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Las parteras del UNFPA en guardia para garantizar que los partos sean seguros en los pueblos más remotos del Afganistán

La partera Suhila Rasuli, de camino a visitar a una mujer embarazada en una zona remota de la provincia de Nimruz, en el Afganistán. © Naqibullah Rahimi/MOVE Afganistán
  • 16 de marzo de 2023

NIMRUZ, Afganistán – “¡Despierta! ¡Tenemos un parto!”. Estas fueron las apresuradas palabras de Suhila Rasuli por teléfono, susurrando para no despertar al resto de la familia a primera hora de la mañana. 

La llamada provenía de la aldea de Qala-e-Naw. “Una mujer embarazada estaba de parto y me necesitaban allí”, recuerda Rasuli, una partera que trabaja con un equipo móvil de salud que recibe apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA): Miró el reloj. Eran casi las 6.00, pero en aquella fría mañana de invierno la oscuridad era total.

Rápidamente, se puso el uniforme y preparó su equipo, incluido un botiquín obstétrico aséptico del UNFPA con productos esenciales —como una sábana de plástico, guantes esterilizados, una cuchilla de afeitar, un cordel para anudar el cordón umbilical y toallitas— para los nacimientos que no se produzcan en centros de salud. 

Media hora después, ya estaba de camino al distrito de Kash Rod, en la provincia de Nimruz, en el suroeste del Afganistán. La acompañaba Niamatullah Haidari, un especialista en vacunas que trabaja con el equipo móvil de salud. Condujeron durante dos horas en pleno invierno con temperaturas bajo cero, por un terreno traicionero y accidentado hasta que llegaron al lugar en el que la mujer estaba dando a luz. Las abundantes precipitaciones de la semana anterior complicaron aún más el viaje, pero la señora Haidari explicó que no podían desviarse del camino para llegar al pueblo, ya que si tomaban una ruta alternativa corrían el riesgo de hacer estallar una mina”.

Los equipos móviles de salud son unidades médicas ambulantes que ofrecen una amplia gama de servicios, especialmente de salud materna, neonatal, infantil y adolescente, y apoyo psicosocial en comunidades remotas. A pesar de los riesgos de seguridad, unos 117 equipos móviles del UNFPA se sobreponen a toda clase de obstáculos para brindar ayuda a cerca de 1,5 millones de personas en 25 provincias del Afganistán.

Disipar el miedo e infundir esperanza 

Ya conocían la ubicación de la aldea, puesto que Rasuli había ayudado en el parto de otra mujer de la misma familia hacía menos de un mes. “La última vez, les di mi número de contacto a los aldeanos antes de irme y les dije que me llamaran cuando necesitaran ayuda. Me alegro de que lo hicieran”, confesó al UNFPA.

En las aldeas más remotas, acudir al centro de salud más cercano puede implicar caminar por un terreno abrupto y peligroso, en ocasiones durante horas, lo que resulta imposible para las cerca de 24.000 mujeres que dan a luz al mes en estas zonas. Sus comunidades concentran la mayoría de las enfermedades y muertes maternas e infantiles del país. El Afganistán ya presenta una de las tasas de mortalidad materna más elevadas del mundo, con una mujer que muere cada dos horas durante el embarazo o el parto, la mayor parte de las cuales ocurren por causas perfectamente evitables. 

Rasuli confesó que tener que viajar horas para ver a una paciente solía inquietarla. Sin embargo, afirmó que el hecho de que las familias confiaran en sus habilidades profesionales y se sintieran reconfortadas y seguras de que cuidaría de la madre y el bebé le levantaba el ánimo.

Cuando por fin llegaron a su destino, Rasuli atendió a la madre inmediatamente. Dos horas más tarde, anunció el nacimiento de un niño, el tercer hijo de la mujer. “El parto discurrió sin problemas y todo el mundo estalló en aplausos cuando supieron que tanto la madre como el bebé estaban bien”, declaró Rasuli.

Gran parte de la población afgana tiene problemas para acceder a los servicios

Niamatullah Haidari explicó que, antes de que se creara el equipo móvil de salud, los habitantes de las zonas remotas de la provincia carecían de acceso inmediato a servicios sanitarios que pueden salvar vidas. Apenas disponían de medios de transporte al centro de salud más cercano, y la mayoría tampoco podían permitirse pagar dicho transporte. “Antes se producían muchas muertes maternas y neonatales dado que, por norma general, los partos tenían lugar en los hogares, sin la ayuda de una partera cualificada”, añadió.

A woman gives a presentation to a group.
Cuando no ayuda en partos, Rasuli imparte sesiones educativas sobre salud para las mujeres de las comunidades que visita el equipo móvil. © Naqibullah Rahimi/MOVE Afganistán

En Nimruz, el UNFPA trabaja con la organización no gubernamental (ONG) sanitaria MOVE, gracias también a la financiación de los gobiernos de Italia, el Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos, así como de la Unión Europea.

Rasuli empezó a colaborar con el equipo móvil de salud hace cuatro meses, y desde entonces ha ayudado en el nacimiento de casi 30 bebés. “Ayudar en un parto supone una gran responsabilidad y no siempre soy capaz de templar los nervios. Pero cuando termina el parto, me siento satisfecha y aliviada cuando veo la alegría de todo el mundo y su reconocimiento por haber cuidado de dos vidas: la de la madre y la del bebé”, admite.

Lograr que la maternidad sea más segura es un imperativo de los derechos humanos y constituye uno de los elementos esenciales del mandato del UNFPA: Las mujeres afganas como Rasuli representan una parte fundamental de nuestro apoyo en un país en el que más de dos terceras partes de la población dependen de asistencia vital todos los meses. A pesar de las dificultades operacionales y el menor margen de maniobra, ya que se ha restringido gravemente la libertad de circulación de las mujeres y las niñas y su acceso a los servicios sanitarios, el UNFPA sigue comprometido a mantener su presencia en la región y a ofrecer servicios que beneficien a la población afgana necesitada.

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