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Elevada violencia, crisis de combustible y un brote de cólera: Haití sumida en una «catástrofe humanitaria»
- 13 Octubre 2022
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PUERTO PRÍNCIPE, Haití – A medida que la protección, la atención sanitaria y los servicios esenciales se desmoronan, la violencia y la volátil crisis política y económica que envuelve a Haití ha degenerado rápidamente hasta desembocar en lo que las Naciones Unidas han descrito como una catástrofe humanitaria.
Una banda bloqueó la principal terminal de combustible del país en la capital, lo que ha provocado disturbios y una grave escasez. Alrededor de tres cuartas partes de los principales hospitales no disponen de energía para funcionar y hay escasez de medicamentos, oxígeno y equipos esenciales. Debido a que el transporte es prácticamente inexistente, el personal sanitario ya no puede desplazarse y actualmente solo funcionan tres ambulancias en Puerto Príncipe y prácticamente ninguna en el resto del país.
La violencia de las bandas se ha extendido en Haití desde julio de 2022, con cientos de personas asesinadas, violadas y secuestradas y más de 25.000 expulsadas de sus hogares en la capital en busca de refugio, la mayoría de ellas mujeres y niños.
Ahora, en mitad de una falta casi total de servicios básicos, como centros de salud en funcionamiento, acceso a agua potable, instalaciones sanitarias y recogida de basura, un brote de cólera amenaza la salud y la vida de millones de personas ya vulnerables y empobrecidas. Esta enfermedad transmitida por el agua provoca una diarrea aguda que puede ser mortal si no se trata en las primeras horas: hasta ahora han fallecido 18 personas y hay más de 250 casos sospechosos.
Sin instalaciones médicas ni personal sanitario cualificado, entre las personas que corren más riesgo de no recibir los cuidados intensivos que necesitan se encuentran unas 29.000 mujeres embarazadas y sus recién nacidos, especialmente si ahora contraen el cólera. Otras 10.000 complicaciones obstétricas podrían quedar sin tratamiento y miles de mujeres y niñas que están expuestas a altos índices de violencia y abusos sexuales no cuentan con servicios de protección.
Los riesgos se multiplican para las mujeres y niñas
«Mi compromiso profesional es salvar vidas y evitar que más jóvenes y mujeres se queden embarazadas sin desearlo y que mueran durante el parto», afirma Judline, enfermera y trabajadora comunitaria del UNFPA en Puerto Príncipe. «Trabajo con un equipo de agentes comunitarios, coordinando clínicas móviles donde las mujeres y las adolescentes pueden acceder a servicios de salud reproductiva», explica.
En medio de la violencia y la inseguridad, ha continuado visitando los campamentos de personas desplazadas cuando es prudente hacerlo, ayudando a garantizar que las mujeres y niñas reciben los cuidados intensivos que necesitan. Judline y su equipo detectan y supervisan a las mujeres y niñas embarazadas que pueden sufrir complicaciones y a aquellas que han sufrido violencia las derivan a los servicios de apoyo.
Mientras realizaba actividades de divulgación en uno de los campamentos, Judline conoció a una chica de 15 años llamada Nardine. «Era muy reacia a hablar conmigo, pero finalmente me contó que estaba en el tercer trimestre de su embarazo», recuerda. Al darse cuenta de que la joven iba a dar a luz antes de tiempo, Judline caminó con ella más de dos kilómetros hasta llegar al Hospital Universitario de La Paix, donde Nardine dio a luz a una niña de manera segura.
El UNFPA actúa sobre el terreno en una crisis que aumenta
Haití ya tiene el nivel más alto de mortalidad materna de América Latina y el Caribe, y el último recrudecimiento de la violencia y la inestabilidad ponen en peligro la vida de miles de mujeres embarazadas y lactantes, especialmente de las que se encuentran en los campamentos de personas desplazadas.
El UNFPA continúa dando respuesta a la violencia de género y proporcionando protección a través de clínicas de salud móviles y también derivando los casos a los centros sanitarios adecuados para la atención clínica y psicosocial cuando es posible. Sin embargo, unas 7.000 supervivientes de violencia sexual no podrán acceder a atención médica y psicosocial y miles más están en peligro si los mecanismos de protección desaparecen y los servicios esenciales se ven obligados a cerrar.
El UNFPA ha distribuido cientos de kits de maternidad y de higiene personal a mujeres y niñas que lo perdieron todo al huir de sus hogares en Puerto Príncipe; además, ha colaborado con sus asociados para instalar suministros de energía solar en hospitales y centros sanitarios. Esta iniciativa ha mejorado las instalaciones de la cadena de frío para almacenar vacunas y medicamentos y ha permitido la continuidad de los servicios de maternidad esenciales en 12 ubicaciones del país; sin embargo, la energía solar por sí sola no puede mantener los hospitales en pleno funcionamiento.
A pesar de los riesgos para su propia seguridad, Judline asegura que su equipo garantizará que las mujeres y niñas embarazadas tengan acceso a agua salubre y brindará tratamiento a aquellas personas con cólera. «No puedo abandonarlas», dice. «Me veo a mí misma como portadora de esperanza, soy la confidente de mujeres y niñas vulnerables que piden ayuda a gritos».