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El futuro en la punta de sus dedos: ¿Qué sucede cuando las niñas dicen “NO”?

"Muchas de mis amigas abandonaron la escuela por el matrimonio precoz", afirmó Soufkaina, en Marruecos. "Estoy muy agradecida de haber podido terminar la escuela y retrasar la maternidad". © UNFPA Marruecos
  • 01 Febrero 2019

NACIONES UNIDAS, Nueva York - Más de 150 millones: ese es el número de niñas que podrían convertirse en niñas casadas de aquí a 2030 si el mundo no actúa con decisión para poner fin al matrimonio infantil. En promedio, decenas de miles de niñas son obligadas a casarse cada día, en violación de sus derechos, lo que las expone a posible violencia, amenazando de ese modo su salud y sus vidas. 

No tiene que ser de esta manera. Los programas para poner fin al matrimonio infantil están marcando una diferencia, previniendo los matrimonios de menores de edad y liberando a las niñas de las uniones no deseadas. Si se aceleran estos esfuerzos, el futuro podría ser muy distinto.

Este Día de San Valentín, el UNFPA está estudiando qué sucede cuando se alienta a las niñas a decir "no" al matrimonio infantil. Las mujeres y las niñas de todo el mundo comparten sus historias sobre presenciar, sufrir e incluso rechazar el matrimonio infantil, y cómo estas experiencias han cambiado sus destinos.

"Quiero terminar la escuela, entrar a la universidad y hacerme oficial de policía o defensora de los
derechos humanos", asegura Chinara, que escapó el matrimonio infantil.
© UNFPA Georgia/Dina Oganova

Libertad y oportunidad

El matrimonio infantil es el producto tóxico de la pobreza y la desigualdad de género. Muchas familias creen que el matrimonio asegurará el futuro de sus hijas, pero de hecho a menudo trastorna sus perspectivas, sacándolas de la escuela y exponiéndolas a la maternidad precoz. 

"En mi ciudad natal se obliga a muchas niñas a contraer matrimonio. Los padres tienden a pensar que las niñas no tienen futuro si no se casan", explica Hayat Outemma, en Imilchil, Marruecos. Ella evitó el matrimonio precoz, y hoy es profesora e intenta cambiar estas percepciones. 

Del mismo modo, el matrimonio infantil es una expectativa permanente en la ciudad natal de María, en México. "Mi madre se casó cuando era adolescente. Fue forzada a hacerlo junto con muchas otras adolescentes, porque es una costumbre social".

Cuando María se negó a casarse a edad temprana, fue estigmatizado, pero igualmente liberada. "Me echaron de mi comunidad. Sin embargo, tuve la oportunidad de asistir a la universidad y graduarme… todas las niñas merecen ser libres y tener acceso a las mismas oportunidades".

"El 90 % de mis amigas de la secundaria se casaron siendo adolescentes", calcula Roceli
Dzib García, en México. © Walther Mezeta

Un problema global

El matrimonio infantil es un fenómeno global que afecta a niñas en todo tipo de comunidades y entornos religiosos. 

En Tetritskaro, Georgia, Chinara Kojaeva contó al UNFPA que fue comprometida para el matrimonio contra su voluntad cuando tenía 15 años, pero rechazó el acuerdo. "Me puse en contacto con la policía, y más tarde mis padres me prometieron que me permitirían recibir instrucción y no casarme hasta que cumpliera 18 años".

No obstante, dos años más tarde intentaron nuevamente obligarla a contraer matrimonio. "Lloraba constantemente, pero nadie me prestaba atención", recuerda. Finalmente, le contó todo a una maestra, a un periodista y a la oficina del defensor público, y las autoridades le ayudaron a mudarse a un refugio. "Aquí empecé una nueva vida", sostiene. 

Por su parte, Jada, en Estados Unidos, fue amenazada con el matrimonio infantil forzoso con apenas 12 años. Se escapó después de pedir la ayuda del Tahirih Justice Center, un grupo que trabaja en favor de los derechos. "He logrado cosas fabulosas por no haberme casado temprano", afirma Jada, que ahora tiene 17 años. "He seguido mi sueño de convertirme en bailarina".

Poni Helen, en Sudán del Sur, se negó a casarse cuando aún era niña. Hoy estudia Derecho.
©UNFPA Sudán del Sur/Arlene Alano

Empoderadas y apoyadas

El matrimonio infantil deja a las niñas en una situación extremadamente vulnerable. A menudo las casan con esposos de mucho mayor edad, y están en peor posición para defender sus derechos y necesidades. Incluso pueden enfrentar violencia. 

Pero cuando las niñas están empoderadas y son apoyadas, pueden escapar estas terribles circunstancias.

Cuando Chipasha tenía 15 años, su padre la hizo casarse con un hombre 20 años mayor. "Mi esposo abusó de mí", relata, "incluso cuando estaba embarazada de su propio hijo".

Pero entonces comenzó a visitar un espacio seguro apoyado por el Programa Mundial para Poner Fin al Matrimonio Infantil, del UNFPA-UNICEF, y allí aprendió cuáles eran sus derechos. "A pesar de la resistencia de mi marido, yo estaba decidida a tomar medidas para hacer realidad mis sueños, y me reinscribí en la escuela secundaria local, y con la ayuda de nuestra mentora, finalmente salí junto con mi bebé de un matrimonio abusivo".

Se graduó con honores y recibió una beca completa para ir a la universidad. 

Rukaiyah, en Indonesia, soportó años de ridículo por negarse a casarse. Hoy tiene su negocio propio
y una familia feliz. © Asrul Hamdi/LPSDM

"Me salvé a mí misma"

"A las niñas que se casan no sólo se les niega su infancia, sino que con frecuencia se encuentran socialmente aisladas: separadas de sus familias y amigos. A menudo abandonan la escuela, tienen hijos antes de que estar preparadas, e incluso sufren violencia a manos de sus maridos", declara Penny Mordaunt, Secretaria de Estado del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido. El Reino Unido es uno de los principales promotores del Programa Mundial del UNFPA-UNICEF.

En 2017, el Programa llegó a 1 millón de niñas y 4 millones de miembros de comunidades con información y servicios para poner fin al matrimonio infantil.

Todo cambia cuando las niñas aprenden que hay un futuro más prometedor para ellas. 

Cuando Amal Elsado era niña, en Raqqa, Siria, estaba decidida a permanecer en la escuela. "Si no hubiera completado mi educación, mi familia me habría casado con alguien", asegura al hablar con el UNFPA en Türkiye, donde ahora vive como refugiada. 

Pero fue a la universidad y consiguió trabajo. "Con gran orgullo y alegría, he trabajado como profesora de escuela primaria; por no casarme tan joven, ahora puedo decir que me salvé a mí misma".

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