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En medio del conflicto, del desplazamiento y de la pandemia, las niñas sirias ven un futuro distinto en… los robots

Bana, de 12 años, disfruta aprendiendo sobre robótica en un espacio seguro para mujeres y niñas en el noroeste de Siria. Imagen cortesía de Ihsan Relief and Development
  • 22 Febrero 2021

AL BAB, en el noroeste de Siria – Bana, de 12 años, pudo escapar de Alepo, su ciudad natal, antes de que el conflicto sirio sepultara su vecindario. Fue la primera de dos veces que ella y su familia tendrían que huir de la violencia antes de asentarse aquí, en al Bab, en el noroeste de Siria, y entonces llegó la pandemia.

"Como todas las niñas en Siria, vivo una infancia difícil", admitió a las facilitadoras del espacio seguro para mujeres y niñas donde recibe apoyo y servicios.

Es una estudiante dedicada, pero desde el brote de COVID-19, su escuela a menudo ha estado cerrada. "Cuando puedo asistir a la escuela, me comporto correctamente y trabajo duro", explicó. 

A pesar de todas las dificultades a las que se ha enfrentado, Bana se ha mantenido firme en sus ambiciones: "quiero ser médica y ayudar a las personas enfermas".

En realidad, un futuro en la ciencia es una posibilidad real para ella. "Empecé a asistir a un curso de construcción de robots", dijo, y añadió que "las sesiones eran estupendas".

Girls' hands are seen working on a robot together at a women's and girls' safe space.
Las niñas trabajan en un robot en el espacio seguro. Imágenes cortesía de Ihsan Relief and Development

Construir un futuro mejor y más resiliente

Casi una década de conflicto ha dejado una situación humanitaria muy volátil en el noroeste de Siria. 

De los 4,2 millones de personas que viven en la zona, más de la mitad vive en campamentos de desplazados y 3,5 millones necesitan asistencia humanitaria. La alarmante cifra de 1,6 millones de personas viven en campamentos o asentamientos de desplazados internos; el 80 % son mujeres, niñas y niños.

La pandemia no ha hecho más que empeorar las condiciones, agravar la pobreza, sobrecargar los servicios sanitarios y limitar la prestación de ayuda, y las vulnerabilidades de las niñas se han intensificado considerablemente: "Las niñas del noroeste de Siria siguen soportando la peor parte de la crisis, y son particularmente vulnerables a la violencia de género", afirmó Reem Khamis, quien coordina la respuesta del UNFPA a la violencia de género en el noroeste de Siria a través de la oficina transfronteriza en Türkiye.

"Estas formas de violencia suelen seguir a una niña durante toda la vida, comenzando en la preadolescencia o la adolescencia temprana con acoso, restricción de movimientos y violencia familiar, y potencialmente empeorando hasta incluir el matrimonio infantil, la explotación sexual, la violencia sexual, el embarazo precoz y la violencia doméstica". 

El UNFPA está trabajando con sus asociados para ayudar a las niñas a exigir una mejor tratamiento. 

Un futuro diseñado por ellas

Bana, por ejemplo, se enteró a partir de una amiga de un espacio seguro para mujeres y niñas apoyado por el UNFPA y operado por Ihsan Relief and Development, su asociado local. 

El espacio seguro proporciona una serie de servicios, entre ellos asesoramiento y apoyo especializado a sobrevivientes de violencia de género, remisiones a atención de la salud sexual y reproductiva, así como actividades recreativas en apoyo al alivio del estrés y el fortalecimiento de capacidades. (El espacio también ofrece información de prevención de la COVID-19 y se adhiere a estrictos protocolos de control de infecciones.)

A diferencia de muchos programas vocacionales para mujeres y niñas, que tienden a centrarse en trabajos tradicionalmente femeninos, como la cocina, la costura o la peluquería, el espacio seguro administrado por Ihsan también ofrece clases de robótica. 

Estas clases captaron el interés de Bana y desataron una nueva pasión. "¡Mi nueva amiga y yo quedamos tan impresionadas y emocionadas cuando logramos que el robot caminara!"

Unas 659 niñas, de 10 a 16 años, han participado hasta ahora en los cursos de robótica ofrecidos en algunos de los 18 espacios seguros apoyados por el UNFPA en el noroeste de Siria. Las clases no solo fortalecen las habilidades mecánicas de las niñas, sino que también promueven habilidades de solución de problemas, creatividad, pensamiento crítico, confianza en sí mismas y trabajo en equipo. 

“Nos ayuda a utilizar nuestras habilidades intelectuales”, indicó Bana. 

En todo el mundo, las mujeres representan sólo el 33 % de los investigadores científicos y tecnológicos, y Siria no es la excepción. Es importante remarcar que esta clase de robótica (que recibe el apoyo de Canadá, Noruega y el Reino Unido) está dando a las niñas vulnerables la oportunidad de romper la barrera de género.  

Sin embargo, las niñas del noroeste de Siria necesitan algo más que clases y habilidades. También deben ser facultadas para participar de manera significativa en el camino de Siria hacia la paz. 

"Me gusta aprender para poder construir un futuro brillante", manifestó Bana. “Espero que esta guerra termine pronto para que mi familia y yo podamos regresar con seguridad a nuestra casa en Alepo. Estoy segura de que este es el sueño de todas las niñas que viven aquí”.

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