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Desde el comienzo de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, 1 de cada 3 bebés ha nacido en un hospital apoyado por el UNFPA.
A pesar de los peligros (se han producido más de 850 ataques verificados contra centros de atención médica) la obstetra Olena Mokhonko ha ayudado a mujeres a dar a luz hasta 70 bebés al mes en el Hospital Materno de Chernihiv.Recientemente se reunió a cuatro de esas mujeres para celebrar el primer cumpleaños de sus hijos y escuchar a las madres compartir sus experiencias de dar a luz en una ciudad bajo fuego. A continuación cuentan sus historias.
[En la foto superior] En una conmovedora fiesta de cumpleaños, las madres se reúnen con la obstetra que trajo al mundo a sus bebés en medio de la guerra. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Nina y Yulia
En las últimas semanas de su embarazo, el plan de parto de Nina cambió drásticamente a medida que el conflicto se agudizaba. Sabiendo que podría no lograr llegar al hospital, creó un plan B.
“Me estaba preparando para dar a luz en el sótano”, explica, recordando cómo su comunidad se reunió en torno a ella. “La gente de nuestro vecindario tenía diferentes cantidades de alimentos: algunas personas tenían cereales, otras tenían alimentos enlatados... todas tenían algunos alimentos o suministros de higiene, así que teníamos lo básico. Encontré a una psicóloga perinatal en Internet (todavía había conexión en este momento) y le pregunté qué hacer en mi situación. Me explicó todo en detalle: cómo cortar el cordón umbilical, cómo revisar la placenta”.
[En la foto superior] Nina con Yulia en el refugio antibombas donde buscó seguridad antes y después de dar a luz. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Cuando llegó el momento, Nina llamó a una ambulancia, pero le dijeron que el personal solo podía responder a llamadas por heridas de bala. Una voluntaria la llevó al hospital de maternidad, por lo que no tuvo que dar a luz en el sótano, pero aún quedaban desafíos extremos.
Nina recuerda el sistema que regía en el hospital: “Si no se producían ataques con misiles, nos llevaban al primer piso; di a luz en el pasillo, lejos de las ventanas. No obstante, cuando la situación de seguridad era crítica, nos bajaban al refugio antibombas. Fue puro horror: los bebés lloraban; las mujeres daban a luz. Di a luz en el pasillo. Otras mujeres estaban acostadas a mi lado o daban a luz”.
A pesar del caos, dice, “el personal médico trabajó muy armoniosamente. El director del hospital de maternidad hacía rondas por el primer piso, preguntaba cómo nos sentíamos y se interesaba por todas y todos”.
[En la foto superior] Los vecinos aunaron recursos y arreglaron el sótano de Nina, donde colocaron alfombras para para que sirvieran de abrigo a su regreso del hospital. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Nina recibió atención postparto rápida y eficiente y le dieron de alta con Yulia, su bebé. Los bombardeos pesados continuaron después que regresó a casa. "Pasábamos todo el tiempo en el sótano. Cuando se calmaba el bombardeo, subíamos las escaleras para usar el baño o para preparar rápidamente algo de comer”.
“Por la noche, el zumbido de los aviones hacía imposible dormir y la bebé se despertaba pidiendo ser alimentada”.
[En la foto superior] Nina y los niños en la entrada del sótano en que viven. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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El 18 de marzo, cuando Yulia tenía 11 días, Nina tomó a sus hijos y se fue en un autobús de evacuación. “En la ciudad el humo lo copaba todo y no había iluminación”, recuerda. “El personal del autobús tomó datos de cada una de las y los pasajeros, y se registró el asiento de cada ocupante para que, en caso de tiroteo, se pudiera identificar los cuerpos”.
[En la foto superior] Foto de bebé en situación extrema: Yulia en su cochecito frente a un edificio dañado del barrio. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Nina pasó dos meses en Polonia antes de volver a casa. “Es importante para mí que mis hijos caminen por sus calles nativas y se comuniquen en su lengua materna. Me alegro de despertar en mi propia casa, y de que mis hijos estén vivos y sanos”.
