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Cinco cosas que no sabías sobre la discapacidad y la violencia sexual

Las niñas y los niños con discapacidades están en gran parte excluidos de los servicios de educación y salud, son discriminados en sus comunidades y sujetos a un ciclo de pobreza y violencia. © UNFPA/Théodore Somda
  • 30 Octubre 2018

NACIONES UNIDAS, Nueva York El quince por ciento de la población mundial vive con una discapacidad. Dentro de este grupo, cerca de 200 millones son niñas, niños y jóvenes entre los 10 y 24 años. Un numeroso grupo que a menudo no se considera en las estadísticas del gobierno.

Las niñas y los niños con discapacidades están en gran parte excluidos de los servicios de educación y salud, son discriminados en sus comunidades y sujetos a un ciclo de pobreza y violencia.

En todo el mundo, las niñas son las más afectadas por estas violaciones. Un estudio global del UNFPA revela que las niñas y mujeres jóvenes con discapacidades enfrentan hasta 10 veces más violencia de género que aquellas sin discapacidades. Las niñas con discapacidad intelectual son particularmente vulnerables a la violencia sexual.

Aquí hay cinco datos más que necesita saber sobre la discapacidad, género y discriminación:

1. La discriminación de género comienza temprano.

La discriminación contra las niñas y mujeres jóvenes con discapacidad ocurren a una temprana edad. Las bebés que nacen con discapacidades tienen más probabilidades de morir como víctimas de los llamados "asesinatos por compasión" que los varones con discapacidades. En muchos casos es posible que nunca sean registradas legalmente, lo que las excluye de servicios de salud, educación y diferentes servicios sociales proporcionados para el público. También las hace más vulnerables a la violencia y al abuso.

Las niñas con discapacidades tienen menos probabilidades de recibir alimentos en el hogar y es más probable que sean excluidas de las actividades e interacciones familiares. Tienen menos expectativas de recibir asistencia médica o dispositivos de asistencia en general que los niños con discapacidades, y se les niega habitualmente el acceso a la educación y a la formación profesional, lo que las hace susceptibles a la exclusión social y a la pobreza. En todo el mundo, las mujeres con discapacidad tienen una tasa de empleo del 19,6%, en comparación con el 52,8% para los hombres con discapacidad y el 29,9% para las mujeres sin discapacidad. El analfabetismo también es una de las razones que aumentan el riesgo de violencia de género.

2. Las niñas y mujeres jóvenes con discapacidades corren mayor riesgo de violencia sexual.

Las jóvenes con discapacidades, especialmente las niñas, son mucho más vulnerables a la violencia que sus compañeros sin discapacidades.

Los niños con discapacidades tienen casi cuatro veces más probabilidades de ser víctimas de violencia que los niños sin discapacidades, y son casi tres veces más propensos a ser víctimas de violencia sexual, con las niñas en mayor riesgo. En un estudio realizado por el Foro de Política Infantil Africana sobre la violencia contra los niños con discapacidades, casi todos los jóvenes entrevistados habían sido víctimas de abuso sexual al menos una vez en sus vidas, y la mayoría más de una vez. Otro estudio realizado en Australia encontró que hasta el 62 por ciento de las mujeres con discapacidades menores de 50 años habían sufrido violencia desde los 15 años, y que las mujeres con discapacidad han experimentado violencia sexual a una tasa tres veces mayor que las personas sin discapacidad.

Los niños sordos, ciegos, autistas o con discapacidades psicosociales o intelectuales son los más vulnerables a la violencia. Los estudios han encontrado que estos niños tienen cinco veces más probabilidades de ser sometidos a abuso que otros y son mucho más susceptibles al acoso escolar.


Onesta Chidyela fue abusada verbalmente por su suegra debido a su discapacidad.
© UNFPA Malawi/Leticia Nangwale

3. La violencia contra las niñas con discapacidad puede tomar muchas formas.

Los niños con discapacidades están expuestos a una amplia gama de violencia perpetrada por padres, compañeros, educadores, proveedores de servicios y otros. La violencia puede tomar muchas formas, incluyendo amenazas en la escuela, uso de métodos físicos de disciplina por parte de los supervisores, la esterilización forzada de las niñas, o la violencia como régimen de educación. Tal es el caso de la ‘terapia de aversión’ que usa descargas eléctricas para controlar comportamientos. En algunos casos, los niños son perjudicados deliberadamente causándoles discapacidades que los hace más vulnerables y rentables como mendigos en la calle.

Un estudio de niños con discapacidades en Uganda encontró que las escuelas son los lugares donde más se usa la violencia, a menudo a manos del personal de la escuela y de compañeros sin discapacidades. Sin embargo, otros estudios han encontrado que las niñas y mujeres jóvenes con discapacidades corren un mayor riesgo de violencia sexual cuando están fuera de la escuela. Los vecinos y familiares que saben que están solas pueden valerse de la oportunidad para abusar sexualmente de ellas, con poco riesgo de ser denunciados o castigados.

La discapacidad también aumenta el riesgo de que los jóvenes sean traficados para trabajo sexual u otro tipo de trabajo forzado, algo que a menudo se atribuye a la falta de inclusión social y estigmas en la comunidad. En muchos lugares, los jóvenes con discapacidades son considerados "indeseables", y en casos son traficados por sus propias familias.


