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5 verdades sobre la igualdad actual en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos

Dos mujeres miran hacia el lector con las cabezas juntas.
El informe del UNFPA sobre el Estado de la Población Mundial 2024 describe los avances realizados para millones de mujeres que han visto cómo han aumentado su autonomía corporal y sus derechos, pero deja al descubierto las múltiples y arraigadas desigualdades que afectan a las personas más pobres y marginadas del mundo. © Nneka Jones (@artyouhungry)
  • 16 de abril de 2024

NACIONES UNIDAS, Nueva York - En los últimos 30 años, los compromisos mundiales en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos han registrado notables avances: las tasas de mortalidad materna han descendido casi un tercio, el número de mujeres que utilizan métodos anticonceptivos modernos se ha duplicado y más de 160 países han aprobado leyes contra la violencia doméstica.

Un nuevo informe del UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva, analiza el camino que ha conducido a estos avances y ha empoderado a millones de personas con una mayor libertad y más autonomía. Sin embargo, también deja al descubierto el escaso impacto que estas mejoras han tenido en los más pobres y marginados del mundo, para quienes los derechos y las opciones siguen estando, en gran medida, fuera de su alcance.

Estas dispares realidades están impulsadas por la desigualdad y la discriminación, a menudo ocultas en nuestros sistemas sanitarios y en nuestras instituciones económicas, sociales y políticas. Por lo tanto, para lograr la equidad es necesario sacar a la luz las desigualdades para poder imaginar y aplicar soluciones inclusivas.

A continuación, puedes leer dónde y cómo se manifiesta la desigualdad en nuestras sociedades, elevando a algunas comunidades y rezagando a otras; y qué se puede hacer para contrarrestarla y garantizar un futuro próspero y en paz para todos.

1. Las desigualdades en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos están en todas partes.

Dibujo de una partera atendiendo a una mujer embarazada en una cama.
En todos los países analizados se detectaron disparidades en el acceso a la atención sanitaria de mujeres y niñas pertenecientes a minorías étnicas.  © Rosie James (rosiejamestextileartist)

En Asjabad (Turkmenistán), a Alia* y a su marido les dijeron que «no era deseable» que tuvieran un bebé. ¿El motivo? Ambos son ciegos.

Las mujeres y niñas con discapacidad a menudo sufren discriminación en materia de salud sexual y reproductiva, acceso limitado a los servicios y exclusión de la educación sexual integral. Algunas incluso se enfrentan a la denominada esterilización forzada.

Los retos concretos a los que deben hacer frente Alia y otras mujeres con discapacidad durante el embarazo y el parto refuerzan uno de los temas principales del informe: que el acceso a la salud y a los derechos varía enormemente de una región, un país y una persona a otra.

La condición de discapacidad representa sólo una faceta de la identidad que afecta al derecho a la salud. La ubicación es otra: las mujeres en África tienen 130 veces más probabilidades de morir por complicaciones durante el embarazo que las mujeres en Europa. Y en cuanto a las mujeres y niñas de minorías étnicas, se observaron disparidades en el acceso a la atención sanitaria en todos los países analizados en el informe del UNFPA.

Dibujo de una mujer sentada frente a un telar.
Durante casi 20 años no se ha avanzado en la reducción de las tasas de mortalidad materna en el mundo. © Rosie James (rosiejamestextileartist)

2. Los avances en materia de salud sexual y reproductiva para todos se están estancando y, en muchos casos, retrocediendo.

Durante casi 20 años, la reducción anual global de la mortalidad materna ha sido cero, lo que significa que no ha habido ningún avance. Mientras tanto, una cuarta parte de las mujeres afirman actualmente no poder negarse a mantener relaciones sexuales con su marido o pareja.

Eso significa que, a pesar de las inversiones, la promoción y la gran cantidad de normativas, la capacidad de las mujeres para tomar decisiones sobre su propio cuerpo está disminuyendo. Y aunque se han derribado rápidamente las barreras sanitarias para las más privilegiadas, se siguen manteniendo firmes para las más desfavorecidas.

«Incluso en los países más acomodados, las comunidades que se ven afectadas por prejuicios raciales y de otra índole en su vida cotidiana presentan tasas de mortalidad materna más elevadas», afirmó la Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, en su declaración con motivo del Día Mundial de la Salud. «Podemos y debemos hacerlo mejor».

Dibujo de tres mujeres con pancartas protestando por sus derechos reproductivos.
Los estereotipos nocivos se utilizan con demasiada frecuencia para justificar la desigualdad de género y la homofobia, con peligrosas consecuencias. © Rosie James (rosiejamestextileartist)

3. La salud y los derechos sexuales y reproductivos se politizan; y las opiniones se polarizan.

Mientras medio mundo acude a las urnas este año, muchos líderes han decidido basar sus estrategias políticas en fomentar la división.

