11 Julio 2023

El mundo está más conectado que nunca gracias a una tecnología en constante evolución. Pero con estos avances surgen oportunidades para hacer daño, ya que los depredadores encuentran nuevas formas de perpetuar la violencia de género, utilizando la tecnología para el acoso, el ciberhostigamiento, el doxing y la sextorsión.

Con motivo del Día Mundial de la Población, les presentamos a tres mujeres que están cambiando el mundo y trabajan para combatir la violencia digital —creando nuevas leyes, tecnologías y sistemas de apoyo— y para poner fin a la desigualdad de género, que genera desequilibrio de poder y vulnerabilidad ante la violencia, tanto en el mundo real como en el virtual.

La Luchadora: Olimpia Coral Melo Cruz

Cuando era joven y vivía en la ciudad mexicana de Puebla, Olimpia Coral Melo Cruz grabó un video sexual con su novio a petición de este, pensando que así dejaría de serle infiel. «Creí que nos ayudaría a que él no se interesara por otras mujeres», relató al UNFPA en el reportaje multimedia Lo Virtual es Real. «No entendía muchas cosas sobre el amor romántico que ahora sí entiendo». Su novio la traicionó, publicando el video privado en las redes sociales. Pronto se difundió en decenas de páginas de pornografía.

«Recibía hasta 40 solicitudes de amistad diarias, sobre todo de hombres que me pedían sexo a cambio de borrar el video. Uno me dijo que si tenía sexo con un perro, borraría el video», explica. «Busqué en Internet lo que estaba pasando y leí que se llamaba “pornovenganza”. Me sentía cada vez más culpable porque, si era “porno”, era porque yo lo había provocado y, si era “venganza”, era porque yo había hecho algo para merecerlo».

Su vida entró en una espiral de oscuridad. «Dejé de ir a la escuela, y evitaba muchas situaciones porque estaba muy avergonzada. Se publican imágenes de tu cuerpo desnudo sin tu permiso y encima la gente te culpa porque te has dejado filmar. En un país tan machista como este, te ven como una mala mujer, una ramera, una provocadora, y puedes llegar a creértelo. Mi cara y mi cuerpo me daban asco, y no solo por el video, sino por las burlas y la cosificación que sufría. Simplemente por ser mujer soportaba comentarios sobre si estaba gorda, si tenía estrías o celulitis o si mi pelo era bonito o feo». Intentó suicidarse tres veces. 

8 Billion
© Sophie Birkin

Cuando alguien envió el video a su familia, rogó a su madre que no lo mirara. «Que mi familia no lo mirara era mi única esperanza de no sentirme como una muerta en vida», asegura. Pero su madre quería ver qué era lo que causaba tanto sufrimiento a su hija. «Mi madre agarró el teléfono y lloró mientras miraba el video. Tenía mucho miedo. Me ardía el cuerpo. Te sientes culpable por lastimar a tu familia».

El video enfureció a su madre, no con su hija, sino con el autor que había traicionado la confianza de su hija. Su madre le dijo: «Lucha, hija, porque no has hecho nada malo». Era la primera vez que a la Sra. Melo Cruz le decían que ella no tenía la culpa.

Animada por el apoyo de su madre, la Sra. Melo Cruz encontró un grupo de apoyo y se dio cuenta de que muchas mujeres habían sufrido abusos similares en Internet. «Decidí hacer algo al respecto luchando por una reforma, para que se reconociera y castigara la violencia digital», asegura. «El primer reto fue la revictimización. Los legisladores, las sociedades y las personas en general no entendían que las víctimas no son culpables. El segundo reto fue el tabú sexual que lo estigmatiza más. El tercer obstáculo es que la gente pensaba que no había delito porque fue virtual. Cuando dices: “Sufrí violencia digital”, la gente se ríe de ti. Los comentaristas incluso nos hacían memes diciendo: “¿Me vais a apresar en una cárcel virtual?”».

La falta de concienciación la hizo estar aún más decidida a luchar por el cambio, y se convirtió en una poderosa defensora de la legislación para luchar contra la violencia digital. En abril de 2021, sus esfuerzos dieron fruto: México aprobó la Ley Olimpia, que prohíbe a nivel federal compartir contenido sexual sin el permiso del sujeto, penado con hasta seis años de prisión. 

«Tenemos derecho a estar seguras en los espacios digitales», afirma. «Tenemos que construir un Internet que, por encima de todo, proteja nuestra seguridad y respete nuestros derechos humanos. Aunque no se pueda ver ni tocar, lo virtual es real».

La Defensora: Norma Buster

Cuando Norma Buster rompió la relación de dos años con su novio, él no se lo tomó bien. Primero intentó buscar su compasión diciéndole que sus familiares estaban enfermos o muriéndose, lo cual era mentira. Luego amenazó con suicidarse. Cuando ella intentó cortar la comunicación, él dijo que compartiría en Internet sus fotos desnuda.

La Sra. Buster, recién graduada en Nueva York en aquel momento, le había enviado fotos durante su relación: «Se suponía que eran privadas», relata al UNFPA. «Después de romper, le pedí que las borrara delante de mí, pero él ya había hecho una copia en su computadora».

La Sra. Buster y sus padres acudieron a la policía y consiguieron una orden de alejamiento provisional. «Dos meses después de la ruptura, fui al tribunal de familia para solicitar que la hicieran permanente. Llevé conmigo copias de sus mensajes amenazantes. Él se presentó con un abogado, que comenzó a hacer preguntas dando a entender que era yo la que en realidad estaba obsesionada con él», cuenta. «Estaba muy nerviosa, y la jueza denegó una orden de alejamiento definitiva, lo cual fue un gran golpe para mí».

