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Se necesita financiación urgente para ayudar a las sobrevivientes de violencia sexual y de género en Tigray

Selam (nombre cambiado) tiene un mensaje en Tigrinya durante un ejercicio en la casa de seguridad. Su nota reza: “alivio”. © UNFPA Etiopía/Paula Seijo
  • 27 de mayo de 2021

Tigray, ETIOPÍA – “Corría de un lugar a otro sin alimentos ni refugio. Sentía miedo todo el tiempo... No había lugar seguro para mí hasta que llegué a la casa de seguridad”, relató Selam*, de 22 años, al UNFPA.

Selam se encontraba en un estado físico y psicosocial extremadamente delicado cuando llegó. Había sido desplazada por conflictos que siguen asolando partes de la región y se había enfrentado en repetidas ocasiones a angustiosos niveles de violencia sexual.

"La vida ya no tenía sentido para ella", explicó una trabajadora social que se ocupó de su caso.

Se estima que miles de mujeres y niñas, como Selam, han sufrido violencia sexual y necesitan urgentemente servicios de apoyo.

“Veo a mujeres y niñas que llegan aquí tan traumatizadas y deprimidas debido al sufrimiento prolongado, la angustia y la horrible violencia, que solo pueden llorar sin comer durante días”, añadió la trabajadora social, cuyo nombre se omite por razones de seguridad.

El UNFPA está prestando atención médica y psicosocial a las sobrevivientes, incluido un espacio seguro donde pueden sanar. Estos servicios son cruciales para las sobrevivientes, que necesitan no sólo respuestas inmediatas, sino también soluciones a más largo plazo, incluidas seguridad y estabilidad.

La violencia sexual denunciada es sólo la punta del iceberg

Casi seis meses de combates, desplazamientos forzados y condiciones de vida terribles han creado un entorno de alto riesgo para las mujeres y las niñas. La violencia de género se ha convertido en una realidad diaria para muchas en Tigray.

Las denuncias de violencia sexual y de género son numerosas, y probablemente representen sólo una fracción de la incidencia real. La violencia de género es en gran medida infradenunciada, incluso en circunstancias normales, y sólo el 23 por ciento de las sobrevivientes busca asistencia alguna vez, según una encuesta de 2016.

“Las sobrevivientes temen buscar atención debido al estigma social, a represalias adicionales o al acceso limitado a los proveedores de servicios”, planteó Tesfu Alemu, funcionario de programas del UNFPA. “El silencio es un mecanismo de afrontamiento generalizado, pero las sobrevivientes deben saber sobre los beneficios de buscar atención y que hay ayuda disponible”.

Este cuidado puede marcar la diferencia.

“No sabía que había personas que podían ayudar o hacer distintas cosas, incluso que las mujeres tenían derechos. Me enteré cuando llegué a la casa de seguridad”, afirmó Selam.   

“Realmente al llegar aquí se produce un cambio en ellas”, señaló la trabajadora social sobre las sobrevivientes en la casa de seguridad.

“Nunca he recibido un cuidado tan digno en mi vida”, añadió Selam.

Necesidad de ampliación

A medida que arrecia el conflicto, el UNFPA estima que decenas de miles de personas pueden terminar necesitando servicios médicos para hacer frente a la violencia sexual y de género en Tigray y en las regiones vecinas de Amhara y Afar, afectadas por el conflicto. Sin embargo, sólo el 29 % de los centros sanitarios de Tigray están parcialmente disponibles para el manejo clínico de violaciones; ninguno está plenamente disponible.

Si bien se estima que 1 de cada 5 personas afectadas por conflictos experimentan una afección de salud mental, según investigadores de la Organización Mundial de la Salud, la disponibilidad de salud mental y apoyo psicosocial está muy por debajo de las necesidades actuales.

“El impacto de larga data de la crisis de Tigray sobre las mujeres y las niñas, y la interrupción de los sistemas y servicios de los que normalmente dependen, subraya las agudas necesidades de asistencia integral relativas a la violencias sexual y de género, incluidos los primeros auxilios mentales y psicosociales”, indicó Diana Garde, coordinadora humanitaria del UNFPA.

El UNFPA está ampliando actualmente su apoyo a las casas de seguridad, que no sólo proporcionan tratamiento clínico de la violación y asesoramiento psicosocial, sino que también conectan a las mujeres con otros servicios de salud sexual y reproductiva. El UNFPA también está ampliando la disponibilidad de centros de ventanilla única (que proporcionan una amplia gama de cuidados) y de espacios seguros para mujeres y niñas en las regiones afectadas por el conflicto. El UNFPA también está proporcionando suministros y equipo médicos para restablecer los servicios del sistema de salud.

El UNFPA necesita actualmente por lo menos USD 12 millones para prestar ese apoyo vital, de los cuales menos del 40 % ha sido financiado.

En cuanto a Selam, dice que está decidida a avanzar. Asegura haber encontrado esperanza y propósito, en parte debido a la fuerza interior que reunió mientras se encontraba en la casa de seguridad.

“Cuando salga de esta casa, me gustaría entrenar y ayudar a otras mujeres como yo en mi comunidad”, aseveró.

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