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Planificación familiar en Kenya: no solo para mujeres

La actitud de los hombres determina a menudo las decisiones sobre la planificación familiar.
  • 01 Julio 2009

KISUMU (Kenya) — En una sala improvisada en un edificio a medio construir del barrio marginal de Manyatta, en la ciudad de Kisumu (al oeste de Kenya), los hombres del vecindario se reúnen cada cierto tiempo para comentar los asuntos de la comunidad, normalmente en presencia del jefe de la zona.

Sin embargo, la baraza (reunión pública con el jefe) del 21 de mayo fue diferente. Un trabajador de la salud comunitario se dirigió a los más de 50 hombres allí reunidos para hablarles sobre la planificación familiar, un tema con el que no se sienten demasiado cómodos.

«La planificación familiar es cosa de mujeres. Y las hace promiscuas. No aconsejaría jamás a mi mujer que use esas cosas [anticonceptivos], porque la función de la mujer es tener hijos», señala Zaddock Odhiambo, que a sus 28 años tiene 6 hijos.

Su homólogo, Damascus Chemonges, afirma que la planificación familiar es peligrosa. «Dicen que por su culpa las mujeres dan a luz a niños a los que les faltan las orejas y los ojos. Creo que las parejas deberían espaciar los embarazos únicamente por medios naturales. Al fin y al cabo, era lo que se hacía antes de la introducción de la planificación familiar».

Al preguntarle si sabe lo que es una vasectomía (una intervención quirúrgica menor que evita la liberación del esperma durante la eyaculación del hombre), Chemonges responde que «cuando un hombre se hace la vasectomía, la muerte entra en casa. Además, el hombre se hará impotente y la mujer empezará a dormir fuera y a tener niños de otros padres».

La respuesta a este tipo de reuniones plantea dudas sobre la implicación de los hombres en la salud reproductiva y materna.

Poca ayuda de los hombres

Según el UNFPA (el Fondo de Población de las Naciones Unidas), «por lo general, son los hombres quienes deciden la cantidad y la variedad de las relaciones sexuales, el momento y la frecuencia de la actividad sexual, y el uso de anticonceptivos, en ocasiones bajo coacción o por la fuerza».

Hay muchos ejemplos de ello. «Empecé a tomar la píldora discretamente porque no quería tener más hijos, ya tenía cuatro. Cuando mi marido se enteró, buscó las píldoras y las tiró, y me amenazó con matarme si las seguía tomando», relata Margaret Akoth, de Manyatta, a Inter Press Service.

Margaret acudió entonces a un centro de salud donde pidió que le facilitaran un método de planificación familiar que su marido no pudiera descubrir con tanta facilidad. Ahora utiliza un anticonceptivo inyectable trimestral. «Tengo que decir que llevo al bebé a revisión para después ir al centro a ponerme la inyección. Él me pregunta por qué no me quedo embarazada», añade Akoth.

Las esposas no son las únicas que reciben amenazas. Los trabajadores de la salud comunitarios que ofrecen formación sobre la planificación familiar y distribuyen anticonceptivos sufren la hostilidad de algunos hombres, que los acusan de acabar con las familias. Rose Ochieng, trabajadora de salud de la comunidad en Nyalunya, a 17 kilómetros de Kisumu, cuenta a Inter Press Service que ha recibido amenazas en varias ocasiones de hombres que le advierten que le darán «una lección» si prosigue su labor.

Recuerda un incidente en el que varios compañeros tuvieron que huir de un grupo de hombres hostiles para salvar sus vidas. Los profesionales de la salud temen que el objetivo de reducir las muertes maternas en un 75% antes de que concluya el plazo establecido en 2015 no sea realizable sin el esfuerzo coordinado de todos, incluidos los hombres.

 

Hay varios programas en marcha para desmentir los mitos sobre la planificación familiar.

Cuestiones relativas a la implicación de los hombres

Sin embargo, la escasa aceptación —en una postura cercana al rechazo— de la planificación familiar por parte de los hombres se debe a numerosas razones, de acuerdo con las conclusiones preliminares de un estudio elaborado conjuntamente por el Kisumu Medical Education Trust —una organización comunitaria que presta servicios de salud reproductiva en el oeste de Kenya— y la Universidad de Boston. La investigación, desarrollada entre diciembre de 2008 y enero de 2009 en el Valle del Rift, Nyanza y las provincias occidentales, concluyó que la mayoría de los hombres eran reacios a acudir a los centros de salud reproductiva para recibir asesoramiento sobre planificación familiar porque consideraban que eran «lugares para mujeres» y no querían mezclarse con estas por miedo a que los tildaran de «calzonazos» o afeminados.

Los factores más importantes son los mitos y las ideas falsas, muy extendidos, sobre la planificación familiar para mujeres y hombres. La mayoría de los hombres encuestados señalan que la planificación familiar resta ardor en la cama a las mujeres; muchos otros temen que la vasectomía les impida volver a tener relaciones sexuales. Argumentan que tal situación dañaría su prestigio social y provocaría que sus esposas buscaran otras parejas.