Algunos responsables políticos están utilizando la preocupación por la migración y por las altas y bajas tasas de fecundidad como arma para rechazar los acuerdos sobre salud y derechos sexuales y reproductivos. Mientras tanto, otros están haciendo que sus sistemas jurídicos sean menos equitativos despenalizando la mutilación genital femenina o restringiendo los derechos de las personas LGBTQIA+, por ejemplo.

Los nocivos estereotipos sobre las mujeres, las niñas y las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas se difunden con demasiada frecuencia para justificar la desigualdad de género y la homofobia, con peligrosas consecuencias. Como explicó al UNFPA Efram*, un refugiado de Siria que luchaba por acceder a la atención sanitaria sexual en un nuevo país: «No puedo decirle a nadie que soy gay debido al estigma. No se nos reconoce y no tenemos ningún tipo de derechos».

Dibujo de un excursionista ayudando a otro a cruzar un paso rocoso.
Para ayudar a combatir las desigualdades en Colombia, las parteras prestan sus servicios en comunidades que están, en gran medida, alejadas del sistema sanitario oficial del país. © Rosie James (rosiejamestextileartist)

4. Pero hay esperanza: en los lugares en los que existen desigualdades, los líderes comunitarios están ayudando a cubrir las lagunas en los servicios.

La desigualdad de género, la discriminación racial y la desinformación están profundamente arraigadas en muchos sistemas sanitarios: los estudios del UNFPA han revelado que, en las Américas, las mujeres afrodescendientes tienen más probabilidades de morir durante el parto debido, en parte, a los abusos racistas en el sector sanitario.

Por estas y otras razones, como el coste y la distancia a los centros médicos, las mujeres afrodescendientes podrían evitar acudir a los hospitales para recibir atención sanitaria. «No era el entorno que yo quería», confesó Shirley Maturana Obregón, de Colombia, al UNFPA sobre su plan de parto.

En su lugar, dio a luz con una partera tradicional conocedora de los conocimientos ancestrales de la comunidad afrodescendiente de Colombia.

Las parteras prestan una atención culturalmente sensible a las comunidades colombianas que siguen estando, en gran medida, alejadas del sistema sanitario oficial del país y para las cuales llegar hasta un médico puede requerir costosos desplazamientos a través de terrenos peligrosos y afectados por conflictos.

Doña Maturana Obregón declaró que su parto con una partera fue precioso e inolvidable; más tarde, ella misma se convirtió en partera tradicional. «Estamos ahí, haciendo realidad los sueños de las mujeres», afirmó.

 Dibujo de cuatro mujeres tejiendo en telares circulares.
Los estudios demuestran que la financiación salva vidas, mientras que la falta de inversión las pone en peligro. © Rosie James (rosiejamestextileartist)

5. El progreso es factible, pero debemos rechazar la división y fomentar la colaboración.

El informe del UNFPA muestra, principalmente, que no podemos emplear la táctica de divide y vencerás en nuestro camino para garantizar la salud y los derechos universales. Al contrario, debemos alcanzar un consenso político, adaptar las soluciones a las comunidades y lograr financiación urgente para conseguir nuestros objetivos.

Los líderes comunitarios son esenciales para esta labor: Sarah Sy Savané, que lucha contra la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil en Côte d’Ivoire, afirma que los programas destinados a eliminar las prácticas nocivas los diseñan personas que trabajan en las comunidades a las que van dirigidos. «Los espacios seguros, los “clubes de maridos” y otras intervenciones están marcando una gran diferencia, aportando un rayo de esperanza ahí donde las jóvenes pensaban que no tenían derechos», declaró al UNFPA.

Iniciativas como éstas tienen efectos tangibles, pero necesitan más apoyo. Un gasto adicional de 79.000 millones de dólares en países con ingresos bajos y medios para 2030 evitaría 400 millones de embarazos no planificados, salvaría un millón de vidas y generaría 660.000 millones de dólares en beneficios económicos. La formación de más parteras también podría evitar alrededor del 40 por ciento de las muertes maternas y neonatales y más de una cuarta parte de los mortinatos.

La financiación salva vidas, mientras que la falta de inversión las pone en peligro.

Lo cierto es que la desigualdad está dondequiera que miremos; y una vez que se han revelado sus devastadoras consecuencias, ya es imposible dejar de verlas. Como declaró la Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, «Tenemos todos los motivos para actuar: por los derechos humanos, por la igualdad de género, por la justicia y por el resultado final del mundo.

Sólo hay una manera de lograr un futuro de dignidad y derechos para todos: trabajando juntos».

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