[En la foto superior] Olena, la obstetra, comparte con las asistentes a la fiesta de cumpleaños mientras Nina sopla una vela. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Iryna y Amelia
Iryna es madre soltera. Su esposo murió dos días antes de que naciera su hija. “Desde los primeros días de la guerra, fue a defender nuestra ciudad”, relata. “Le pedí que no fuera porque tenía que dar a luz, pero él respondió: “¿Quién sino yo?” El 3 de marzo, le dispararon y resultó herido. Falleció dos días después”.
Iryna estaba en un refugio antibombas cuando le dieron la trágica noticia.
Dio a luz el 7 de marzo en una habitación estrecha del hospital, que describe como un “pequeño armario”. La electricidad y las comunicaciones habían quedado eliminadas en la ciudad, y la pequeña sala se había convertido en un quirófano, con un generador y otros equipos esenciales. Allí dio a luz a Amelia por cesárea.
“Durante su primera semana de vida, Amelia no respiraba por sí sola”, por lo que, explica, fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos. “Estaba lista para darlo todo a fin de que sobreviviera. Entendí que su padre no estaría allí para brindar apoyo, pero esperaba que todo saliera bien con mi hija”
[En la foto superior] Iryna, que es madre soltera, perdió a su esposo, Serhiy, que murió luchando para proteger su ciudad natal de Chernihiv. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Una semana después de nacer, Amelia comenzó a respirar sin ayuda. Iryna sintió un alivio inmenso. “Salimos de la ciudad inmediatamente nos dieron de alta”, recuerda. “Los voluntarios nos llevaron a la región de Khmelnytskyi”. Iryna permaneció allí con su recién nacida durante un mes, pero estaba ansiosa por volver. “Los trabajadores de la morgue habían acordado no enterrar al padre de Amelia hasta que regresamos, pero no tuvimos mucho tiempo”, se lamenta. Regresó tan pronto como las tropas rusas fueron expulsadas de la ciudad.
“Amelia fue mi salvación. Si no hubiese sido por ella, no sé cómo habría sobrevivido. Ella me dio la fuerza para seguir viviendo”.
[En la foto superior] Un parque infantil cerca de la casa de Iryna en Chernihiv, donde regresó después de pasar un mes en busca de seguridad. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Kateryna y Sophia
Kateryna comenzó a sentir contracciones mientras se encontraba refugiada en un sótano. Con su ciudad bajo ataque, logró encontrar una ruta al hospital, al que llegó a las 5 p.m. Dio a luz a Sofía en el oscuro y concurrido corredor del hospital antes de la medianoche del 7 de marzo.
“Después que nació Sofía, nos llevaron al búnker del hospital por seguridad”, recuerda. “Pasamos sus primeras horas de vida bajo tierra”.
Cuando le dieron de alta a la mañana siguiente, fue a la casa de su hermana en Chernihiv, donde persistían los bombardeos. "Nos escondimos en el sótano y nos quedamos allí durante tres días. Hacía frío; no había luz ni agua”, relata. “De cualquier modo tenía que encontrar comida para la bebé, porque no tenía leche”.
[En la foto superior] Kateryna recibe flores en el primer cumpleaños de Sofía. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Su marido y Mykhailo, su hijo de 4 años, se alojaban con abuelos en su pueblo ocupado de Ivanivka, a 20 minutos en auto. Estar lejos de su hijo le causaban angustia y ansiedad, pero no podían estar juntos en medio del conflicto.
“Mi hermana y yo fuimos a Lviv. Durante el mes que estuvimos allí, lloraba todos los días. Cuando liberaron nuestro pueblo, nos trajeron a mi hijo. Mis hijos y seres queridos son la única alegría que me dio fuerza para sobrevivir este año”.
