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Desplazados rohinyá negocian la nueva paternidad en Bangladesh

La nueva madre Kawser, su esposo, Mohammed, con su bebé en brazos, y su madrastra, Nurbahar, en un centro de salud apoyado por el UNFPA en un campamento rohingya en Cox's Bazar. © UNFPA Bangladesh / Fahima Tajrin
  • 18 Junio 2021

COX'S BAZAR, Bangladesh – Kawser y Mohammed se reunieron en un campamento rohinyá aquí en 2018, después de verse forzados a huir de sus hogares en Myanmar. “Ella me había visto con mis hermanos y mi madre; yo la conocí a través de mi hermano. Yo era demasiado tímido para presentarme personalmente”, admitió Mohammed, de 25 años. “Ella era demasiado bonita para mí, y no estaba segura de si podía manejarme con su belleza”.  

Se casaron y recientemente tuvieron un hijo en un centro de salud apoyado por el UNFPA en el campamento. “Debido a mi temprana edad, tuve que realizar ocho chequeos médicos recomendados”, reveló Kawser, de 20 años. “Conté con el firme apoyo de mi marido y de mi suegra, así como la continua ayuda de las parteras, que me daban la bienvenida con una sonrisa y la voluntad de escuchar y ayudar”.

Había participado en el Programa de Adolescentes y Madres Jóvenes del UNFPA, una serie de ocho sesiones que educan a las mujeres no sólo a detectar los peligros del embarazo y a tener partos sin riesgo, sino también a navegar por la nueva maternidad: la salud materna, el número y el espaciamiento de los hijos, el poder de decisión compartido en la familia, el papel de los esposos, las esposas y los familiares políticos y el bienestar general de las familias. El programa, que ha ayudado a más de 500 adolescentes embarazadas en dos campamentos de refugiados registrados y cuatro centros de salud, subraya la importancia de que las familias participen en el apoyo a la salud sexual y reproductiva y derechos conexos, lo cual involucra a los cónyuges y los familiares políticos.  

Una generación empoderada

Nubarhar, la suegra de Kawser, señaló la marcada diferencia en su propia experiencia. “Veo una enorme brecha contextual y generacional entre mi época en Myanmar como madre y la época que le ha tocado a mi nuera en los campos de refugiados en Bangladesh”, adelantó. “Dio a luz en un centro de salud, y la estoy ayudando a cocinar y buscar agua. En Myanmar, di a luz en casa y crié mis cuatro mis cuatro sin ayuda. Confío en el poder de las familias. En esta labor nos involucramos todas”.

Según una encuesta, el parto fuera de las instalaciones sanitarias, que aumenta el riesgo de lesiones y muerte, ha disminuido en los últimos decenios en Bangladesh. La mitad de los partos tiene lugar ahora en instalaciones sanitarias, lo cual representa un factor importante en el aumento de partos asistidos por proveedores con formación médica.   

A través del programa, la pareja joven aprendió sobre la planificación familiar. “Tanto mi esposa como yo tomamos la decisión mutuamente acordada de permitir un intervalo de tres años antes de tener otro hijo”, explicó Mohammed. “Hablamos de encontrar una solución saludable para mi bienestar y mi autonomía corporal”, agregó Kawser.

La difícil situación de los refugiados es ya cargada y difícil: se les niega un hogar, pero no se les deben negar el acceso a la atención médica y a las decisiones sobre sus cuerpos y sus derechos reproductivos. Por el momento, Kawser y Mohammed están disfrutando la crianza de su hijo de dos meses. “Me encanta ser madre ahora”, dijo Kawser.

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