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Un nuevo comienzo para las trabajadoras del saneamiento en la India

Integrantes de la Cooperativa de Limpieza Mecanizada de Mujeres frente a una de las máquinas de limpieza para cuya operación han sido entrenadas en Patna, la India. © Fundación Deeksha
  • 13 Enero 2022

PATNA, la India – "Cuando llevamos puesto el uniforme la gente nos reconoce y nos sentimos orgullosas. Las personas dicen: basta con mirar lo que estas mujeres han logrado y el trabajo que realizan... han dejado atrás a los hombres".

Rani Devi, de 28 años, vive con su marido, dos hijos y sus suegros en un asentamiento marginado de China Kothi, en la ciudad de Patna, en el estado oriental de Bihar. Ya siendo trabajadora de saneamiento profesional, trabajó además como ayudante doméstica, pero su salario diario apenas era suficiente para sobrevivir. Cuando se enteró de que la Cooperativa de Limpieza Mecanizada de Mujeres utilizaba máquinas y equipo de seguridad en lugar de trabajo manual, y de que estaba dirigida por mujeres y las integrantes eran mujeres, se entusiasmó y se incorporó al grupo. 

La iniciativa fue presentada en octubre de 2021 por el UNFPA y el órgano administrativo de la ciudad de Patna, en un esfuerzo por eliminar la práctica degradante y peligrosa de la limpieza manual de los sistemas públicos de alcantarillado, además de para ayudar a las mujeres empleadas en el plan a obtener independencia económica. 

Su compañera, Indu Devi, de 28 años, vive con sus suegros y sus tres hijos en el mismo barrio marginado que Rani. Después de que su marido la dejara en 2016, ella se encargó de mantener a su familia trabajando como ayudante doméstica, antes de aprender sobre la oportunidad de reentrenarse con la Cooperativa.  

“Mi mayor preocupación era perder la vida", admite, "especialmente cuando veía a los hombres bajar a niveles subterráneos para recoger manualmente los desechos. Sin embargo ahora, con el programa mecanizado, las mujeres también podemos llevar a cabo este trabajo, podemos hacerlo bien y podemos ganar nuestros propios ingresos”. 
Las empleadas del programa han sido entrenadas para operar y conducir máquinas especializadas en limpiar las alcantarillas y tanques sépticos de la ciudad, lo que las ayuda a ganarse la vida sin poner en peligro sus vidas. La Cooperativa tiene como objetivo sacar a las trabajadoras de saneamiento y a sus familias de sus terribles circunstancias y empoderarlas mediante condiciones de trabajo dignas y más seguras.

Trabajadoras de saneamiento de Patna limpian una alcantarilla de manera segura usando el nuevo sistema mecanizado.
Trabajadoras de saneamiento de Patna limpian una alcantarilla de manera segura usando el nuevo sistema mecanizado. © Fundación Deeksha

El estigma de recoger entre los desechos 

Aunque en la India la práctica ha quedado prohibida desde 2013 en virtud de la Ley de recogedores manuales de desechos y su rehabilitación, esta persiste y los recolectores manuales de desechos se encuentran entre las comunidades más pobres y desfavorecidas del país.

El trabajo es exigente y discriminatorio, no sólo para los hombres y mujeres que participan directamente en este, sino también para sus familias, que sufren un profundo estigma social. En general, la recogida manual de desechos sólo la realizan quienes viven en la comunidad dalit, que ya se encuentran entre los más pobres y los más privados de derechos del sistema tradicional de castas de la India. 

Las repercusiones de ser miembro de la comunidad de trabajadores sanitarios son peores para las mujeres: además de ser socialmente marginadas, corren un mayor riesgo de violencia basada en el género, tanto dentro como fuera de sus propias familias. Las condiciones en los barrios marginados en los que viven suelen ser inseguras, con frecuente consumo de drogas, falta de agua potable o saneamiento y escaso acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, lo que hace que las mujeres y las niñas sean vulnerables a ataques, enfermedades y embarazos no planificados. 

Los salarios que se obtienen de la recogida manual de desechos apenas cubren dos comidas al día, por lo que las familias corren un mayor riesgo de hambre y desnutrición. Mientras tanto, a los hijos de los trabajadores sanitarios también suele excluírseles de la escuela, lo cual expone a las niñas al matrimonio infantil y menoscaba su potencial de desarrollo. En Bihar, el 40 % de las niñas se casan con menos de 18 años, y las dalits tienen un récord de fecundidad superior al ya elevado índice general del estado de 3 hijos por hogar.

Para mitigar estas vulnerabilidades, el UNFPA también apoya la creación de capacidad y las sesiones de sensibilización sobre las posibles amenazas que enfrentan las mujeres y las niñas, incluidas la violencia doméstica y basada en el género, el matrimonio infantil y la falta de servicios de salud sexual y reproductiva. Las marcadas desigualdades de género, en particular en los asentamientos y comunidades desatendidas, hacen que a menudo se descuide la salud de las mujeres y las niñas, y el matrimonio y el embarazo precoces contribuyen a los altos niveles de mortalidad materna, en particular entre las menores de 24 años.

Trabajadoras de saneamiento capacitadas en Patna, India.
Trabajadoras de saneamiento capacitadas en Patna, India. © Fundación Deeksha

Las desigualdades de género conducen a un progreso desigual 

La India, que ahora es un país de ingresos medios, ha visto mejoras significativas en la salud y la educación en las últimas décadas, pero aún existen enormes desigualdades que ponen en peligro vidas y reducen las posibilidades de que las mujeres y las niñas alcancen su potencial personal, social y económico. 

Casi una cuarta parte de las niñas del país son niñas casadas, lo cual, aunque sorprendente, es una mejora respecto de casi una de cada dos hace una década. En promedio, el 30 % de las mujeres de la India de entre 15 y 49 años habían sufrido violencia física o sexual, y un tercio de las casadas del mismo grupo de edad habían sufrido violencia de pareja. En Bihar, la cifra alcanza el 40 %. 

En 2020, el UNFPA en la India llegó a más de 31 millones de personas con servicios de salud sexual y reproductiva y de violencia de género y actividades de sensibilización relacionadas con la COVID-19. Más de 1 millón de personas de distintos grupos vulnerables, incluidas las embarazadas, los ancianos y las y los trabajadores sanitarios, recibieron asistencia con estos servicios y se vincularon con los sistemas de salud y protección social, lo que les ayudó a reclamar su derecho a proteger sus libertades, sus familias y su futuro. Igualmente, cerca de 5 millones de niñas recibieron apoyo del UNFPA para la prevención y protección contra el matrimonio infantil, precoz y forzado. 

Rani relató que, al principio, la gente no la apoyaba y la atormentaba por limpiar las alcantarillas callejeras, pero nunca perdió la esperanza. Su arduo trabajo le ha aportado capital económico y social y le ayudará a enviar a sus hijos a la escuela. Las mismas personas que solían desalentarla han comenzado a respetar su determinación; algunas incluso le preguntan cómo pueden incorporarse a ese proyecto.

Como dijo al UNFPA una trabajadora de saneamiento, “al poder hacer este trabajo con máquinas, ahora puedo ganarme la vida y mis hijos podrán estudiar y tener futuros más brillantes”. 

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