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Contra toda probabilidad, una niña malauí supera el matrimonio infantil, una agonizante labor de parto y la fístula obstétrica
- 11 de septiembre de 2023
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BAHÍA DE NKHATA, Malawi – Jacqueline tenía solo 15 años cuando se enamoró de un niño de otro pueblo. Los dos se escaparon juntos e iniciaron un matrimonio consuetudinario en lugar de uno formal. No obstante, Jacqueline nunca reveló la relación a su madre, Margaret Kumwenda, quien se preocupó por la creciente distracción de su hija y las frecuentes desapariciones.
Cuando la Sra. Kumwenda se enteró de la fuga, se molestó, e incluso pidió a la policía que tomara medidas contra el niño. “Me dijeron que todavía era menor de edad, y lo único que podían hacer era asesorarlos a él y a Jacqueline”, declaró la Sra. Kumwenda recientemente al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo los asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva.
El asesoramiento pareció funcionar durante un tiempo. Jacqueline, que siempre había sido una estudiante esforzada, aplicó una renovada dedicación a sus estudios. La Sra. Kumwenda esperaba que su hija terminara su educación antes de tomar en serio su relación, pero las tasas de abandono escolar son altas para las niñas en la comunidad remota de Jacqueline, que está a una hora a pie de la escuela más cercana. El matrimonio precoz a menudo se considera inevitable para las adolescentes, que suelen recibir poca información (si es que reciben alguna) sobre su salud y derechos sexuales y reproductivos.
Sin esperanza de un futuro diferente, Jacqueline también decidió abandonar la escuela. Un día empacó sus pertenencias y huyó con su esposo; se mudaron al distrito de Mzimba.
“La buscamos por todos lados, pero fue en vano”, se lamentó la Sra.Kumwenda.
Lesión de parto y abandono
Jacqueline pronto quedó embarazada y dio a luz a los 16 años en un centro de salud local. El parto presentó una obstrucción, además de ser prolongado y doloroso, lo que dio lugar a una fístula obstétrica, una lesión traumática del parto en la que se rompe un agujero en el canal de parto. De manera particular, las adolescentes son vulnerables a la labor de parto con obstrucción y a la fístula obstétrica.
Jacqueline dio a luz a una niña. La bebé prosperó en los días posteriores al nacimiento; no así Jacqueline. Al igual que la mayoría de las sobrevivientes de fístula, ella comenzó a gotear heces y orina, y sus lesiones no sanaron.
“Llevaba una vida solitaria, ya que no podía salir de casa porque me orinaba”, relató Jacqueline más tarde al UNFPA. Durante meses estuvo aislada, confinada en el interior debido a sus heridas.
Un día su esposo decidió deshacerse de ella. Trágicamente, el abandono por parte de un cónyuge o de por parte de la familia es algo común entre las sobrevivientes de fístula. Temerosa de comunicarse directamente con la Sra. Kumwenda, Jacqueline le envió un mensaje anónimo a través de un intermediario: su hija está mal y quiere volver a casa.
Los derechos humanos en juego
La reunión fue agridulce para la Sra. Kumwenda: se sintió aliviada de tener a su hija en casa, y se alegró mucho de conocer a su nieta, pero la condición de su hija la devastó.
“No sabía qué hacer”, admitió la Sra. Kumwenda.
Una fístula no tratada puede causar enfermedades físicas graves, no solo incontinencia crónica, sino también infecciones frecuentes y posible infertilidad. Sin embargo, la fístula obstétrica no es simplemente un problema de salud. Es una cuestión de derechos humanos.
En la mayor parte del mundo se puede prevenir la fístula obstétrica con el acceso a atención obstétrica de emergencia, por lo general una cesárea. Hoy en día, esta afección aflige de manera abrumadora a las mujeres y niñas más vulnerables: las que tienen acceso limitado a la educación sexual integral que les permitiría prevenir un embarazo adolescente, las que viven el matrimonio infantil y las que no tienen acceso a parteras calificadas y a una atención de emergencia competente durante el parto.
Las consecuencias de la fístula solo agravan las dificultades que enfrentan estas mujeres y niñas. Sufren estigma, discriminación de las comunidades, las familias y los empleadores, y a menudo daños psicológicos duraderos.
Un nuevo camino
Pero la Sra. Kumwenda se negó a rendirse. “Recordé que había una mujer en nuestra comunidad que siempre hablaba de una afección similar, y cómo ella podía ayudar que la trataran", rememoró.
La mujer fue embajadora de fístula de la Iniciativa Spotlight, un programa de igualdad de género financiado por la Unión Europea e implementado por el UNFPA y otros organismos de las Naciones Unidas. “Ella accedió a venir a nuestra casa al día siguiente”, dijo la Sra. Kumwenda.
Jacqueline fue pronto remitida al Hospital del Distrito de la Bahía de Nkhata, y desde allí se programó una cirugía en el consultorio de salud del distrito, con el apoyo de la Iniciativa Spotlight.
“No sé qué podría haber pasado si no hubiera venido aquí”, dijo en el hospital, después de la cirugía de reparación.
El UNFPA y Spotlight también están trabajando con la comunidad local para abordar las causas fundamentales de la fístula obstétrica: las vulnerabilidades de las mujeres y las niñas. Junto con el Consejo del Distrito de la Bahía de Nkhata, están empoderando a las mujeres y niñas con conocimiento sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos.
En cuanto a Jacqueline, ahora está curada y puede pensar en su futuro y el de su hija de dos años, y tiene nuevos y poderosos modelos a seguir. “Agradezco a quienes me ayudaron a recuperarme”, aseguró.