Los proveedores de atención de salud apuntan que es necesario disipar esos rumores para mejorar la respuesta a los métodos de planificación familiar. Por ejemplo, la vasectomía —que se considera uno de los medios de control de la natalidad más eficaces— se ofrece gratuitamente en el centro Marie Stopes Clinic de Kisumu. A pesar de ello, el doctor Charles Ochieng solo ha realizado seis en lo que va de año, y eso que la cifra supone una mejora de los datos de años anteriores.

También predomina el miedo a lo que podría pasar si un hombre pierde a sus hijos por fallecimiento o divorcio, dado que la vasectomía es irreversible. «… no es que no queramos la vasectomía, pero conozco el caso de un amigo que tenía cuatro hijos y los perdió a todos, además de a su mujer. No me veo probando esos milagros en mi cuerpo», responde uno de los hombres entrevistados en el estudio.

Aunque algunas de estas reservas pueden estar justificadas, Ochieng —que sí se ha sometido a una vasectomía— quiere desmentir los mitos. «No es cierto que la vasectomía apague el deseo sexual del hombre ni es cierto que provoque impotencia. Los hombres que se hacen la vasectomía tienen relaciones sexuales con normalidad; la única diferencia es que la mujer no se queda embarazada, por eso es un método eficiente de control de la natalidad».

Necesidad de un enfoque más amplio

Las autoridades afirman que hace tres años se puso en marcha una estrategia de salud comunitaria que adopta un enfoque integral para abordar todo tipo de cuestiones relacionadas con la salud, tales como la planificación familiar, y explican en detalle la participación de los hombres.

«En el marco de esta estrategia, los profesionales de salud y divulgación comunitaria trabajan sobre el terreno para hablar con todo el mundo, incluidos los hombres, sobre la planificación familiar. Están dando a conocer diversos métodos dirigidos a hombres y mujeres, y es de esperar que de este modo los hombres se interesen por la planificación familiar», explica a Inter Press Service Josephine Kibaru, Directora del Departamento de Salud Familiar del Ministerio de Salud Pública y Saneamiento.

Varias instituciones dedicadas a la salud reproductiva han desarrollado otras formas de dirigirse a los hombres para conseguir que se involucren más en la planificación familiar. Por ejemplo, el centro Marie Stopes Clinic de Kisumu se acerca a los hombres y los niños a través de sus pasatiempos favoritos. El centro ha empezado a organizar campeonatos de fútbol, remo y ciclismo que los funcionarios aprovechan para difundir información sobre la planificación familiar.

«Se aprecian progresos. Los hombres están empezando a participar en los debates sobre la planificación familiar. Plantean preguntas e incluso algunos empiezan a acudir al centro para solicitar más información», explica George Yogar, Director Adjunto del centro.

Un programa de planificación familiar en Zimbabwe ha sido citado como ejemplo de éxito con miras a crear una campaña para llegar a los hombres a través de canales de comunicación que les resultan atractivos. El proyecto, que se desarrolló entre 1993 y 1994, combinaba programas de radio y televisión, material impreso y actos comunitarios, tales como representaciones teatrales y competiciones deportivas, para animar a las parejas a probar métodos de control de la natalidad a largo plazo. Al mismo tiempo, la campaña logró promover la participación de los hombres en las decisiones relacionadas con la planificación familiar.

Joyce Mulama, para Inter Press News Service

 

La planificación familiar en ​Kenya

Una fecundidad elevada y el descenso de la mortalidad hicieron de Kenya uno de los países con un índice de crecimiento demográfico más elevado del mundo en las décadas de 1970 y 1980. También fue uno de los primeros países africanos en fomentar la planificación familiar con miras a reducir las tasas de fecundidad y mitigar así la presión sobre la tierra y los recursos. La tasa de fecundidad total de Kenya se redujo de aproximadamente 8,1 niños por mujer a finales de la década de 1960 a 5,4 a principios de la década de 1990, un éxito que se ha asociado con la aceptación cada vez mayor de la planificación familiar.
Sin embargo, en los últimos 15 años, el tamaño de las familias se ha estabilizado en torno a casi 5 niños por mujer. Desde 2005, en parte debido al elevado número de jóvenes, la población ha crecido con rapidez. Se teme que el crecimiento económico no pueda seguir el ritmo del crecimiento demográfico. A lo largo de los últimos 5 años, la población proyectada en 2050 ha aumentado de 54 a 83 millones de personas.
Aunque menos de la mitad (el 46%) de las parejas kenyanas usan anticonceptivos, de acuerdo con la encuesta de demografía y salud de Kenya que se acaba de concluir, la cifra supone un incremento notable con respecto al 39% que se reflejaba en un estudio parecido de 2003. El estudio también descubre una correlación positiva entre el uso de anticonceptivos, el nivel educativo de las mujeres y el porcentaje de residentes en zonas urbanas. Es probable que la mejora de la salud infantil favorezca la aceptación de los anticonceptivos en las zonas rurales, según Geoffrey Okumu, de la oficina del UNFPA en Kenya. El UNFPA apoya al Gobierno del país en su esfuerzo por garantizar un suministro continuo de anticonceptivos.

 

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