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Fadma y el bosque: aprender del pasado para un futuro próspero en el Marruecos rural

La producción de aceite de argán consiste en golpear con piedras las nueces del árbol sobre yunques de piedra para obtener sus semillas. © UNFPA Marruecos
  • 28 Agosto 2023

AGADIR, Marruecos - «Las mujeres desempeñan un papel insustituible en la conservación de los bosques del argán», afirma Jamila Idbourrous, directora del Sindicato de Cooperativas de Mujeres del Aceite de Argán en Agadir, Marruecos.

Conocido como el «árbol de la vida», el argán, árbol autóctono de Marruecos, es fundamental para el bienestar económico y cultural de millones de personas. La exportación de aceite de argán, utilizado en todo el mundo en la cocina y en la cosmética, se ha convertido en una industria multimillonaria. Mientras tanto, las comunidades locales marroquíes utilizan el aceite para tratar enfermedades, y el fruto, las hojas y la pulpa de las semillas del árbol para alimentar al ganado.

Fadma Haddi es una mujer cuyo destino se ha entrelazado con el de los bosques del argán cercanos a su casa en Agadir (Marruecos). Se gana la vida cultivando árboles del argán y recolectando sus nueces para producir aceite. 

Un grupo de mujeres sentadas en el suelo producen aceite de argán golpeando con piedras las nueces del árbol sobre yunques de piedra.
Fadma Haddi utiliza herramientas de piedra para extraer las semillas de argán. © UNFPA Marruecos

Fadma Haddi es una mujer cuyo destino se ha entrelazado con el de los bosques del argán cercanos a su casa en Agadir (Marruecos). Se gana la vida cultivando árboles del argán y recolectando sus nueces para producir aceite.

Mujeres como ella han practicado la recolección sostenible durante generaciones, y estas tradiciones no han hecho más que cobrar importancia a medida que se agrava la crisis climática mundial. A pesar de que el argán es un árbol resistente y puede soportar la sequía y el intenso calor, los bosques marroquíes han empezado a reducirse con el aumento de las temperaturas.

Este deterioro puede poner en peligro la vida y el futuro de las mujeres y niñas que se ocupan de los bosques. «Cuando se produce un desastre climático, es un desastre para las mujeres y las niñas», afirma la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA.

Aumento de las temperaturas, aumento de los riesgos para las mujeres y las niñas

Según un estudio del UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva, las crisis climáticas aumentan el riesgo de que se produzcan actos de violencia de género, de que el acceso a servicios esenciales de salud sexual y reproductiva se vea dificultado o suspendido por completo, y de que empeoren los resultados en materia de salud materna.

Mientras tanto, en Marruecos, los riesgos relacionados con el clima que afectan a los bosques del argán también ponen en peligro los ingresos que las mujeres y las niñas obtienen de ellos, aumentando el riesgo de que muchas caigan en situaciones de pobreza, abandonen la escuela o se vuelvan vulnerables a la violencia y a prácticas nocivas como el matrimonio infantil.

Para contrarrestar esta situación, el UNFPA apoyó el lanzamiento de una coalición de ONG para ayudar a mujeres y niñas a afrontar los retos asociados al cambio climático. La cooperativa de Fadma es miembro de la coalición de recolectores de aceite de argán en Agadir. Cooperativas locales como la de Fadma proporcionan empleo a decenas de miles de mujeres para cultivar los árboles y extraer su aceite.

«La iniciativa se centra directamente en las mujeres y niñas que corren el riesgo de quedarse atrás, especialmente en aquellas que no estudian ni trabajan y viven en zonas rurales», declaró el representante auxiliar del UNFPA para Marruecos, Abdel-Ilah Yaakoubd.

«Hace especial hincapié en los grandes temas que les afectan —desde la protección social hasta el empleo y el cambio climático— y pretende mejorar sus capacidades y oportunidades en la vida».

Crecer juntas

Antes de unirse a la cooperativa de mujeres, la Sra. Haddi no tenía ingresos regulares. Desde que se unió al sindicato, sin embargo, ha comenzado a recibir un pago mensual por su trabajo en los bosques del argán.

«El dinero nos ayuda a compartir los gastos domésticos y a escolarizar a nuestros hijos», explica.

La cooperativa es un ejemplo de cómo la conservación de la naturaleza ayuda a las generaciones futuras a salir adelante.

«En conjunto, estas acciones contribuyen a que las mujeres y las niñas, sus comunidades y los bosques de los que dependen sean aún más resilientes, al tiempo que conservan y aprenden de su rico patrimonio», afirma Yaakoubd.

 

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