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"Un alma en ruinas": En Libia, la oportunidad de un futuro posterior a la violencia y el rechazo

Las mujeres participan en una actividad grupal en un espacio seguro para mujeres y niñas en Trípoli. Hay cuatro espacios seguros apoyados por el UNFPA para sobrevivientes de violencia de género y mujeres y niñas en riesgo en todo el país. © UNFPA Libia
  • 07 de septiembre de 2021

TRÍPOLI, Libia – Después de un divorcio precedido de un matrimonio violento, Muna* debió enfrentar un conjunto de desafíos diferentes. “He sufrido abusos, malos tratos y discriminación”, relata. “Es el estigma que acompaña a muchas mujeres divorciadas en mi sociedad”. En un país empañado por una década de conflicto civil, violencia e inestabilidad, Muna no tiene ingresos para alimentarse ni para alimentar a su hijo, y su familia no puede permitirse el lujo de ayudar. El abuso durante y después del matrimonio, y la falta de apoyo, le dejaron heridas emocionales. 

“Cuando mi familia me dio la espalda, fui a un campamento de desplazados internos con mi único hijo”, explicó. “Allí fueron cubiertas mis necesidades vitales, pero mi alma estaba en ruinas, sin propósito y sin futuro”.

Un espacio seguro apoyado por el UNFPA para mujeres y niñas modificó la dirección que seguiría su vida. “Nos reunimos con Muna durante nuestras visitas a una de las escuelas que se establecieron para acomodar a desplazados internos en Trípoli. Sufría una situación traumática debido a múltiples formas de violencia”, explicó Affaf, directora de un espacio seguro para mujeres y niñas situado en la capital. “No fue fácil tratar su caso al principio. Las cuestiones sociales y económicas y los incesantes temores dejaron hweridas profundas en ella". 

En los dos últimos años, los cuatro espacios seguros del UNFPA en Libia cuentan con el apoyo de asociados, incluida la organización Al-Bayan, y con financiación del Fondo Fiduciario de la Unión Europea para África y los gobiernos de Japón y Dinamarca, han prestado servicios a más de 15.000 sobrevivientes de violencia por motivos de género y a otras mujeres y niñas en situación de riesgo. Esos servicios incluyen la gestión de casos, el apoyo psicosocial, las sesiones de sensibilización, la distribución de kits de higiene femenina y la capacitación en medios de vida y aptitudes para la vida, como cursos de inglés, costura y conocimientos informáticos. 

Hora de curar las heridas

En el espacio seguro para las mujeres y las niñas, Muna recibió asesoramiento psicosocial y comenzó a tomar clases de enfermería con el objetivo de hacerse autosuficiente, restablecer su dignidad y autoestima y sus habilidades de aprendizaje para la atención de necesidades médicas en su comunidad. Había llegado débil, distante y vacilante para participar en las actividades. 

“En un año observamos un cambio positivo”, señaló Affaf. “Empezó a mostrar un serio eempeño en las clases de enfermería, y su comportamiento mejoró considerablemente”.  

Hoy, Muna, de 40 años, es enfermera en un centro de salud que le permite proveerse a sí misma y a su hijo, que asiste a la escuela regularmente y ha reanudado una vida normal y feliz. También comparte su historia con otras mujeres para mostrarles la posibilidad de cambiar su vida. 

“Me siento segura y capacitada para enfrentar desafíos en la vida”, admitió Muna con una sonrisa. “Me he convertido en una fuente de fuerza e inspiración para otras sobrevivientes. Estoy agradecida de todas las que me ayudaron a ponerme de pie y me dieron esperanza”.   

*Se ha cambiado el nombre por motivos de privacidad y protección

 

 

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