todas las personas.


Mujeres reciben información sobre planificación familiar en una clínica en Túnez. © UN Photo

¿Cómo cambió el mundo la CIPD?

En los años sesenta, según descendían las tasas de mortalidad en todo el mundo, algunos investigadores y responsables de la formulación de políticas temieron que el crecimiento demográfico superara los recursos naturales, conduciendo de ese modo a hambrunas y al colapso social.

Los gobiernos respondieron: algunos estudiaron el impacto del crecimiento demográfico sobre las economías y el medio ambiente, otros ampliaron los programas de planificación familiar, y unos pocos tomaron medidas, en ocasiones coercitivas, para reducir las tasas de fecundidad.

El Programa de Acción de la CIPD reunió a la comunidad internacional y reflejó un nuevo consenso acerca de la respuesta al crecimiento demográfico. Estableció firmemente que los derechos y la dignidad de las personas, no los objetivos demográficos, eran el mejor modo de que las personas lograran sus propias metas de fecundidad. Además, los gobiernos reconocieron que estos derechos eran esenciales para el desarrollo mundial.

La CIPD representó una aprobación rotunda de que asegurar la salud reproductiva, los derechos individuales y el empoderamiento de las mujeres es obligación de cada país y de cada comunidad.


Residentes llevan a una mujer a un centro de salud en una zona rural de Etiopía en 2014.
© UNFPA/Mulugeta Ayene

¿Por qué hablamos de esto 25 años después?

Las Naciones Unidas presenta un informe sobre los progresos realizados en el cumplimiento del mandato del Programa de Acción de la CIPD. En la Comisión sobre Población y Desarrollo, que se reúne anualmente, las Naciones Unidas examina el estado de los derechos en materia de salud sexual y reproductiva en todo el mundo. Esto incluye progresos realizados, o terreno perdido, en medidas encaminadas a empoderar a las mujeres, educar a las niñas y eliminar la violencia basada en el género y las prácticas nocivas.

Estos exámenes anuales han dejado claro cuánto trabajo queda por hacer.  A pesar de 25 años de acuerdo, gran parte del progreso se ha estancado y, en lo relativo a algunas medidas, ha empeorado.

El acceso voluntario a anticonceptivos modernos ha aumentado en 25 por ciento desde 1994, y la calidad de los servicios de planificación familiar también ha mejorado considerablemente. Sin embargo, cientos de millones de mujeres siguen sin usar anticonceptivos modernos para prevenir los embarazos no deseados.

Las muertes maternas prevenibles han disminuido en un 40 %, pero el mundo todavía se encuentra lejos del objetivo del Programa de Acción de la CIPD de reducir la mortalidad materna a menos de 75 por 100 000 nacidos vivos.

También se han emprendido acciones profundas para poner fin a prácticas nocivas como la mutilación genital femenina (MGF) y el matrimonio infantil. En países con alta prevalencia de MGF, por ejemplo, la práctica descendió del 49 por ciento al 31 por ciento. No obstante, debido al crecimiento demográfico, el total de mujeres y niñas afectadas ha aumentado.


Murejes jóvenes protestan contra la mutilación genital femenina en 2014.© UNFPA Tanzania

¿Qué están haciendo las personas al respecto?

En noviembre de este año, gobiernos, defensores, organizaciones de salud, activistas en favor de las mujeres y los jóvenes y otras personas se reunirán en Kenya para la Cumbre de Nairobi. Allí buscarán compromisos claros que ayuden a promover los objetivos de la CIPD y proteger los derechos y la dignidad de todos.


La Jefe de la Dirección de Género del Ministerio de Salud Pública de Afganistán tomó una posición
en contra de las prácticas nocivas en las instalaciones de salud. © UNFPA Afghanistan/Ali Mohaqqeq

¿Qué está en juego?

Sabemos cómo satisfacer las necesidades de salud sexual y reproductiva de prácticamente todas las personas. Contamos con los adelantos médicos, las tecnologías y los conocimientos para empoderar a cada individuo para que tome sus propias decisiones en materia sexual y reproductiva, independientemente de sus ingresos, ubicación, género, orientación sexual o discapacidad.

Lo que nos falta son los recursos, la voluntad política y el compromiso para lograr este objetivo. Si no actuamos ahora, este año, podríamos perder el impulso para hacer efectivos esos derechos para todos.

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