[En la foto superior] A Kateryna, en la imagen con su esposo y sus dos hijos, le resultaba difícil estar separada de su familia mientras daba a luz. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Maryna y Diana
Maryna dio a luz en el pasillo del hospital la misma noche que Nina y Kateryna.
Nos cuenta cómo, en las semanas previas al nacimiento de Diana, se estaba preparando para la llegada del bebé mientras “se hacía consciente de que la guerra había comenzado”.
[En la foto superior] Maryna reflexiona sobre el año anterior mientras la familia celebra el primer cumpleaños de Diana. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Llegó al hospital de maternidad en el curso del día 7 de marzo, deseosa de evitar viajar de noche en medio de toques de queda de la ciudad. “Mi mayor temor era la posibilidad de que una bomba nos cayera encima”, confiesa. “Afortunadamente, no hubo mayores problemas".
A pesar del estrés de dar a luz en medio del bombardeo, Maryna agradece que todo haya salido bien.
[En la foto superior] Cosas preciosas: el escaneo practicado a Maryna en el Hospital Materno de Chernihiv, y una etiqueta de tobillo que llevaba durante el parto. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Durante las siguientes dos semanas, la familia se quedó en el sótano con su recién nacida. “Aunque había luz de los generadores, hacía frío”, cuenta Maryna. “Estábamos entre las personas afortunadas que tenía cierto nivel de comodidad”.
“Decidimos abandonar Chernihiv porque era demasiado peligroso quedarse con una recién nacida. Fuimos a Borzna, en la región de Chernihiv, donde vivía el padre de mi esposo”, continúa. “Un incidente de particular significación fue cuando la pasarela que solíamos usar para salir de la ciudad fue volada un día después de que cruzáramos. Si hubiéramos retrasado nuestra salida por solo un día, no habríamos podido irnos”.
[En la foto superior] Olena, la obstetra, sostiene a Diana en su primer cumpleaños. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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Su familia está emocionada y aliviada de dar la bienvenida a la bebé. “Nuestro primer hijo había estado esperando ansiosamente a su hermanita. Él nos ayuda mucho y está emocionado de tener una hermana. Nuestra bebé es la primera niña de nuestra gran familia, y estamos agradecidos de estar vivos y sanos”.
[En la foto superior] Arthur, de 11 años, se siente emocionado ser hermano mayor de la bebé Diana. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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La obstetra Olena Mokhonko
Olena Mokhonko ha vivido y trabajado en Chernihiv durante toda la guerra. “Tuve que ir a trabajar porque soy médico y había jurado ayudar a las y los demás. Lo que más me gusta de mi trabajo es ver a un padre llorar, así como presenciar la alegría de los padres al dar la bienvenida a su hijo al mundo”, asegura. “Cuando nuestra ciudad fue ocupada, mi trabajo cambió dramáticamente. Tuve que realizar partos y cirugías en condiciones extremas. Trasladamos todo el equipo necesario al refugio antibombas y al primer piso de nuestro edificio”.
La Dra. Mokhonko describe cómo el bombardeo implacable afectó su vida en casa con su esposo. “Hubo momentos en que estábamos tan cansados de los bombardeos constantes que ya no íbamos al refugio antibombas. Todavía recuerdo el sonido de los aviones por la noche: mi esposo y yo nos agarrábamos de la mano, oíamos una explosión unos segundos después y agradecíamos que el misil no hubiese golpeado nuestra casa”.
[En la foto superior] Olena ha traído al mundo bebés durante toda la guerra en su ciudad natal de Chernihiv. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny
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“Como obstetra, me alientan la fuerza y la resistencia de las mujeres ucranianas, que dan a luz en medio de la devastación causada por la guerra. Son verdaderas heroínas”, dice. “Con la ayuda de la comunidad internacional y la determinación del pueblo ucraniano, creo que podemos superar estos desafíos y crear un futuro mejor para nuestras hijas e hijos”.
[En la foto superior] La galería de fotos de Maryna, repleta de fotos de la bebé. © UNFPA Ucrania/Serhii Korovayny