No se considera que las mujeres jóvenes con discapacidades necesiten información sobre su salud
sexuales, sus derechos reproductivos o que sean capaces de tomar sus propias decisiones.
© Martin Bowra, GettyImages

4. A las mujeres jóvenes con discapacidades se les niega el derecho a tomar decisiones sobre su salud sexual y reproductiva.

Los jóvenes con discapacidades tienen las mismas necesidades y derechos sobre su salud sexual y reproductiva que sus compañeros sin discapacidades. Sin embargo, con demasiada frecuencia, el estigma colectivo y las ideas erróneas sobre la discapacidad, combinadas con la falta de servicios de salud accesibles, una autonomía personal condicionada y la limitada, o a veces, inexistente educación sexual impide que las mujeres jóvenes con discapacidades lleven una vida sexual saludable.

Erróneamente, no se considera que estas mujeres jóvenes necesiten información sobre su salud y sus derechos sexuales y reproductivos, o que sean capaces de tomar sus propias decisiones. Como resultado, las niñas con discapacidades tienen menos conocimiento sobre sus derechos sexuales y reproductivos que sus compañeros varones. Los bajos niveles de educación sexual, incluyendo la educación sobre la transmisión y prevención del VIH, a menudo resultan en conductas sexuales de riesgo. Los estudios han demostrado que los adolescentes con discapacidades tienen relaciones sexuales casuales con múltiples parejas y no usan anticonceptivos. Creando un gran problema ya que los jóvenes con discapacidades tienen el mismo o aún mayor riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS) que sus compañeros sin discapacidades, sin embargo, los chequeos de detección del VIH no son comunes entre ellos.

A las mujeres jóvenes con discapacidades se les niega el acceso a la planificación familiar y otros servicios de salud sexual y reproductiva. En un estudio en Etiopía, solo el 35 por ciento de las jóvenes con discapacidades usaron anticonceptivos durante su primer encuentro sexual, y el 63 por ciento había tenido un embarazo no planificado. Un estudio en la India indicó que solo el 22 por ciento de las mujeres jóvenes con discapacidades recibían regularmente exámenes ginecológicos.

Para mujeres jóvenes que viven dentro de instituciones, tiende a violarse sistemáticamente su derecho a tomar decisiones sobre sus cuerpos. Estas mujeres son las más propensas a sufrir abortos forzados, esterilizaciones forzadas, ITS y violencia sexual.

5. Los mitos y el estigma contribuyen a la vulnerabilidad de los jóvenes con discapacidades.

Las actitudes y creencias sobre la discapacidad difieren dentro de las comunidades y las familias, pero en muchos casos se ven afectadas por las normas socioculturales, incluyendo mitos que inducen al aumento de la violencia. Un estudio realizado en el 2011 por el African Child Policy Forum en Camerún, Etiopía, Senegal, Uganda y Zambia reveló las creencias de que la discapacidad infantil es causada por el pecado o la promiscuidad de la madre, una maldición ancestral o una posesión demoníaca. En algunos casos, el estigma asociado con estas creencias hace que las familias oculten a sus hijos con discapacidades o los excluyan de la escuela y sus comunidades.

Uno de los mitos más delicados para los jóvenes con discapacidades es la creencia de que las personas que tienen una ITS pueden curarse de la infección al tener relaciones sexuales con una virgen. Las mujeres jóvenes con discapacidades corren un riesgo particular de ser violadas por personas infectadas porque a menudo se las considera asexuales y, por lo tanto, vírgenes.

Los perpetradores las ven como un blanco fácil por su limitada movilidad física u otras vulnerabilidades. En diferentes entrevistas realizadas en la “Encuesta Mundial Sobre el VIH / SIDA y la Discapacidad” en el 2004, diferentes defensores de la discapacidad y proveedores de servicios informaron que en 14 de los 21 países estudiados, han habido violaciones violentas de personas vírgenes con discapacidades.

'Nada sobre nosotros sin nosotros'

La violencia contra los niños y adultos jóvenes es una epidemia mundial. Los datos sobre la violencia contra los niños son difíciles de obtener, en gran parte porque la violencia a menudo no se denuncia y porque la recopilación de datos es desigual, de diferente confiabilidad dependiendo del país, y varía en las diversas definiciones de violencia. UNFPA es la agencia líder de la ONU delegada al análisis de datos para contribuir al fortalecimiento de las leyes y políticas nacionales que fomentan la inclusión social y la igualdad de género.

En el reporte “Estudio Mundial Sobre la Eliminación de la Violencia de Género y la Práctica de Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos” del UNFPA, apoyado por el Gobierno de España, se busca poner fin a la invisibilidad de estos jóvenes, especialmente las mujeres y las niñas, involucrándolas en las discusiones sobre estos problemas y a ser parte de la solución.  

"Esto es fundamental para dar la oportunidad [a los jóvenes] de desbloquear su potencial y determinar su propio futuro", dijo la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA. "Así es como nos aseguraremos de que nadie se quede atrás".

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