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«La violencia nunca cesó», dice una sudanesa; pero la esperanza tampoco

Samira tras un largo día de trabajo, Nyala, Sudán. © UNFPA/Sufian Abdulmouty
  • 05 Diciembre 2022

CAMPAMENTO OTASH, Sudán - «Iba a casa de mis padres, pero me devolvían con mi esposo maltratador». Esto es lo que Semira*, una sudanesa de 25 años, recuerda de su matrimonio, que comenzó cuando era apenas una niña: fue madre a los 14 años.

«La violencia nunca cesó; simplemente me acostumbré a ella», asegura al UNFPA.

La situación empeoró en 2020, cuando los enfrentamientos armados se extendieron a su ciudad natal, Jebel Marra Oriental. La familia huyó al campamento para personas desplazadas internas de Otash, donde viven desde entonces y donde las dificultades de Semira no han hecho más que multiplicarse.

Tenía cinco hijos a los que cuidar, pero apenas podía dormir, despertándose constantemente con temor a lo que su esposo pudiera hacerle por la mañana.

Una oportunidad para la recuperación

Un día, una amiga de Semira la visitó y se percató de que tenía el pie quemado. Semira rompió a llorar y le explicó que su esposo, enfurecido, le había escaldado el pie con aceite de cocina.

Su amiga sabía exactamente qué hacer. Al día siguiente, llevó a Semira al centro de mujeres del campamento, apoyado por el UNFPA. Una trabajadora social llamada Aisha detectó que Semira sufría un trauma y la derivó a otro programa apoyado por el UNFPA, un servicio de apoyo llamado «rincón confidencial» en el hospital de Nyala.

En el hospital le trataron el pie, y una trabajadora de caso comenzó a reunirse con Semira de manera periódica.

Empoderar a las mujeres

Los centros para mujeres son espacios seguros en los que las mujeres y las niñas pueden conectarse y tener acceso a acompañamiento psicosocial, derivaciones a cuidados avanzados y kits de higiene femenina con artículos menstruales y de aseo. Los centros también organizan sesiones de concienciación sobre cuestiones importantes y actividades educativas y recreativas; además, ofrecen derivaciones a la asistencia jurídica para las supervivientes de violencia.

Para garantizar que el centro responde a las necesidades particulares de las mujeres de la comunidad, está dirigido por un comité formado por miembros de la comunidad, que participan en el diseño y la programación de las actividades.

Semira pronto se convirtió en una asidua del centro. «Aquí, las mujeres y las niñas toman el té mientras comparten sus historias con libertad. Me sentí alentada a visitar este lugar a menudo para recibir apoyo y por mi bienestar psicológico», explica.

Con su trabajadora de caso y el apoyo de la comunidad, Semira comenzó a reflexionar acerca de sus opciones. Decidió no abandonar a su esposo ni acudir a los servicios jurídicos por el estigma y las dificultades que enfrentan las madres solteras. En cambio, buscó maneras de fortalecer su posición dentro de la familia y de la comunidad.

Comenzó a participar en actividades de formación profesional, como la fabricación de jabón, y destacó. Hoy dirige un pequeño negocio de fabricación de jabón en el campamento, con el que gana lo suficiente para ocuparse de sus padres y suegros. Ahora que ha conseguido unos ingresos, el apoyo de la comunidad y la confianza en sí misma, las tensiones en el hogar han disminuido. Semira cuenta que su esposo es más respetuoso y menos violento; incluso le ayuda en su negocio de vez en cuando.

Además, está tan cualificada que forma a otras mujeres en el campamento, y remite a otras mujeres de la comunidad al centro para que ellas también puedan recibir apoyo. 

Una entre millones

Semira es una de los 2,7 millones de mujeres y niñas de Sudán que necesitan servicios de protección, prevención, mitigación y respuesta a la violencia de género. 

En respuesta a esta abrumadora necesidad, el UNFPA ha creado cinco centros para mujeres con financiación humanitaria de la Unión Europea. Situados en Gedaref, Darfur del Norte y Darfur del Sur, los centros ofrecen servicios a más de 26.000 mujeres y niñas, de entre las más vulnerables. 

«Para miles de mujeres y niñas de Sudán, la esperanza es lo único que les queda. Estamos aquí para convertir esta esperanza en una realidad en la que puedan prosperar en un entorno seguro, cumplir sus sueños y liberar su potencial», reflexiona Mohamed Lemine, representante del UNFPA en Sudán.

*Nombre cambiado por razones de confidencialidad y protección

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