Dos meses después, se horrorizó al ver que sus fotos desnuda aparecían en Pornhub, junto con su nombre completo, número de teléfono y dirección de su casa, así como comentarios ofreciendo sexo oral. Regresó a la policía, que la ayudó a retirar las fotos de la página. Pero la jueza volvió a denegar la orden de alejamiento: «Dijo que no sabíamos si mi ex había publicado las imágenes y que cuando se envían fotografías a una persona es como pedir que se expongan en un cartel publicitario», explica la Sra. Buster. «Ese fue el primer caso de culpabilización de la víctima que viví».

8 Billion
© Sophie Birkin

Desesperada por obtener ayuda, su madre encontró una abogada en Nueva York, Carrie Goldberg, que era una de las pocas personas que hablaban de este tipo de violencia en línea en aquel momento, en 2015. La Sra. Goldberg puso a la señora Buster en contacto con un fiscal que tenía experiencia en violencia doméstica y delitos en Internet. Él consiguió poner en marcha una investigación y Norma obtuvo una orden de alejamiento permanente.

Dos años después de la ruptura, su exnovio fue condenado en los tribunales a cinco años de libertad condicional, tras declararse culpable de invasión de la intimidad. «Hubo momentos en que deseaba que pasara tiempo en prisión, al igual que yo, que estuve en una prisión mental durante meses. Sufro un trastorno de estrés postraumático y conozco mis desencadenantes: tengo el teléfono siempre en silencio, ya que no soporto que vibre tras haber recibido constantemente mensajes de él. Pero estoy agradecida por la manera en que terminó mi historia: estoy a salvo, mis fotografías no se hicieron virales y él en cierta medida tuvo que pagar por lo que hizo y eso forma parte de sus antecedentes», declara.

«Recuerdo decir entonces que no pensaba volver a enviar fotografías de ese tipo. Actualmente pienso de manera muy diferente. Carrie fue la primera persona que me dijo: “Esto no es culpa tuya”. He hecho mucha terapia, he escrito y he reflexionado. Cuando cuento mi historia, la gente me apoya o me apoya pero también me dice: “Espero que hayas aprendido la lección”. No me avergüenzo. No me arrepiento de haberle enviado las fotografías. No soy yo la que tiene que avergonzarse. Él traicionó mi confianza. Utilizó mi sexualidad como arma para atacarme».

La Sra. Buster trabaja ahora como directora de relaciones con los clientes en el bufete de abogados de la Sra. Goldberg, donde ayuda a supervivientes de abusos sexuales, domésticos y tecnológicos a buscar justicia. Comparte su historia para empoderar a otras supervivientes: «En estos delitos, el agresor suele tratar de avergonzar a las víctimas para que guarden silencio. Compartir mi historia con mi nombre completo muestra al mundo que no tengo nada de lo que avergonzarme y que no me silenciarán».

La Visionaria: Mariam Torosyan

Cuando Mariam Torosyan estaba embarazada de su hija en su Armenia natal, una anciana se le acercó en una reunión familiar y le dijo que no se preocupara, que el segundo hijo sería varón. «En una sociedad patriarcal como la mía, las niñas están infravaloradas, incluso antes de nacer», declara. «Por eso decidí centrar mis esfuerzos en mejorar el estatus y el papel de las niñas y las mujeres en mi sociedad».

Para ello, la Sra. Torosyan, emprendedora social con formación jurídica que había trabajado durante años con supervivientes de violencia, recurrió a la tecnología, utilizando de manera positiva el poder que tiene. 

Fundó el Impact Innovations Institute con el fin de desarrollar una aplicación para luchar contra la violencia de género, para lo que contó con un grupo de profesionales de las tecnologías de la información y de la violencia de género. Un objetivo clave de la aplicación era permitir a las usuarias buscar ayuda urgente en situaciones de emergencia. Con este objetivo en mente, los desarrolladores crearon un botón de «ayuda» que permitiera a las usuarias enviar mensajes gratuitos con sus datos de geolocalización a contactos personales, a organizaciones sin ánimo de lucro o a la policía, y que activara automáticamente la grabación de audio, lo que es fundamental para las víctimas que están solas con el agresor.

8 Billion
© Sophie Birkin

Otro objetivo importante de la aplicación era ayudar a las mujeres a ponerse en contacto entre ellas y compartir consejos para protegerse de la violencia de género, tanto en la red como fuera de ella. Para ello, los desarrolladores crearon foros para debatir anónimamente dentro de la comunidad y con profesionales de la medicina, la abogacía y la psicología, entre otros.

La aplicación se presentó en Armenia en mayo de 2020; en junio de ese mismo año, la aplicación se lanzó en Georgia; y en diciembre de 2021, llegó al norte de Iraq, en colaboración con el UNFPA.

En una presentación en Ereván (Armenia) en noviembre de 2021, la Sra. Torosyan afirmó que la cultura de comunidad hace que la aplicación sea especial. «Nunca debemos subestimar la capacidad de autocuidado y autoayuda de las comunidades. Un recurso que no se utiliza lo suficiente es la acción y la ayuda comunitaria que permiten el intercambio entre iguales», aseguró. «Estamos en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Tenemos una solución al problema de la violencia, que está aumentando. Tenemos que actuar rápidamente para asegurarnos de que esté disponible en el mayor número de países posible».

Al señalar que es un momento clave para trabajar en el movimiento por la justicia de género, la Sra. Torosyan manifestó: «Vivimos en un mundo en el que la tecnología nos da poder. Es la primera vez en la historia de la humanidad que disponemos de tantos recursos que podemos utilizar».

 

Compartir la historia

Utilizamos cookies y otros identificadores para mejorar su experiencia en línea. Al utilizar nuestro sitio web usted acepta esta práctica, consulte nuestra política de cookies.

X