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Salas de crisis en Ucrania, creadas para sobrevivientes de violencia doméstica, ahora albergan a sobrevivientes de la guerra

Iryna y sus dos hijos se refugian en una sala de crisis. © UNFPA Ucrania
  • 09 de mayo de 2022

CHERNIVTSI/LUTSK, Ucrania – Se les llama “salas de crisis”, y son alojamientos temporales para mujeres y sus hijos, con cocina, muebles, utensilios y alimentos, que son administrados por centros locales de bienestar social. Esta red de espacios seguros fue creada para ayudar a las mujeres a escapar de la violencia doméstica, y ofrecen un lugar para vivir de manera segura y digna. Hoy en día, estas salas de crisis albergan a mujeres, niñas y niños que escapan de otro tipo de violencia: la violencia bélica.

En los pasados dos meses, millones de mujeres ucranianas con niños se han visto obligadas a escapar de las balas y las bombas que asediaban sus comunidades. A menudo se marcharon con pocas pertenencias y sin un plan claro que las llevara a alcanzar la seguridad. Debido a que sus ciudades se convirtieron en campos de batalla, las personas más vulnerables (las madres solteras, las mujeres con bebés, las mujeres con discapacidad y las ancianas) enfrentaron riesgos considerables.

Olena, de 39 años, es madre soltera. Vivía en la ciudad de Severodonetsk (en la región de Luhansk), en un centro para madres e hijos, cuando comenzaron los bombardeos. “Al principio el bombardeo no era tan severo, pero tras una semana las paredes comenzaron a temblar”. Siempre que escuchaba artillería, corría con su bebé hasta el sótano o se refugiaba en un pasillo, tal como recomendaba el gobierno.

Muchas mujeres y niños ucranianos se apresuraron a huir del país, pero Olena explica que no logró “obtener un nuevo pasaporte”.

Después de los bombardeos, cesó el suministro de agua, gas y electricidad. Como no tenía como bañarse o cocinar, Olena entendió que era hora de marcharse. Logró asegurar un asiento en un autobús de evacuación a Sloviansk, pero en el camino el autobús se averió. Las mujeres que viajaban en el autobús tuvieron que empujarlo a lo largo del camino. A pesar de esto, Olena se considera afortunada. “Mis amigos me dijeron que, después que me fui, el terror abrazó Severodonetsk y las casas fueron arrasadas completamente”.

Salió de Sloviansk en tren de evacuación a Lviv, en un viaje que duró un día y medio, y terminó en una sala de crisis en Chernivtsi. Finalmente, plantea, siente que ella y su hijo tienen un lugar seguro que se ha convertido en su hogar.

Esperanza de una nueva vida

Una familia
Halyna tiene 63 años, y ella y su familia enfrentaron dificultades para huir debido a sus preocupaciones por la seguridad de sus nietos y a los desafíos que les planteaba mover a su hija más joven, que sufre de parálisis cerebral. Al final encontraron refugio en una sala de crisis. © UNFPA Ucrania

El año pasado se abrieron salas de crisis en Lutsk, Ternopil y Chernivtsi con el apoyo del Proyecto Equality Springboard del UNFPA y la financiación del gobierno de Suecia.

Olga, de 26 años, es madre soltera con dos niños, uno de 4 años y otro de 7 meses. Había estado viviendo en la aldea de Mykulychi, en la región de Kiev, cuando llegaron los tanques. “Nos daba miedo", recordó. "Se oían disparos en la calle intermitentemente, así que nos escondimos en el sótano".

Junto con otras mujeres, se fue a Vyshneve, donde dormían en el piso de un refugio temporal hasta que un sacerdote la conectó con un centro de bienestar social local en Lutsk. Ahora, en la sala de crisis, puede darles a sus hijos la sensación de normalidad.

“Aquí recibimos mucha ayuda con todo lo que necesitamos... El apartamento donde vivimos tiene cocina y utensilios. Finalmente, me siento segura con mis hijos”, manifestó Olga con satisfacción. 

Ya lleva tres semanas en la sala de crisis. Hace un par de semanas se enteró de que habían matado a su padre. Ahora la idea de regresar a Mykulychi se ha tornado demasiado dolorosa, por lo que quiere quedarse y construir una vida en Lutsk.

“He tomado un curso de manicura y diseño de uñas, así que ahora puedo ganarme la vida para beneficio mío y de mis hijos”.

Prepararse para más violencia

Las salas de crisis ofrecen un recurso crucial a las mujeres necesitadas. No obstante, ¿qué pasa con las beneficiaras originales de las salas, es decir, las sobrevivientes de violencia doméstica y de pareja?

Los refugios siguen acogiéndolas, aseguró Victoria Yalovska, experta en servicios jurídicos y sociales que colabora con el UNFPA. La Sra. Yalovska, que ha estado ayudando a sobrevivientes de violencia doméstica durante más de 25 años, aclara que los programas siguen funcionando y que las y los especialistas siguen brindando servicios, aunque con restricciones, si bien muchos miembros del personal de apoyo se han visto obligados a huir.

Una mujer
Victoria Yalovska explica que el UNFPA está trabajando para anticipar las necesidades de las mujeres que puedan estar sufriendo violencia doméstica, al tiempo que se apresura a satisfacer las necesidades de las personas desplazadas por la guerra. © UNFPA Ucrania/Andriy Kravchenko

Sin embargo, adelantó, “no se ha cerrado ningún refugio, ni sala de crisis… los que siguen abiertos prestan servicio las 24 horas”.

A ella y sus colegas les preocupa el hecho de que las mujeres enfrentan obstáculos para denunciar la violencia doméstica. “Actualmente no podemos analizar las denuncias en torno a estos temas… La policía fue la que tuvo que detener la violencia y dirigir a la mujer a un asilo [centro] con una dirección oculta”. Hoy por hoy, dijo, la policía se centra en las necesidades de seguridad relacionadas con la guerra, aunque “la experiencia de otros países demuestra que, en tiempos de guerra y posguerra, las cuestiones relacionadas con la violencia doméstica y la violencia contra los niños es igual de urgente”. 

El UNFPA está trabajando con asociados locales para anticipar las necesidades futuras de las mujeres que puedan sufrir violencia física o sexual, ya sea en un entorno doméstico o como consecuencia de las condiciones de conflicto bélico. Recientemente, el UNFPA ha despachado equipos móviles que incluyen psicólogos, trabajadores sociales y otros especialistas, que pueden visitar a mujeres y familias en sus hogares para prestar servicios esenciales.

“Ahora nos estamos yendo por delante de la curva”, declaró la Sra. Yalovska, con satisfacción.

– Olena laba

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