Noticias

“Tenían miedo de que pudiera morir”: La maternidad precoz pone en riesgo a las niñas de la República de Moldavia

Maria con su hija menor. Perdió peso después de cada embarazo, lo que alarmó a los médicos. © UNFPA Moldavia/Dan Gutu
  • 02 Agosto 2018

CIMISLIA, República de Moldavia – Maria* dio a luz a su primer hijo cuando tenía 16 años, una edad en la que la mayoría de sus compañeros se estaban graduando en la escuela secundaria. Actualmente, con 22 años de edad, tiene tres hijas.

“La gente que me conoce por primera vez no cree que tenga tres hijos. Piensan que son mis hermanas pequeñas”, contaba Maria. 

Conoció al hombre que sería su marido, Victor*, cuando tenía 15 años. Quedó embarazada poco tiempo después.


Maria con sus hijos. © UNFPA Moldavia/Dan Gutu

En ese momento, no sabía nada sobre los métodos anticonceptivos o los riesgos de un embarazo precoz. No recibí información sobre salud sexual y reproductiva en la escuela ni en casa. 

“Nunca he hablado de esas cosas con mi madre. Me sentía avergonzada”, afirmaba. “Nuestra profesora de biología había sobrepasado la edad de jubilación. Creo que ella también se sentía avergonzada, así que se saltó esos temas”.

Las niñas que quedan embarazadas a una edad temprana son extremadamente vulnerables. Tienen más probabilidades de dejar la escuela y ser pobres toda la vida. También tienen más posibilidades de sufrir complicaciones peligrosas. A escala mundial, las complicaciones del embarazo y el parto son la causa principal de mortalidad en adolescentes.

Maria, de hecho, abandonó la escuela incluso estando entre los mejores estudiantes del centro. También se enfrentó a graves problemas de salud.

“Me sentía muy débil”

Después de tener a su primera hija, Galina*, los doctores aconsejaron a Maria esperar al menos tres o cuatro años antes de concebir de nuevo. “Me dijeron que tenía que protegerme... pero nadie me contó cómo hacerlo”, rememoraba Maria.


Maria y su marido, Victor, luchando por llegar a fin de mes. 
© UNFPA Moldavia/Dan Gutu

Inmediatamente después del parto, recibió un anticonceptivo inyectable que duraba tres meses, pero no volvió a recibir más dosis.

Poco tiempo después, volvió a quedar embarazada. Tuvo otra niña. Un año y medio después, nacía su tercera hija. Todas nacieron por cesárea. 

Cada embarazo la dejó más débil que el anterior.

“Pesaba 48 kilos”, explicaba. “Perdí peso después del primer parto y seguí perdiendo peso después de cada embarazo. Me sentía muy débil”.

Durante su tercer embarazo, los doctores se alarmaron. “Los doctores me recomendaron abortar. Tenían miedo de que pudiera morir”, decía Maria. “No, no acepté. Les dije que daría a luz a mi niña aunque pusiese mi vida en peligro”.

Después del nacimiento de su tercera hija, habló con los doctores y decidió someterse a una ligadura de trompas, una forma de anticonceptivo permanente. 


La representante del UNFPA en la República de Moldavia, Rita Columbia,
y la ministra de Salud, Trabajo y Protección Social, Svetlana Cebotari,
hablan en el lanzamiento del Programa Nacional sobre Salud y
Derechos Sexuales y Reproductivos. © UNFPA Moldavia

Pero las complicaciones están lejos de terminar. 

La familia apenas llega a fin de mes. Su mobiliario consta de dos viejas camas y su hogar apenas tiene juguetes o libros para los niños.

Galina, de 5 años, cuida de sus hermanas en lugar de asistir a la educación preescolar. 

“A menudo me dice que quiere ir a la guardería también, con los otros niños, pero no puedo dejarla ir ahora mismo. No tenemos ropa y no podemos comprarla”, explicaba Maria al UNFPA.

“Quizás vaya a la guardería en otoño”. 

Ampliación de la planificación familiar

La historia de Maria no es única en la República de Moldavia. Más de 2300 adolescentes dieron a luz el pasado año, según notificaba la Oficina Nacional de Estadística. Solo un tercio de las mujeres en edad reproductiva utilizan métodos anticonceptivos modernos, según el Centro de Investigación Demográfica.

El UNFPA está trabajando para ayudar a las mujeres y las niñas como Maria a acceder a la información y los servicios sobre salud reproductiva.

Junto con la Organización Mundial de la Salud, el UNFPA proporcionó asistencia técnica en el desarrollo del Programa Nacional sobre Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos, que fue adoptado recientemente.


Maria espera encontrar un trabajo cuando sus hijas sean mayores.
© UNFPA Moldavia/Dan Gutu

El programa, pionero en la región europea del este, sienta las bases para ofrecer educación acorde a la edad sobre los derechos de salud sexual y reproductiva en las escuelas.

También ayudará a mejorar la disponibilidad de los anticonceptivos modernos, así como a ofrecer servicios de planificación familiar que cumplan con los estándares internacionales. 

Empoderará a las mujeres y las niñas como Maria para tomar decisiones saludables para su cuerpo y su futuro. 

Por ahora, Maria ya sueña con un futuro mejor.

Espera encontrar un trabajo cuando sus hijas sean mayores. Le gustaría ser dependienta de tienda en la capital del distrito.

Gastaría sus primeras nóminas en sus hijas, según contaba. “No necesito nada. Solo quiero que estén bien”.

*Nombres cambiados para proteger la privacidad

Utilizamos cookies y otros identificadores para mejorar su experiencia en línea. Al utilizar nuestro sitio web usted acepta esta práctica, consulte nuestra política de cookies.

X