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Prevención de los embarazos en la adolescencia en el Ecuador

Victoria Urquizo (15) fue violada por un compañero de trabajo cuando tenía 14 años. Ahora vive con su hijita en la casa de su hermano. Fotografía: Trygve Olfarnes/UNFPA.
  • 26 Agosto 2010

RIOBAMBA (Ecuador) — Cuando María Victoria Urquizo, de 15 años, se dirige a la plantación de patatas que hay delante de la casa de su hermano, en la comunidad indígena de Guanilchig, tiene ante sí una majestuosa vista del Chimborazo, la montaña más alta de Ecuador, cubierta de nieve. A 3.500 metros (unos 11.500 pies) sobre el nivel del mar, el aire que se respira por la mañana en la cadena occidental de los Andes es reconfortante.

La luz del sol refleja los brillantes colores de las ropas tradicionales indígenas que lleva María, pero la suya es una historia aciaga. Un día de septiembre, cuando tenía solo 14 años, fue violada por un conocido que trabajaba con ella en la plantación. “Solo lo había visto una vez”, recuerda. Dos meses después de la agresión, se dio cuenta de que estaba embarazada.  “Me daba miedo ir a la policía. Solo quería llorar”, dice. El 28 de junio, dio a luz a una niña.
 
Ahora vive con su hermano y la familia de este, y combina el trabajo en la plantación con el cuidado de su hijita, que todavía no tiene nombre. A veces, la cuñada de María o sus sobrinas la ayudan a cuidar a la niña sin nombre.
 
“Creemos que cada día se quedan embarazadas dos adolescentes [en esta provincia]”, dice Rosa Elena Lara, responsable del programa de prevención de los embarazos en la adolescencia del Gobierno del Ecuador en la provincia de Chimborazo, una zona montañosa donde viven casi medio millón de personas. "Pero es muy frecuente que los casos de abuso sexual no se denuncien”, añade.
 

Diversidad de historias detrás de los embarazos en la adolescencia

Los embarazos en la adolescencia no responden necesariamente a un estereotipo concreto y ciertamente no constituyen solo un fenómeno rural.

Erika Mora, una adolescente de Quito de 16 años de edad, supo que estaba embarazada cuando empezó a sangrar a causa de una caída. Fotografía: Trygve Olfarnes/UNFPA

Erika Mora, una adolescente de Quito de 16 años de edad, descubrió que estaba embarazada cuando empezó a sangrar a causa de una caída. “Me dolía el estómago y había sangre", dice. Su novio Ricardo, de 18 años, la ayudó a llegar a un hospital cercano donde terminó su embarazo. El feto había sufrido daños en la caída y los médicos le explicaron que no había otra alternativa.

La pareja había usado preservativos pero solo de forma ocasional, cuando mantenían relaciones sexuales, a pesar de que eran conscientes de que Erika podía quedarse embarazada. “Simplemente no pensábamos que podía pasarnos a nosotros”, dice Erika. Aunque la pareja había decidido dejar la escuela y empezar a trabajar para mantenerse ellos y mantener a su bebé, ahora han decidido continuar con sus estudios y esperar a ser mayores para formar una familia. “Traer a un niño al mundo no es ninguna broma”, afirma Ricardo.
 
Gioconda Gavilanes, dirigente nacional del programa ecuatoriano para adolescentes del Ministerio de Salud, explica que los grupos de alto riesgo de embarazo en la adolescencia suelen ser los jóvenes de entornos rurales y pobres, pero que los jóvenes de las grandes ciudades como Quito y Guayaquil también están en situación de alto riesgo. Señala que la falta de acceso a los preservativos y otros métodos de planificación familiar constituye un grave obstáculo para la prevención de los embarazos en la adolescencia.
 

Creación de una red nacional de servicios orientados a los jóvenes

El UNFPA, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, está prestando apoyo al Ministerio para crear una red nacional de servicios de información y salud reproductiva diseñados especialmente para los adolescentes y los jóvenes. Estos servicios cuentan con sus propias salas de espera privadas y tratan de ofrecer un ambiente acogedor para los jóvenes también por otros medios.

Paola, de 19 años, quiere terminar sus estudios de Enfermería y ganarse la vida para mantener a su bebé. Fotografía: Trygve Olfarnes/UNFPA
Paola, una embarazada de 19 años, estudiante de Enfermería, conocía la importancia de utilizar anticonceptivos, pero le daba vergüenza ir a la clínica a pedirlos. Su novio, que resultó tener ya una familia, le aseguró que no tenía que preocuparse por quedarse embarazada, porque “él sabía lo que hacía”. A pesar de todo, Paola está decidida a terminar sus estudios y empezar a ganarse la vida por sí misma y mantener a su bebé, que todavía no ha nacido. 
 
Elizabeth Granda, una obstetra que trabaja en una pequeña clínica fuera de Riobamba, afirma que las adolescentes no suelen recurrir a los servicios de planificación familiar en hospitales y clínicas normales porque tienen miedo de los cotilleos. “Llevo aquí dos años y solo recuerdo dos casos de chicas adolescentes que vinieron a pedir anticonceptivos”, dice. “En algunos casos, a muchachas de tan solo 15 años se les obliga a casarse si se quedan embarazadas,” explica.
 
El servicio de salud también proporciona información sobre salud reproductiva a los adolescentes a través de las escuelas de la comunidad. “El nivel de conocimientos es muy bajo. Otro obstáculo es el ‘machismo’”, dice Granda. “Las mujeres tienen que pedir permiso a sus maridos o parejas para usar anticonceptivos.” Añade que el propio personal sanitario, a veces, representa un obstáculo. “No tenemos formación para tratar con los adolescentes”.
 

Un problema regional

ASegún la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el 18% de los niños que nacen en la región tienen madres adolescentes. El hecho de tener hijos a una edad temprana expone a las niñas a más riesgos sanitarios y suele impedirles continuar su educación. Según las investigaciones realizadas, las chicas menores de 15 años que se quedan embarazadas tienen cinco veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo o el parto que las de 20 años. En el informe de este año sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, publicado por las Naciones Unidas, se afirma que se ha estancado el progreso en la reducción del número de embarazos de adolescentes, poniendo a más madres jóvenes en situación de riesgo".

A nivel regional, el UNFPA, con financiación del Gobierno de España y otros donantes, está prestando apoyo para prevenir los embarazos en la adolescencia en una serie de países. Las iniciativas de prevención incluyen programas de educación entre iguales, la creación de servicios de salud reproductiva para los jóvenes, formación del personal sanitario, así como la provisión de métodos de planificación familiar y el apoyo a los jóvenes para garantizar que sus necesidades formen parte del programa político.
 

— Trygve Olfarnes

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