En 2020, el UNFPA fue testigo de la crisis humanitaria más importante desde el nacimiento de la organización hace 52 años: la pandemia de COVID-19. Esta catástrofe de salud pública trajo consigo crisis que repercutieron en aspectos socioeconómicos, políticos y relacionados con los derechos humanos, lo que duplicó la necesidad mundial de ayuda humanitaria con respecto al 2019. Las mujeres y las niñas sufrieron muchas de sus peores consecuencias.

Pero el UNFPA estuvo a la altura de este reto. Obrando con ingenio y flexibilidad, ampliamos la distribución de equipos de protección personal (PPE) y las sesiones de formación sobre el control de enfermedades infecciosas. Se reactivaron varios de los programas que se habían visto interrumpidos, y un 74% de los países donde se ejecutan programas del UNFPA consiguieron mantener o ampliar los servicios de planificación familiar en la comunidad. El 91% mantuvieron o ampliaron las actividades para prevenir la violencia de género.

Esta crisis dista mucho de haber terminado. Somos conscientes de que el camino que tenemos por delante es largo y lleno de desafíos. Pero también sabemos que una crísis de magnitud mundial no puede frenar nuestros avances. Si actuamos de manera solidaria y prestamos apoyo a quien lo necesite, podemos transformar el futuro de las mujeres y las niñas.