Declaración

Declaración de la Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, en la presentación mundial del informe Estado de la Población Mundial 2023

19 de abril de 2023

RU

Estimada Vicepresidenta Suica. 

Estimados miembros del panel. 

Estimados compañeros y amigos, incluidos aquellos que asisten a este acto de presentación de forma virtual.

La población mundial se está reordenando de manera drástica.

En noviembre, la familia humana superó los 8.000 millones de personas; la cifra de población más alta que el mundo haya conocido hasta la fecha. Al mismo tiempo, la tasa media de fecundidad mundial ha descendido hasta un mínimo histórico.

Vivimos un período de enorme diversidad demográfica. Esto significa que dos tercios de las personas residen en lugares donde la tasa de fecundidad está por debajo de la tasa de reemplazo, mientras que otras viven en países con un fuerte crecimiento demográfico. Así pues, la mediana de edad de algunos países ronda los 50 años y, la de otros, los 15.

La clasificación de los países más poblados del mundo cambiará de forma considerable a lo largo de los próximos 25 años. Por ejemplo, en estos momentos, la población de la India está superando a la de China.

Todo el mundo desea saber qué implicaciones entrañan estos cambios y, si no se obtiene una respuesta clara, existe un grave peligro de que los derechos humanos se vean vulnerados, especialmente los derechos reproductivos.

Esto ya sucede en algunos lugares, donde se pide imponer límites al tamaño de las familias, se prohíbe la distribución de anticonceptivos en los hospitales públicos o se insta a las mujeres a dejar de lado sus carreras profesionales para ser madres. Aun así, las mujeres también se están movilizando frente a estas medidas, para reivindicar que no son meras fábricas de bebés.

Hoy, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva, presenta su informe insignia sobre el Estado de la Población Mundial, titulado 8.000 millones de vidas, infinitas posibilidades: Argumentos a favor de los derechos y libertades.

El informe lanza dos mensajes claros. En primer lugar, debemos acabar con los mitos sobre la población.

Son muchos los que afirman que el mundo está superpoblado y achacan la crisis climática a las tasas de fecundidad. A través de una encuesta llevada a cabo recientemente, se ha podido averiguar que la creencia más extendida sostiene que la población mundial es demasiado numerosa y las tasas de fecundidad excesivamente elevadas. De acuerdo con ese razonamiento, el calentamiento global se debe presuntamente a la proliferación de seres humanos en un planeta de recursos finitos.

Sin embargo, esta falacia hace que la responsabilidad recaiga sobre las personas equivocadas. Lo cierto es que el 10% de la población mundial genera, por sí sola, la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, los países que registran las tasas de fecundidad más altas son los que menos contribuyen al calentamiento global y los que más sufren sus consecuencias. Es probable que una madre de siete hijos en el Sahel no haya influido nada en el cambio climático; sin embargo, tanto ella como su comunidad serán quienes sufran algunos de los aumentos de temperatura más rápidos del mundo. Por tanto, prestar atención únicamente a las tasas de fecundidad también desvía nuestra atención de las soluciones reales, como reducir el consumo de los países ricos.

También debemos desmontar el mito de que el envejecimiento y los problemas económicos que este conlleva se deben al bajo nivel de natalidad. Culpar a las mujeres de no engendrar suficientes bebés implica ignorar soluciones mucho más factibles, que podrían aplicarse sin dejar por ello de respetar los derechos humanos. Por ejemplo, los países envejecidos y con tasas de fecundidad bajas podrían aumentar su productividad si alcanzaran la paridad de género en el ámbito laboral, aumentaran la disponibilidad de guarderías con precios asequibles o recurrieran a la migración para compensar la escasez de mano de obra.

Estos mitos sobre la población nos impiden contemplar la auténtica y poderosa historia del progreso: todas las poblaciones están envejeciendo, en gran parte porque somos más longevos. De hecho, desde 1990, la esperanza media de vida ha aumentado aproximadamente una década. Asimismo, la tasa de fecundidad varía porque las mujeres cada vez disfrutan de mayor acceso a los servicios de salud reproductiva. 

La segunda observación clave de nuestro informe es que nos hemos estado haciendo la pregunta equivocada.

La cuestión no es si la población humana es demasiado grande o demasiado pequeña; lo que debemos preguntarnos es si todo el mundo tiene la posibilidad de ejercer su derecho humano fundamental a elegir el número de hijos y el espaciamiento de sus nacimientos.

