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Población y pobreza

Resource date: 2014

Autor: UNFPA

Las tendencias y dinámicas demográficas pueden tener una enorme repercusión en las perspectivas de reducción de la pobreza y de desarrollo sostenible. Las dinámicas demográficas, tales como el crecimiento de la población, la estructura etaria y la distribución rural-urbana influyen en la pobreza y se ven influidas por ella. Todo esto condiciona de manera decisiva las perspectivas de desarrollo de un país y las perspectivas para elevar el nivel de vida de las personas más necesitadas. La inversión en la mejora de la salud, incluida la salud reproductiva, es fundamental para garantizar la seguridad individual y para reducir la mortalidad y la morbilidad, lo que, a su vez, aumenta las perspectivas de productividad y desarrollo de un país.

Salud reproductiva y reducción de la pobreza

El acceso a la salud sexual y reproductiva, como la planificación familiar, puede afectar a las dinámicas demográficas mediante la reducción voluntaria de la fecundidad y la disminución de la mortalidad materna e infantil. Una mejora en la salud reproductiva también contribuye a que los individuos, sobre todo las mujeres jóvenes, rompan con los ciclos intergeneracionales de la pobreza. Cuando se empodera a las mujeres y a las parejas para que planifiquen si quieren tener hijos y cuándo, las mujeres están en mejores condiciones de completar su educación; su autonomía en el hogar aumenta; y su poder adquisitivo mejora. Esto refuerza su seguridad económica y su bienestar y el de sus familias. Sumados, estos beneficios contribuyen a la reducción de la pobreza y al desarrollo.

Además de mejorar la salud y el bienestar generales, un análisis demuestra que satisfacer las necesidades de salud reproductiva y anticonceptiva de la mujer en los países en desarrollo se amortiza con creces. Por cada dólar invertido en anticoncepción, el costo de la atención relacionada con el embarazo se reduce 1,43 dólares. El costo de oportunidad a lo largo de la vida relacionado con el embarazo adolescente —una medida de los ingresos anuales que pierde una madre durante toda su vida— oscila entre un 1% anual del producto interior bruto en un país de grandes dimensiones como China y un 30% del PIB anual en una pequeña economía como Uganda. Si las adolescentes de Brasil y la India pudiesen esperar hasta los veintipocos años de edad para tener hijos, el aumento de la productividad económica equivaldría a más de 3500 millones de dólares y 7700 millones de dólares respectivamente.

El poder de los jóvenes

El crecimiento económico de un país suele moldearse según tendencias demográficas globales. Los países en desarrollo con una gran población joven y tasas de fecundidad en declive podrían ver cómo se disparan sus economías si hicieran fuertes inversiones en la educación y la salud de los jóvenes y en la protección de sus derechos, según el informe El Estado de la Población Mundial 2014. Las mejoras económicas potenciales podrían materializarse mediante un «dividendo demográfico», que se da cuando la población activa de un país crece más que el número de personas a cargo, como muestra el informe.

La planificación familiar es una parte importante de este proceso, porque muchos países cuentan con una gran población joven que prácticamente asegurará un crecimiento rápido y continuado de la población a menos que la fecundidad registre un declive, que es lo que ofrece la posibilidad del dividendo demográfico.

Aquellos países en los que un crecimiento rápido de la población supere con creces el desarrollo económico tendrán dificultades al invertir en el capital humano necesario para asegurar el bienestar de su población y para estimular un mayor crecimiento económico. Este problema resulta especialmente acuciante en los países menos adelantados, muchos de los cuales verán su población duplicada o incluso triplicada en 2050.

Una duplicación de la población en los países menos adelantados significa que, de aquí a 2050, la población activa aumentará una media de 15 millones de personas al año, y la fuerza de trabajo aumentará en 33 000 personas al día. Cada día durante este periodo, unos 33 000 jóvenes, tanto hombres como mujeres, engrosarán las filas de la población activa y buscarán un empleo productivo y remunerado que les permita escapar de la pobreza, mantenerse fuera de ella o simplemente vivir una vida mejor que la de sus padres. En los países menos adelantados, alrededor del 80% de la fuerza de trabajo está en paro, subempleada o tiene un empleo vulnerable. El grado de contribución económica de estos jóvenes repercutirá de manera directa en el futuro de su país, así como en sus propias vidas.

El capital humano depende en gran medida de la inversión que se realice en educación posterior a la primaria, pero comienza fundamentalmente con una inversión en salud, incluida la salud sexual y reproductiva. Esto se revela especialmente cierto cuando se tienen en cuenta los puntos de entrada que liberan el potencial económico de mujeres y niñas.

 

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