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Matronas en Afganistán desafían las restricciones para salvar vidas de mujeres y recién nacidos

La matrona Minaz Bibi presta servicios de partería a las mujeres afectadas por el terremoto en el distrito de Gayan, en Paktika, Afganistán, en junio de 2022. © UNFPA Afganistán
  • 17 Agosto 2022

PAKTIKA, Afganistán – «Había una mujer en avanzado estado de gestación. Estaba herida y había perdido a miembros de su familia en el terremoto… Estaba conmocionada», relata Minaz Bibi, una matrona que recién finalizó su formación en la provincia de Paktika, Afganistán.

Instantes después, la mujer se puso de parto prematuramente. Esta fue la primera vez que Sra. Bibi atendió un parto sola, sin el respaldo de ningún mentor y en mitad de una emergencia humanitaria.

Ansiaba ayudar a mujeres embarazadas a dar a luz en la seguridad de un centro sanitario, pero lo que no esperaba era recibir una llamada telefónica y que el primer bebé que iba a ayudar a traer al mundo sería en una de las zonas más afectadas por un desastre natural.

En la noche del 21 de junio de 2022, un terremoto sacudió las provincias de Jost y de Paktika, al sureste de Afganistán, ocasionando que las ya de por sí frágiles viviendas y centros sanitarios se vinieran abajo sobre miles de personas, que las carreteras sin pavimentar se abriesen en dos y que prácticamente todas las infraestructuras de comunicaciones fuesen destruidas. La zona es montañosa, lo que hizo que llegar a aquellas personas en peligro fuese incluso más arriesgado; además, la intensa lluvia y los fuertes vientos prácticamente imposibilitaron los intentos de búsqueda y de rescate en helicóptero.

El terremoto causó la muerte de más de mil personas y destruyó unas 10.000 viviendas. De las más de 360.000 personas con necesidad de ayuda tras el desastre, el UNFPA calcula que alrededor de 87.000 son mujeres en edad reproductiva, de las que unas 8.400 están embarazadas y tienen poco o ningún acceso a una atención de salud reproductiva: el sistema sanitario apenas funciona y la libertad de movimiento y el acceso a servicios esenciales ha sido gravemente restringido para mujeres y niñas, lo que pone en riesgo las vidas de aquellas que viven en zonas remotas y afectadas por el desastre.

En primera línea de una creciente crisis

La Sra. Bibi es una de las 12 matronas que acaban de recibir formación del UNFPA en Afganistán y que más adelante prestarán servicios de salud materna y a recién nacidos en las casas de salud familiar, que reciben el apoyo del UNFPA y que se encuentran actualmente en construcción. Ella y otra matrona recién formada fueron trasladadas inmediatamente a una clínica provisional para formar parte de la respuesta de emergencia en Paktika. Las dos mujeres estaban nerviosas pero comprometidas en garantizar que tanto las madres como los bebés estuviesen a salvo.

Unas semanas después, la Sra. Bibi recuerda el primer parto que atendió como el que definitivamente puso a prueba sus conocimientos de matrona. Al describir sus condiciones laborales, relata: «Utilizábamos una tienda para los servicios de salud materna y llegaban hasta 15 pacientes todos los días».

Añade que al menos nació un bebé cada día durante los primeros 10 días tras el terremoto. «Otras mujeres, muchas de ellas embarazadas, también sufrieron conmoción al ver cómo sacaban de los escombros cadáveres, incluidos los de sus seres queridos».

Tras haber visto de primera mano la importancia de que haya matronas prestando asistencia antes, durante y tras el parto, la Sra. Bibi afirma: «Las matronas que ofrecen apoyo psicosocial y para la salud materna son fundamentales en este tipo de emergencias: las matronas pueden salvar las vidas de las madres y de los bebés».

Cuando parir implica arriesgar la vida

Debido a que ya existía una profunda crisis económica, política y de seguridad alimentaria en Afganistán tras la toma del poder de los talibanes el 15 de agosto del año pasado, el sufrimiento de miles de personas vulnerables no se ha visto más que intensificado por el impacto del terremoto. El UNFPA y sus asociados pusieron en marcha cinco equipos sanitarios móviles, en los que también había trabajadoras sanitarias mujeres, para proveer de servicios de salud reproductiva y apoyo psicosocial a aquellas personas en las partes menos accesibles del país.

Durante el pasado año, más de 12.000 partos en Afganistán fueron atendidos por profesionales de la salud formadas por el UNFPA, como la Sra. Bibi; y casi 200 casas de salud familiar que reciben apoyo del UNFPA, así como clínicas móviles y fijas, aseguraron de manera inmediata una atención de la salud reproductiva y materna a más de 4,3 millones de personas.

Cada dos horas, una mujer en Afganistán fallece a causa de complicaciones del embarazo y del parto que podrían haberse prevenido: es la mayor tasa de mortalidad materna en la región de Asia y el Pacífico. La Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, dijo sobre la crisis: «Para las alrededor de 24.000 mujeres que dan a luz cada mes en zonas de difícil acceso, el parto puede suponer, en efecto, una condena de muerte».

La respuesta ante el terremoto forma parte del apoyo continuo del UNFPA en todas las crisis humanitarias en Afganistán. A comienzos de este año, el UNFPA solicitó una aportación de $251,9 millones para responder ante las necesidades de salud reproductiva y psicosocial de 9,2 millones de personas. Hasta la fecha, solo se ha recaudado algo más del 10 por ciento de lo solicitado.

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