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La pandemia amenaza comunidades asoladas por la guerra y la crisis, y esto exige apoyo mundial

Los agentes de extensión en Siria realizan labores de sensibilización sobre la pandemia. © UNFPA Siria
  • 16 de abril de 2020

CAMPAMENTO DE AZRAQ, Jordania/HOMS, Siria/NACIONES UNIDAS, Nueva York - "Pasé los primeros cuatro días del bloqueo llamando a beneficiarios para informarles de la disponibilidad de apoyo virtual", relata al UNFPA Orouba Amín, consejera en el campamento de refugiados de Azraq, en Jordania.

La Sra. Amín tiene 11 años prestando atención psicosocial a sobrevivientes del trauma y la violencia, desde refugiados que huyen de los horrores de la guerra hasta mujeres y niñas que escapan de la explotación y el abuso sexuales. Hoy, a su trabajo se suma una nueva amenaza: la pandemia de la COVID-19.

Alrededor del mundo, mientras los Gobiernos aplican bloqueos y restricciones de movimiento, los centros de mujeres y los espacios seguros están cerrando sus puertas, incluso en momentos en que aumentan las pruebas de un incremento de la violencia basada en el género.

Los países ven cómo se reducen sus servicios de salud reproductiva en la medida en que se desvían recursos para la respuesta a la pandemia. Allí donde se mantienen los servicios de salud reproductiva, las restricciones de movimiento y los temores ante el virus impiden que las mujeres procuren atención médica.


Del mismo modo, debido a la pandemia, se han exacerbado los desafíos para
las mujeres y las niñas vulnerables en contextos humanitarios, incluidas las embarazadas. © UNFPA Siria

Las comunidades afectadas por las crisis humanitarias sufren un amenaza particular por estas condiciones. Muchas ya están enfrentando los desafíos de la pobreza y el limitado acceso a los servicios de salud. Las medidas de control de infecciones son aún más difíciles de aplicar en asentamientos densamente poblados con limitados recursos de agua y saneamiento.

Estos problemas se multiplican peligrosamente para las embarazadas, para las mujeres que requieren suministros de planificación familiar o para las que tienen necesidad de protección contra la violencia.

No hay donde esconderse

En Jordania, donde se han confirmado casi 400 casos de COVID-19, se ha impuesto un toque de queda para ralentizar la transmisión del virus, pero esta se ha convertido en una penuria más en el campamento de Azraq, donde vive un promedio de siete personas en cada "caravana" o vivienda prefabricada. Los dueños de negocios deben importar alimentos esenciales y básicos con dificultad, y las opciones de subsistencia son escasas mientras las personas permanecen refugiadas en casa. Las familias enfrentan opciones difíciles al intentar ganarse el sustento.

Y, así como la vida social tiene lugar cada vez más en línea, lo mismo ocurre con el acoso sexual, indicó una mujer al UNFPA.


Estos son "los tiempos más difíciles", señaló la Sra. Amín. Imagen cortesía de Orouba Amín

Se han cerrado los espacios seguros para mujeres y niñas del campamento, administrados por el Comité Internacional de Rescate con el apoyo del UNFPA.

La Sra. Amín y sus colegas están haciendo todo lo posible por encontrar nuevos medios de prestación de servicios a las mujeres y las niñas en necesidad.

En el presente, la Sra. Amín está proporcionando mucho asesoramiento por teléfono, pero muchas mujeres carecen de la privacidad necesaria para hablar por teléfono acerca de temas delicados. Otras incluso no tienen teléfono propio.

Los consejeros han adoptado protocolos estrictos para llegar a esas mujeres a fin de garantizar su seguridad.

La Sra. Amín también presta asistencia mediante mensajes de texto y WhatsApp.

"Una de las mujeres me texteó al número dedicado de WhatsApp y cuando le respondí me dijo, 'Ahora estoy bien, porque sé que estás ahí para mí en caso de que te necesite'. Eso significó un mundo para mí", manifestó.

Inquebrantables


Las familias se esfuerzan por adquirir suministros de higiene para prevenir la infección, explicó la Sra. Bulad. © UNFPA Siria

En situaciones de emergencia humanitaria, se intensifica la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia y la explotación. Incluso antes de la pandemia, cientos de mujeres y niñas en contextos humanitarios y frágiles morían diariamente a causa de complicaciones del embarazo y el parto. En el presente, cuando los sistemas de salud y los servicios de protección están sometidos a graves presiones producto de la pandemia, las condiciones para las mujeres tienden a empeorar.

El UNFPA ha hecho un llamado urgente a fin de obtener financiación para el Plan Mundial de Respuesta Humanitaria a la COVID-19, con un requisito de USD 120 millones para garantizar la salud y la seguridad de las mujeres y niñas afectadas por las crisis humanitarias. Además, el UNFPA ha solicitado USD 67.5 millones para apoyar esfuerzos de preparación ante la COVID-19 durante los meses de marzo y abril.

De esta cantidad, un total de USD 187.5 millones se destinará a fortalecer los sistemas de salud, a proporcionar suministros médicos esenciales para la salud del personal, a apuntalar los servicios de salud sexual y reproductiva, y a garantizar la continuidad de los servicios dirigidos a sobrevivientes de la violencia basada en el género. Esto es independiente de la financiación humanitaria que necesita el UNFPA para seguir ofreciendo su apoyo a los países afectados por crisis.

En ese sentido, tanto el llamamiento humanitario del UNFPA como su plan de respuesta a la COVID-19, exigen fondos flexibles para garantizar una respuesta ágil según van evolucionando las condiciones sobre el terreno.

El UNFPA ya está redoblando esfuerzos para hacer frente a la pandemia en entornos humanitarios.

En Siria, que también está bajo toque de queda, los agentes de extensión están tratando de crear conciencia sobre la pandemia, las medidas de control de las infecciones y los derechos de las mujeres.

Es una batalla cuesta arriba, se queja Ghadeer Qara Bulad Mohammed Ibrahim, Directora del Proyecto de Desarrollo de las Mujeres de la Asociación Benéfica Islámica, en Homs. "La mayoría de las familias que visitamos son lastimosamente pobres y ni siquiera pueden comprar esterilizadores", informó.

Ella también ha sido testigo de la generalizada violencia de género, y teme que se intensifique. "Durante mis visitas, vi mientras un hombre golpeaba a su esposa durante el toque de queda", aseguró. "Creo que el porcentaje de violencia basada en el género se incrementará dramáticamente".

No obstante, al igual que otros trabajadores humanitarios, su dedicación y la de la Sra. Amín son inquebrantables.

"Tenemos que aunar todos los esfuerzos para lograr [nuestros objetivos] con la menor cantidad de pérdidas materiales y humanas", remarcó la Sra. Bulad.

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