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Las parteras en primera línea trabajan para revertir la alta tasa de mortalidad materna de Afganistán

Una partera le toma la presión arterial a una mujer en una casa de salud familiar en las zonas rurales de Afganistán. © UNFPA Afganistán
  • 21 Octubre 2020

SHAHRISTÁN, Afganistán – “Era la medianoche del 6 agosto cuando tocaron con fuerza mi puerta. Mi marido abrió la puerta. De pie en la oscuridad había una persona pidiendo mi ayuda; había un bebé a punto de nacer", relató Shirin al UNFPA.

Fue el comienzo del mayor desafío que había enfrentado como partera.

Shirin, de 31 años, administra una casa de salud familiar en la aldea de Usho Golaka, en la provincia de Daikundi. Las casas de salud familiar son instalaciones comunitarias que ofrecen una serie de servicios básicos de salud reproductiva en comunidades remotas, incluida planificación familiar, atención prenatal, servicios de parto seguro, atención del recién nacido y vacunas.

Shirin conocía al hombre que había llegado con estruendo a su casa. Era pariente de Fátima, una de sus pacientes. "Esa noche su situación era crítica", recordó Shirin.

Fátima, que ya era madre de seis hijos, estaba en el trabajo de parto con su séptimo hijo. Shirin se alarmó inmediatamente: un examen anterior había mostrado que el parto sería peligroso.

"El bebé de Fátima estaba en la posición incorrecta y que el parto sería un parto de nalgas", explicó Shirin. "Le había proporcionado información y asesoramiento sobre su estado, pero le aconsejé que remitiera el caso al hospital provincial de Nili, el centro de Daikundi, para que allí siguieran manejando su parto".

Sin embargo, la familia de Fátima no podía permitirse buscar atención tan lejos de casa. "Somos una familia pobre y la economía y la falta de transporte representaban un gran problema para nosotros", aclaró Fátima. “Habríamos tenido que pagar AFN 13.000 [USD 170] por el transporte para llegar al hospital provincial de Nili. Eso no era posible".

Las parteras al rescate

Afganistán tiene una de la más altas tasas de mortalidad materna en el mundo, según datos de las Naciones Unidas. Alrededor de 638 mujeres mueren por cada 100.000 nacidos vivos. La pobreza, la falta de acceso a los servicios de salud y la desigualdad de género contribuyen a acrecentar estas cifras trágicamente elevadas; menos del 60 % de los nacimientos son supervisados por profesionales de la salud calificados.

Para hacer frente a estas preocupaciones, el UNFPA apoya el programa de educación de partería comunitaria de Afganistán, un programa de capacitación financiado por el Gobierno de Canadá que prepara a las parteras para que presten servicios básicos esenciales de salud materna y otros servicios de partería. Estas parteras operan luego desde las casas de salud familiar establecidas por el UNFPA, que proporcionan los únicos servicios médicos disponibles en las zonas más remotas y de más difícil acceso de Afganistán. 

Shirin se graduó del programa de educación de partería comunitaria en 2015. Desde entonces ha trabajado en la casa de salud familiar en Usho Gholaka, donde ha prestado servicios a cientos de mujeres.

A midwife in full protective gear tends to a woman at a family health house.
Una partera lleva un equipo protector completo para evitar la propagación de la COVID-19. © UNFPA Afganistán

Su marido apoya su trabajo. Esa noche la llevó en moto al pueblo donde viven Fátima y su familia.

"El propósito era salvar a una madre y a su bebé", planteó su marido. "Me he comprometido a apoyar a mi esposa en este trabajo, aun en la medianoche".

Ideas apropiadas sobre la marcha

Shirin encontró a Fátima sufriendo en dolor terrible y gritando por ayuda. Intentó encontrar la forma de transportar a Fátima urgentemente al hospital provincial, pero la familia lo vio como algo imposible.

Aunque Shirin es una partera con experiencia, no está preparada para manejar complicaciones graves, como el parto de nalgas, pero en medio de la situación, se vio obligada a improvisar.

"Llamé a un ginecólogo experto que trabajaba en el hospital provincial y le pedí instrucciones. Esa fue la única solución que pude encontrar para salvar sus vidas. Se me instruyó que usara distintas maniobras para cambiar la posición del bebé en el útero. Seguí cuidadosamente la guía del ginecólogo”.

Era una labor de parto tensa, pero al final los esfuerzos lograron su objetivo.

“Finalmente se inició la contracción uterina y nació un niño después de una hora y 45 minutos de trabajo de parto. Era un niño sano", recordó Shirin.

La familia de Fátima se sintió muy aliviada.

"Cuando oí que Fátima y su bebé estaban vivos, no puedo contarles lo feliz que me sentí", afirmó la suegra de Fátima al hablar con el UNFPA. "Estoy muy agradecida de Shirin por estar allí y ayudar a las mujeres necesitadas".

Fátima más tarde trajo a su recién nacido a la casa de salud familiar para que recibiera servicios postnatales. "Estoy agradecida de Shirin", manifestó. "No solo me salvó la vida, sino también la vida de mi hijo".

Shirin, también, está agradecida. Aunque la experiencia fue desgarradora, siente que ha crecido como partera.

"Me sentí muy orgullosa de lo que había logrado", dijo.

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