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Las mutiladoras reformadas protegen a la próxima generación de la mutilación genital femenina en Kenya

Reformed cutters Kokarupe Lorwu, Methani Chepurai Lokuda and Chepchongil Cheleston in West Pokot County in Kenya. © UNFPA/Luis Tato
  • 04 Febrero 2021

TAMUGH, CONDADO DE WEST POKOT, Kenya – Más de 10.000 niñas en el curso de 30 años. Esa es la cantidad de niñas que tres mujeres aquí han sometido a la mutilación genital femenina en los rituales, casi una niña al día, todos los días, durante tres décadas. 

Ahora tienen 70 años. Chepchongil Cheleston, Kokarupe Lorwu y Methani Chepurai Lokuda son sobrevivientes de la mutilación genital y antiguas mutiladoras que han dado la espalda a la práctica. Hoy luchan contra la práctica dañina y alientan a una generación más joven a hacer lo mismo. Se han reunido en la casa de la Sra. Lokuda con el jefe de la zona, Christopher Adoiywan, y otros defensores opuestos a la mutilación genital femenina. La reunión es una oportunidad para que el jefe trabaje en estrecha colaboración con la comunidad para aprender acerca de las niñas en riesgo, así como sobre el fomento del diálogo sobre el cambio de las normas y comportamientos sociales que perpetúan prácticas nocivas como esta y el matrimonio infantil.

La Sra. Lokuda, que aprendió la práctica de su abuela, explicó que las niñas que mutiló hace mucho tiempo hoy son mujeres mucho mayores, pero sus acciones todavía tienen gran peso en su conciencia. Esas niñas no tuvieron poder de decisión (que está claro que debieron haber tenido) sobre lo que ocurrió con sus cuerpos. En ese momento, entendía la práctica como un rito de paso obligatorio. "Todas las mujeres de mi generación habían sido circuncidadas, y es algo que la comunidad acogió como un signo de la condición de mujer. Si no lo hacías, no pertenecías al grupo", explicó Lokuda, quien mutiló a más de 5.000 niñas. Si hacía el trabajo en horas del día, le pagaban con alcohol; por la noche recibía $5 por niña. 
La Sra. Lorwu recibía un pago similar. "Todas las noches las jóvenes se reunirían en un hogar en particular, y me llamaban para llevar a cabo la circuncisión", explicó. "Después de una noche de cantar y bailar, las chicas se despertaban al amanecer y se duchaban. Después íbamos al establo, donde yo efectuaba el corte. Me pagaban entre $5 y $10 por cada niña. A veces me pagaban con alcohol". 


A blade used to perform female genital mutilation. © UNFPA/Luis Tato

Las tres mujeres atribuyen su cambio de actitud a una nueva fe en Dios y a la formación y la información que recibieron de World Vision Kenya, organización asociada del UNFPA, sobre los efectos negativos de la mutilación genital femenina sobre la salud de las mujeres y las niñas. El UNFPA apoya programas en los condados con mayor incidencia de MGF de Kenya, como West Pokot, Samburu, Elgeyo Marakwet, Baringo y Narok. Los programas, que son ejecutados por los asociados, integran el diálogo, el apoyo psicosocial y las opciones de subsistencia para quienes participan en la MGF. Deponer sus instrumentos no fue una decisión fácil para ninguna, ya que la práctica era su medio de sustento, pero a través de World Vision International, las mujeres recibieron seis cabras cada una para mantenerse.

Las mutiladoras reformadas facilitan el diálogo comunitario sobre los peligros de la mutilación genital femenina. "Las tres han sido sensibilizadas sobre la legislación gubernamental contra la MGF, y han recibido información sobre el modo de abogar por mejores enfoques, como ritos de paso alternativos para las niñas", planteó George Ndung’u, especialista en Género y Desarrollo de World Vision.  


Methani Chepurai Lokuda now educates girls on the harmful effects of a practice still considered a rite of passage. © UNFPA/Luis Tato

Por ese motivo se considera crucial la educación que enfatiza la autonomía corporal de las mujeres y las niñas: porque funciona. Según el Sr. Adoiywan, las denuncias de casos en la zona han disminuido en un 80 % en los últimos años.

Sin embargo, Eunice Chemwok, defensora opuesta a la mutilación genital femenina, remarcó que las mujeres y las niñas siguen enfrentando desafíos como la violencia de género, el matrimonio infantil y el abandono escolar, todos los cuales se piensa que han sido exacerbados por la pandemia.  Chemwok es proponente de ritos de paso alternativos, que se han detenido debido a la falta de financiación y las restricciones resultado de la COVID-19. "Durante estas ceremonias, las niñas aprenden muchas cosas valiosas", señaló la Sra. Chemwok, "como los peligros del matrimonio precoz, la importancia de permanecer en la escuela y sus derechos básicos".  

 

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