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Después de que un embarazo adolescente los separara, una familia en Rwanda se reencontró

Nyiranzavugimana Florence, joven madre del distrito de Karongi con su hijo a la espalda, vende servicios de dinero móvil. © UNFPA/Alain Mwizerwa
  • 02 Noviembre 2022

KARONGI, Rwanda– Cuando Nyiranzavugimana Florence tenía 19 años, quedó embarazada inesperadamente. Al principio, la familia y los amigos la rechazaron y la sometieron a la vergüenza, el aislamiento y el estigma que demasiado a menudo sobreviene a los embarazos no planificados de adolescentes.

Los estereotipos de que se trata de niñas no casadas e irresponsables con “moral laxa” suelen dominar la óptica de la sociedad en torno al embarazo no planificado. No obstante, la verdad es que todas las mujeres están en riesgo, y la desigualdad de género, la violencia sexual, la falta de acceso a la atención de salud sexual y reproductiva y la pobreza son los factores que impulsan el problema.

Según el Informe sobre el Estado de la Población Mundial de 2022 del UNFPA, casi la mitad de todos los embarazos anuales no son planificados. Mientras tanto, la tasa mundial de natalidad entre adolescentes en 2020 fue de 41 nacimientos por cada 1.000 mujeres jóvenes de entre 15 y 19 años.

“La abrumadora cantidad de embarazos no intencionales representa un fracaso mundial en la defensa de los derechos humanos fundamentales de las mujeres y las niñas”, remarcó la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA, en una declaración con la que presentó el informe. “Para las mujeres afectadas, la decisión reproductiva más trascendental de su vida –si quedarse o no embarazadas– no es una opción en absoluto”.

Reencontrarse a través de la comunicación

A pesar de la prevalencia de embarazos no planificados y de adolescentes, la sociedad suele mirar a las madres adolescentes con desdén y condenarlas al ostracismo.

En Rwanda, donde una reciente encuesta de salud muestra que el 5 % de las mujeres y las niñas de 15 a 19 años de edad han comenzado a tener hijos, a veces se considera que las madres jóvenes solteras han perdido agaciro (es decir, valor) y suelen abandonar la escuela. Además de esto, la lucha por equilibrar el empleo con las responsabilidades de la crianza de los hijos suele ser el resultado de la dificultad económica que en muchos casos se presenta.

La Sra. Nyiranzavugimana es una de las que abandonaron la escuela después de quedar embarazadas. Cuando sus padres se enteraron del embarazo, se enojaron y se sintieron tan decepcionados que la echaron de la casa familiar. No recibió ayuda de ellos hasta que surgió la oportunidad de reencontrarse y recuperar su apoyo mediante un foro de comunicación entre padres y adolescentes respaldado por el UNFPA.

Estos foros, que gestiona la Fundación Imbuto con el apoyo de la Agencia de Cooperación Internacional de la República de Corea (KOICA) y el UNFPA, ayudan a las madres adolescentes primerizas y a sus padres a comunicarse a pesar de los problemas, y a crear redes de protección para las mujeres jóvenes. Las reuniones cubren aspectos tales como brindar un mejor apoyo a las madres adolescentes, opciones para obtener ingresos sostenibles y la prevención de la violencia de género o de posibles embarazos no planificados en el futuro.

“Lo que saqué de la capacitación fue que lo que nos pasó no debía poner fin a nuestros sueños”, manifestó la Sra. Nyiranzavugimana. “Me reuní con mis padres y continué asistiendo a reuniones periódicas con ellos”.

Con la mirada en alto

La Sra. Nyiranzavugimana se reencontró con sus padres. © UNFPA/Alain Mwizerwa
La Sra. Nyiranzavugimana se reencontró con sus padres. © UNFPA/Alain Mwizerwa

En una soleada mañana de miércoles de junio de 2022, la Sra. Nyiranzavugimana se dirige a trabajar en Karongi con su hijo de dos años. Desde su punto habitual bajo un paraguas amarillo, la Sra. Nyiranzavugimana dirige su pequeña empresa que proporciona servicios de dinero móvil, lo que representa una fuente de ingresos y de orgullo para ella y su familia.

“Gano un poco de dinero para alimentar a mi hermoso hijo. Con este trabajo puedo cuidar de mí misma, de mi hijo e incluso de mis padres, y eso me produce alegría”, añadió.

La Sra. Nyiranzavugimana pudo iniciar su negocio ahorrando dinero de un estipendio de transporte proporcionado por la Fundación Imbuto y de alguna ayuda de sus padres. Primero vendía plátanos y aguacates, pero sus sueños, su labor de investigación y su natural impulso la orientaron hacia los servicios de dinero móvil. Hoy es agente de una empresa de telecomunicaciones y ya no depende de sus padres ni de otras personas para obtener ingresos que le permitan cubrir sus propias necesidades y las de su hijo.

Con la frente en alto y sintiéndose más segura, el empoderamiento de la Sra. Nyiranzavugimana también se extiende a su nueva perspectiva sobre la salud sexual y reproductiva.

Está orgullosa de su capacidad de ejercer la autonomía corporal y adoptar decisiones informadas cuando se trata de sexo, su salud reproductiva y su futuro. “Puedo elegir qué hacer y cuándo hacerlo”, concluyó.

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