Lamentablemente, la respuesta es un no rotundo.

Nuestros datos más recientes muestran que el 44% —casi la mitad— de las mujeres no pueden ejercer su autonomía corporal, es decir, no tienen libertad para tomar decisiones relacionadas con la anticoncepción y la atención sanitaria ni sobre si desean o no mantener relaciones sexuales y con quién.

Casi la mitad de los embarazos de todo el mundo son imprevistos; sin embargo, muchas mujeres querrían tener más hijos y no pueden. En muchos países de ingreso bajo y mediano, solo una cuarta parte de las mujeres tienen la posibilidad de cumplir sus aspiraciones personales en lo que respecta a la fecundidad.

¿Por qué sucede esto? 

En el UNFPA observamos las razones a diario, mientras trabajamos para respaldar los servicios de salud sexual y reproductiva en más de 130 países. 

En este sentido, hemos podido ver que las personas jóvenes siguen necesitando información básica sobre su cuerpo y sus derechos; hemos sido testigos de los problemas a los que se enfrentan los hombres y las mujeres, debido a que no disponen de opciones anticonceptivas suficientes o a que carecen de cualquier tipo de acceso a métodos anticonceptivos. En el UNFPA sabemos, gracias a nuestra experiencia trabajando con sobrevivientes de violencia sexual, que las manifestaciones más violentas de la desigualdad de género continúan siendo omnipresentes.

La experiencia y la investigación demuestran que las condiciones estructurales, como el sexismo en el trabajo y el hogar, aumentan el número de personas que renuncian a tener hijos, a pesar de desearlos. Además, continúa habiendo brechas enormes en lo que respecta a la prevención y el tratamiento de la infecundidad. 

La historia nos advierte de los peligros de convertir la capacidad reproductiva de las mujeres en una herramienta al servicio de quienes ostentan el poder: desde el horror que entrañan las metas de fecundidad hasta la eugenesia, sin olvidar las leyes que permiten a los maridos violar a sus esposas. Hemos sido testigos, una y otra vez, de cómo las estructuras patriarcales —hijos, padres, suegros y Estado— han ejercido el control sobre los cuerpos de las mujeres. La comunidad mundial debe decir “NO” a este tipo de prácticas.

La historia también nos ha enseñado que el miedo puede convertirse en un arma. Los temores sobre el exceso o la falta de población se han utilizado durante mucho tiempo, y se siguen utilizando, para excluir y perjudicar a personas que parecen diferentes o que viven de forma distinta al resto.

El mundo no podrá superar sus mayores obstáculos si atribuye el problema a las tasas de fecundidad:

La desigualdad es el problema. La desigualdad respecto a quiénes tenemos en cuenta y si consideramos que son importantes o no.

Nuestro informe muestra, por primera vez, que medio millón de nacimientos al año corresponden a niñas de entre 10 y 14 años: niñas en edades tan tempranas que quizá ni siquiera sean conscientes de que pueden quedarse embarazadas; que son demasiado jóvenes para consentir las relaciones sexuales; y que han sido maltratadas u obligadas a contraer matrimonio, o ambas cosas.

Hasta hace muy poco, el mundo ni siquiera contabilizaba los embarazos de niñas tan jóvenes.

Nos hemos limitado, durante demasiado tiempo, a escrutar las cifras, pero no nos hemos preguntado qué es lo que quieren las mujeres.

Comencemos a plantear, por fin, otras preguntas a la hora de analizar los datos demográficos. Este es un mensaje para todas aquellas personas responsables de formular políticas; por favor, tomen nota. La pregunta es sobre la desigualdad. Se trata de derechos y elecciones. ¿Quién los tiene? ¿Quién no los tiene?

Al fin y al cabo, cuando hablamos de población, hablamos de personas. Está más que demostrado que los individuos y las sociedades prosperan cuando las personas disfrutan de oportunidades, buena salud y educación, y cuando están capacitadas para ejercer sus derechos.

Cuando se respetan y defienden plenamente los derechos, la dignidad y la igualdad de todas las personas, se abre un futuro de posibilidades infinitas.

Utilizamos cookies y otros identificadores para mejorar su experiencia en línea. Al utilizar nuestro sitio web usted acepta esta práctica, consulte nuestra política de cookies.

X