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Las matronas contribuyen a la disminución de la elevada tasa de mortalidad materna del Afganistán

Fahima Nazary, jefa de matronas del hospital CURE de Kabul, examina a una madre y a su recién nacido. © UNFPA Afganistán/Rada Akbar
  • 07 Enero 2015

NUEVA YORK/KABUL – Aumentar el número de matronas ha ayudado a reducir la elevada tasa de mortalidad materna y neonatal del Afganistán, según demuestra un nuevo informe.

Según el informe State of Afghanistan’s Midwifery 2014 (Estado de las parteras en el Afganistán 2014), las décadas de conflicto agotador y de actitudes represivas hacia las mujeres habían conducido a tasas de mortalidad materna e infantil elevadísimas. Después de que los insurgentes talibanes llegaran al poder en 1996, las restricciones en los servicios sanitarios de las mujeres —sobre todo la prohibición de recibir cuidados de sanitarios hombres— dejaron a muchas embarazadas sin recibir atención de personal sanitario cualificado como médicos, enfermeras o matronas.

En 2002, el índice de mortalidad materna del Afganistán era uno de los más altos del mundo. De acuerdo con el informe —elaborado conjuntamente por el UNFPA, el Ministerio de Salud del Afganistán y otros asociados—, por cada 100 000 nacidos vivos, unas 1600 mujeres morían debido a causas relacionadas con el embarazo o el parto.

Empoderar a las matronas

Para invertir esta tendencia, los funcionarios sanitarios y los asociados internacionales acometieron la tarea de fortalecer los servicios de partería tanto en los centros hospitalarios como en las comunidades rurales, donde muchas mujeres no tienen acceso a los centros de salud convencionales. Con objeto de incentivar las destrezas de las matronas, el UNFPA y las organizaciones asociadas apoyaron varios programas de formación de dos años de duración.

«Antes la comunidad tenía muy mal concepto de la profesión de matrona. Muchos pacientes y sus familias no confiaban en nosotras y pedían médicos incluso para procedimientos rutinarios», asegura Fahima Naziri, jefa de matronas del hospital materno CURE de Kabul.

«Ahora la situación ha cambiado. Con la profesionalización de la partería, la gente confía en las matronas y nos respeta como profesionales sanitarias», añade.
Estos programas han ayudado a aumentar la proporción de personas que viven a dos horas de camino a pie de unos servicios sanitarios básicos. Entre 2003 y 2009, este número pasó del 9% al 85%.

«Desde que me convertí en matrona y recibí formación, todo ha cambiado en mi vida para mejor», asegura la señora Nazary. © UNFPA Afganistán/Rada Akbar

En la actualidad, «el Afganistán es un líder regional en la profesionalización de la partería y un modelo en cuanto a la reducción de la mortalidad materna en situaciones posteriores a un conflicto», aseguró el Viceministro de Salud Pública Ahmad Jan Naeem en el acto de presentación del informe el 12 de diciembre. «En 2002, solo había 467 matronas en el país. Una década después, en el Afganistán trabajan más de 4600».

Según el último informe del UNFPA sobre el estado de la población mundial, el índice actual de mortalidad materna en el Afganistán es de 400 muertes por cada 100 000 nacidos vivos, índice que sigue siendo uno de los más elevados del mundo. Otras estimaciones, del Instituto de Salud Pública del Afganistán, son algo más bajas.

La mortalidad materna en el Afganistán «sigue siendo inaceptablemente alta», admite la Ministra de Salud Pública Suraya Dalil en el informe, «pero va dando muestras de progresos importantes».

No obstante, aún quedan muchos avances por hacer. En 2012, solo se cubrieron el 23% de las necesidades de servicios de salud materna y reproductiva, según indicaba el informe State of Afghanistan’s Midwifery.

Y «si el Afganistán mantiene su actual índice de graduación, solo se cubrirán el 8% de las necesidades estimadas en 2030».

Programas de licenciatura

Como respuesta a esta situación, los funcionarios sanitarios están redoblando sus esfuerzos. En la actualidad, el Afganistán está entre los primeros países de la región en desarrollar un programa de partería con titulación universitaria reconocido a nivel internacional.

«He sido testigo de las dificultades a las que se enfrentan las mujeres para dar a luz sin riesgos», afirma Yalda, una joven de la provincia de Faryab. «Cuando mi prima estaba embarazada, llamamos a la ambulancia, pero esta no llegó a tiempo. Mi prima empezó a sangrar y el bebé murió».

Aroya, Nasrin y Yalda se han matriculado en un programa de licenciatura de partería financiado por el UNFPA en la Universidad de Kabul. © UNFPA Afganistán/Rada Akbar

Yalda se ha matriculado en el programa de partería de cuatro años de duración de la Universidad de Kabul, en cuyo diseño del plan de estudios colaboró el UNFPA. «Esta es la primera vez que dejo mi casa y a mi familia», dijo, y añadió: «Seré la primera de mi provincia» en obtener una licenciatura en partería.

Tras completar sus estudios, Yalda quiere volver a casa para ayudar a las mujeres de su comunidad, pero sabe que las ideas enraizadas y tradicionales sobre las mujeres y los partos supondrán un reto para ella y para otras matronas.
«La falta de conocimientos y la tradición son las principales barreras para que las mujeres accedan a los servicios de salud reproductiva. Por ejemplo, las suegras dirán que ellas dieron a luz a sus hijos en casa y que no necesitaron ir a un hospital. Le preguntarán a sus nueras por qué quieren ir ellas».

Sin embargo, sus compañeras y ella aseguran que no se dejarán intimidar por los obstáculos que encuentren en su camino.

«Elegí ayudar a las mujeres afganas porque realmente nos necesitan», confiesa Nasrin, otra estudiante de partería de la Universidad de Kabul. «El Afganistán necesita muchos cambios en muchas áreas. En materia de atención sanitaria, haré cuanto esté en mi mano por las mujeres y los niños».

 

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