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La sequía en Kenya es un revés para la eliminación de la mutilación genital femenina
- 03 Febrero 2022
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CONDADO DE WEST POKOT, CONDADO DE SAMBURU, Kenya – En Kenya hay dos temporadas lluviosas: las largas lluvias de marzo, abril y mayo, y las lluvias cortas de octubre, noviembre y diciembre. Las últimas tres temporadas no han sido particularmente lluviosas, y se prevé que la siguiente sea igual. En algunas partes del país, la grave sequía, que afecta a más de 2,8 millones de personas, incluidas más de 730.000 mujeres en edad reproductiva, ha sido declarada un desastre nacional.
En este condado limítrofe con Uganda, las familias de pastores se desplazan constantemente en busca de agua y pastos para mantener vivo el ganado. Los desplazamientos causados por desastres naturales y provocados por el hombre (la humanidad contribuye al cambio climático y a los fenómenos meteorológicos extremos) ponen a las mujeres y niñas vulnerables en mayor riesgo de violencia de género y prácticas nocivas, como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil.
Los grupos locales establecidos por la Fundación I-Rep, organización comunitaria socia del UNFPA, han informado sobre un aumento de la amenaza de la mutilación genital femenina a medida que las niñas son sacadas de la escuela para unirse a sus familias nómadas. “En tiempos de sequía las más afectadas son las mujeres y las niñas, ya que tienen que hacer cola día y noche para bombear agua”, afirmó Domitila Chesang, directora de la Fundación I-Rep. “Del mismo modo, las niñas pueden ser casadas por el precio de la novia para ayudar a su familia a sobrevivir la sequía. Para ello, primero tienen que someterse a la mutilación genital femenina”.
De los 23 condados (Kenya tiene 47) afectados por la sequía, 14 se consideran epicentros de mutilación genital femenina con tasas de prevalencia de hasta el 97,5 %. (La tasa nacional de prevalencia es del 21 %). El UNFPA ha aumentado el apoyo a asociados como la Fundación I-Rep y World Vision Kenya en iniciativas contra la mutilación genital femenina en esos epicentros.
La Fundación I-Rep está capacitando a más grupos locales de vigilancia sobre prevención y respuesta, y trabajando con sobrevivientes y líderes comunitarios y religiosos para mantener a las niñas en las escuelas, incluso cuando sus familias se desplazan aún más lejos. “Hemos asumido la defensa de la creación de escuelas móviles adaptadas a la forma de vida de las familias pastoras para que las niñas no pierdan la oportunidad de una educación”, explicó la Sra. Chesang. “Cuando pasan tiempo aprendiendo, se reduce el riesgo de verse sometidas a la mutilación genital femenina”.
Visión Mundial Kenya está llevando a cabo diálogos intergeneracionales sobre los efectos nocivos de la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil, formando clubes de protección infantil en las escuelas e integrando enfoques económicos como la enseñanza de la confección de abalorios, para que el matrimonio precoz no sea una solución predeterminada para aliviar las dificultades económicas en epicentros de la mutilación genital femenina afectados por la sequía en el condado de Samburu. Según George Ndung’u, especialista técnico en género y desarrollo de World Vision Kenya, los diálogos con practicantes de la mutilación genital femenina, líderes religiosos y ancianos han avanzado en el propósito de poner fin a la nociva práctica. Lewkin es expracticante de la mutilación genital femenina en la aldea de Ntilal; hoy en día se rehúsa a realizar el ritual con las niñas sin importar los ruegos de los padres. “La mayoría de las mujeres no saben que algunos de los problemas de salud que enfrentan están directamente relacionados con la mutilación genital femenina”, señaló Lewkin. “Son ignorantes, como lo era yo antes de asistir a sesiones de aprendizaje que me llevaron a denunciar la mutilación genital femenina”.
Si bien en Kenya ha estado prohibida desde 2011, la práctica nociva persiste. Según un informe, del UNFPA, unas 813.159 niñas de Kenya corrían el riesgo de que se las sometiera a la mutilación genital femenina entre 2015 y 2030. En algunas comunidades de pastores o agricultores afectadas por la sequía, la prevalencia sigue siendo muy elevada, especialmente entre las comunidades somalí (94 %), samburu (86 %), kisii (84 %) y maasai (78 %). La prevalencia es más común entre las mujeres que viven en zonas rurales (25,9 %) que entre las urbanas (13,8 %).
Las niñas de las familias que dependen de la tierra para sobrevivir son víctimas más vulnerables de una sequía duradera: su salud está tan amenazada como la tierra reseca, y el fin de la mutilación genital femenina es para ellas algo tan esquivo como lo es la lluvia.