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El conflicto de Tigray diezma los servicios de salud materna y abruma a las y los trabajadores sanitarios

La Sra. Merhawit (a la derecha) sentada con su tía en la sala de maternidad del Hospital Suhul, en Shire. © UNFPA Etiopía/Paula Seijo
  • 07 Julio 2021

SHIRE, Tigray, ETIOPÍA – “Cuando estalló el conflicto, estaba embarazada de dos meses. Nos obligaron a huir y caminar durante días bajo el sol abrasador para alcanzar un punto de seguridad y protección”, relató Merhawit Gebremedhin, habitante de Dansha, en Tigray occidental, la región etíope embestida desde noviembre de 2020. 

La Sra. Merhawit había sido contadora, y había ahorrado para darle a su bebé un hogar seguro, amoroso y un comienzo de vida prometedor, pero más tarde el conflicto llegó a su ciudad y con ello cesó el acceso a servicios de salud esenciales.

“Nunca se sabe cuándo la vida le va a dar a una la espalda. Dejé atrás todo aquello por lo que trabajé tan duro para salvar mi vida y la de mi bebé. Esto es todo lo que tengo”, dijo al UNFPA, mostrando algunas pertenencias en una bolsa. 

Hoy, la mujer de 23 años vive con su marido en una escuela en la ciudad de Shire, uno de los muchos refugios temporales establecidos para acoger a personas y familias desplazadas por la crisis. Se estima que en todo el Tigray hay 1.918.220 desplazados internos, que viven en centros colectivos congestionados e insalubres, incluidas las escuelas e iglesias. 

Con su bebé a punto de nacer en cualquier momento, a ella le preocupa primordialmente una cuestión: ¿Qué le depara el futuro a su criatura? 

“Pienso en mi situación día y noche. ¿Cómo voy a mantener vivo a mi bebé sin ingresos y viviendo en condiciones tan difíciles?” 

Salud materna en riesgo

Casi ocho meses de conflicto han tenido un grave impacto en los centros de salud de toda la región. Hoy en día, sólo el 59 % son funcionales, y sólo cuatro pueden realizar procedimientos quirúrgicos para embarazadas que presenten complicaciones, como cesáreas, transfusiones de sangre y otros cuidados obstétricos de emergencia.

“Me daba mucho miedo dar a luz en Dansha. ¿Qué habría pasado si me hubiese enfermado o si hubiese necesitado una operación? ¿Qué habría hecho entonces?” recordó la Sra. Merhawit. 

Muchas instalaciones han sufrido daños considerables en la infraestructura, y otras han sido saqueadas en busca de equipo y suministros médicos. 

“Antes del conflicto, había cinco hospitales primarios alrededor de esta zona; hoy todos se han derrumbado”, afirmó el Dr. Berhane Tesfay, Director Médico del Hospital Suhul, de Shire.  Los hospitales que todavía están operativos, como el Suhul, están abrumados. “Estamos saturados. La demanda de servicios, especialmente de salud materna, es apabullante”. 

“Hemos pasado de 260 a 600 partos mensuales. Las complicaciones se han duplicado. Nuestros procedimientos de cesárea han aumentado de dos a cuatro o cinco al día desde que estalló el conflicto”, aseguró Berhe Weldu, partero apoyado por el UNFPA que presta apoyo en el Hospital Suhul. 

Muchas de sus pacientes son como la Sra. Merhawit: embarazadas que han hecho viajes largos y peligrosos en busca atención médica. Para las que sufren complicaciones, los riesgos son graves. 

“Estamos perdiendo todos los beneficios que hemos logrado en materia de reducción de la mortalidad materna. En este hospital hemos pasado de perder 6 mujeres al año a perder 15 en sólo siete meses de conflicto, y no sabemos cuántas han muerto en sus hogares o en camino a un centro de salud”, agregó el Dr. Berhane. 

Recuperar la capacidad para salvar vidas

Además del Hospital Suhul, el UNFPA está prestando apoyo a 38 instalaciones en todo Tigray. Cada uno enfrenta serios desafíos.

“Estamos haciendo lo imposible todos los días para asegurar que se disponga de servicios para salvar vidas”, aseveró el Sr. Berhe, uno de los 20 parteros que el UNFPA ha desplegado hasta ahora. 

El UNFPA tiene previsto desplegar 60 parteras y partero más, al tiempo que prevé ampliar la entrega de suministros y equipo médicos. Además, se están estableciendo siete hogares de espera para la maternidad, que proporcionan alojamiento y pensión a las embarazadas en las proximidades de un centro de salud, y siete equipos móviles de salud para satisfacer las necesidades de salud sexual y reproductiva en la región. 

Las y los trabajadores de la salud no han perdido la esperanza. Mirando a la Sra. Merhawit, el Sr. Berhe manifestó que cada vez que “salva una vida o ayuda a alguien como la Sra. Merhawit, me siento muy orgulloso de lo que hago. No nos detendremos hasta que podamos asegurar que cada parto vuelva a ser seguro en Tigray”.

 

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