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“Estamos cambiando las cosas”: la lucha contra la pobreza menstrual y la mutilación genital femenina en Gambia
- 29 de mayo de 2023
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BASSE (Gambia) – “Los problemas suelen empezar con la primera menstruación de las niñas”, afirma Ndeye Rose Sarr, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Gambia.
Como saben muchas mujeres y niñas, la menstruación puede ser dolorosa. Síntomas físicos como calambres o dolores, combinados con el estigma en torno a la menstruación, pueden interrumpir la escolarización, el trabajo y la participación plena de las mujeres y niñas en la sociedad.
Ndeye señala que la pobreza menstrual, es decir, la falta de acceso a productos de higiene menstrual o de dinero para costearlos, es un problema especialmente grave en las zonas rurales de Gambia, pues tiene consecuencias a largo plazo para las niñas en lo que se refiere a su educación.
“La pobreza menstrual lleva a las niñas a faltar a clase durante unos cinco días al mes por miedo a manchar la ropa y ser humilladas. Eso son entre 40 y 50 días lectivos en un curso académico”, dice.
Para enfrentarse a este desafío, el UNFPA ha puesto en marcha una iniciativa en la Región de la Cuenca Alta, Basse, para fabricar productos sanitarios reciclables que se distribuyan gratuitamente en las escuelas. En la fábrica, las trabajadoras cosen a máquina las compresas reutilizables, lo cual brinda, además, oportunidades de empleo e ingresos.
En las escuelas, el UNFPA tiene “la oportunidad de hablar sobre la autonomía corporal y la educación integral sobre la salud, con el fin de que las mujeres conozcan mejor sus cuerpos, y sepan lo que está bien y lo que está mal”, afirma Ndeye.
“Creo que estamos cambiando las cosas”.
De la pobreza menstrual a la autonomía corporal
A pesar de los avances, Ndeye declara que, para las niñas gambianas, el inicio de la menstruación puede ser una señal errónea para la sociedad de que están listas para el matrimonio.
“A partir de los 10 años, se comienza a mirar a las niñas como posibles esposas para hombres mayores”, indica. “Y si aún no se las ha sometido a la mutilación genital femenina, en sus comunidades habrá quienes quieran asegurarse de que se les realiza”.
La mutilación genital femenina implica la lesión o ablación de los genitales femeninos por motivos no médicos. Esta práctica nociva, reconocida como una violación de los derechos humanos, puede tener consecuencias nefastas para la salud, como dolores crónicos, depresión o esterilidad; incluso puede conducir a la muerte.
A pesar de que la mutilación genital femenina es ilegal en Gambia desde 2015, Ndeye indica que, desde entonces, tan solo dos casos se han llevado a los tribunales, y ninguno ha acabado en condena.
“Los ritos de iniciación para las niñas son importantes, pero no tenemos que llegar al extremo de la mutilación genital femenina”, afirma. “No tienen por qué resultar doloroso ni invadir la autonomía corporal de las personas”.
Romper el ciclo
A pesar del reconocimiento por parte de muchas personas de que la mutilación genial femenina constituye una grave transgresión de los derechos humanos, la práctica continúa estando arraigada en el tejido cultural de algunas sociedades, lo que pone en peligro a casi 70 millones de niñas en 25 países.
A escala nacional, se estima que el 73% de las mujeres y niñas gambianas de entre 15 y 49 años han sido sometidas a la mutilación genital femenina. En algunas regiones, la práctica prevalece incluso más, llegando a representar al 95% de mujeres y niñas.
Ndeye asegura que la práctica, generalmente, es perpetrada, y perpetuada, por las mujeres. “Suele ser la abuela quien mantiene las tradiciones en la familia”, añade. “Incluso los gambianos que viven en el extranjero traen a sus hijas al país para someterlas a la mutilación genital femenina”.
Reconocer el motivo por el que muchos someterían a sus hijas a la ablación puede ayudar a los defensores de los derechos a cambiar las actitudes y perspectivas. El UNFPA trabaja con comunidades de todo el mundo para crear un movimiento comunitario que utilice incentivos y presión para convencer a las sociedades de que abandonen esta práctica.
Ndeye alega que en Gambia, donde los hombres son quienes suelen tomar las decisiones, el UNFPA busca involucrar a los hombres y niños en la lucha contra la mutilación genital femenina.
“Son los esposos, los lideres tradicionales y religiosos los que dictarán lo que hacer y lo que no en una sociedad. Existen estudios que demuestran que, en países donde se ha involucrado a los hombres, los índices de mutilación genital femenina han disminuido”.
Las investigaciones apuntan, además, a la educación como un factor importante en la erradicación de esta práctica nociva. Según UNICEF, las hijas de mujeres que han recibido educación primaria tenían un 40% menos de probabilidades de ser sometidas a la mutilación genital femenina en comparación con las hijas de mujeres sin educación.
Los efectos protectores de la educación en cuanto a la mutilación genital femenina constituyen un motivo más para defender el derecho de las niñas a una educación, algo que, desafortunadamente, la menstruación puede poner en peligro.